martes, 4 de octubre de 2016

Historias en diferido: Una hija de puta llamada Paraponera Clavata

Sobre las peripecias de Alex y Yoli, cooperantes en la Comunidad Inti Wara Yassi, selva amazónica de Cochabamba.


Hay una escala gradual que mide el dolor provocado por la picadura de un insecto. La estableció en 1980 el entomólogo norteamericano Justin Schmidt del Instituto Biológico de la Universidad de Arizona.

El Índice Schmidt va del 1 al 4. Las abejas de la miel, provocan un dolor de nivel 1… el nivel 4 es treinta (30) veces más intenso y, en palabras del propio Schmit es un dolor “…puro, intenso, brillante… es como caminar sobre carbón en llamas con un clavo de tres pulgadas penetrando el talón del pie". Los desafortunados que lo han experimentado confirman que es algo realmente insoportable, el mayor dolor provocado en la naturaleza por un ser vivo a otro ser vivo.


Lo produce la hormiga más grande que se conoce, normalmente tiene de dos a tres centímetros de longitud y se parece más a una avispa sin alas que a una hormiga. La paraponera clavata, no muerde, inyecta la neurotoxina con un aguijón abdominal y el dolor mantiene su intensidad durante 24 horas. Es decir, no es un pinchazo puntual, es un dolor intenso y punzante que llega a durar hasta un día entero. De ahí que popularmente se le llame Hormiga 24. Otros identifican el dolor de la picadura con un balazo, por eso en otros países la llaman Hormiga Bala. Su nombre científico procede de la palabra griega ponerina, que significa dolor. Vive en nidos que construyen en la base de los árboles, en las selvas húmedas de América Latina. Son colonias poco numerosas, a lo sumo quinientos ejemplares. No hay que molestarlas. Vivir y dejar vivir es lo mejor con estos bichos…

Hay una tribu amazónica —el pueblo Sateré-Mawé— que las utiliza en ceremonias de iniciación. Los jóvenes meten las manos en bolsas llenas de estas hormigas y tienen que soportar los aguijinazos con entereza. Superada la prueba, son considerados cazadores y adultos…

…a Alex le picó una mientras recogía la ropa tendida en Parque Machía, la amazonía boliviana. Hay muchas por allí. Y por la habitación que comparten Alex y Yoli se cuelan escorpiones, escolopendras, estas hormigas y demás insectos raros que viven en las rendijas. Alex no mata insectos. Coge a los escorpiones por el aguijón y los saca al exterior… en casa, incluso me riñe cuando aplasto una repugnante cucaracha. Pero la hideputa Paraponera Clavata se sentiría amenazada por este humano y le inyectó su neurotoxina.

Yoli escuchó los gritos agónicos desde el otro extremo del parque. Dice Alex que se quería morir, que el dolor era tan insoportable que no paraba de dar puñetazos a las paredes (al día siguiente le dolían más los puñetazos que la picadura). No creo que con esa reacción el pueblo Sateré-Mawé considere adulto a Alex…

…algún lumbrera dijo una vez que lo que no te mata te hace más fuerte… pero, joder, malditas las ganas de hacerte más fuerte.


Para saber más sobre esta fascinante hormiga > AQUÍ
  

8 comentarios:

yolanda dijo...

¡Prefiriría quedarme niña!

yolanda dijo...

¡Prefiriría quedarme niña!

Caberna dijo...

Ufff, pobre Álex. Toda mi solidaridad con el chaval.

Caberna dijo...

Ufff, pobre Álex. Toda mi solidaridad con el chaval.

Maribel dijo...

Vaya tela!!!! Pobre Ale...

Maribel dijo...

Vaya tela!!!! Pobre Ale...

lomusila dijo...

A ver donde están que llevo yo el fli-fli y me las cargo a todas!
Vaya experiencia!
Esperemos que pase esa mala racha.

Miguel Ángel López Moreno dijo...

Ojalá pase todo pronto... pero me temo que aún queda otro mal episodio.