lunes, 11 de noviembre de 2019

10N: grano de pus que explota y lo pone todo perdido



Estaba mal cerrada la herida de España. Me refiero a la que dejaron abierta en 1939 los militares sin honor, los fascistas de patria excluyente y los curas de sotanas negras como mi alma. Aquellos sujetos, y otros muchos españoles que desviaron la mirada para no ver los crímenes del Régimen, fueron tan criminales como los propios ejecutores. La herida supuró durante décadas en esa España única, grande y libre que diseñaron los vencedores. Única, gracias a la fuerza bruta que exterminó cualquier idea disidente. Grande, solo para los ojos miopes y legañosos de los propagandistas de la dictadura. Y libre para los mediocres que se arrimaban al poder y le babearon encima. La España de Franco y sus conmilitones, arropada de fascistas, opusdeistas o tecnócratas, era una pena de país… pero era nuestra patria. Nadie elige dónde nacer.



Y cuando murió el dictador —a pesar del manto de la Virgen del Pilar y del brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús en la mesita de noche—cerramos la herida de mala manera. La cerramos mal porque, entre otras cosas, los sables seguían afilándose en los cuarteles convertidos en vigilantes refugios de la verdadera Patria y en baluartes de los eternos valores de la españolidad… Más nos valía cerrar la herida en ese momento, a ver si con el tiempo nos olvidábamos de la guerra y cicatrizaba de una vez. Pero no, cada muerto en cada cuneta, enterrado con saña, era un grito enquistado que seguía suplicando una reparación a las víctimas vivas.

En 1977, mientras los sables vigilantes se afilaban en los cuarteles, nos metieron a traición una ley de amnistía inmoral. Fue una especie de cosa que debería superar la historia trágica de este país inconcluso que se llama España, pero no lo hizo. Yo estuve en la calle gritando Amnistía y Libertad. Muchas veces. Pero esa ley, que sirvió para liberar a todos los luchadores antifranquistas, también sirvió para exculpar a los criminales franquistas, los que exterminaron impunemente a una clase ideológica en España y siguieron yendo a misa de doce todos los domingos, como si nada hubiera pasado.

Sí… en la modélica Transición nos colaron una ley de punto final porque los sables seguían vigilantes en los cuarteles. Fue una ley que nos colocó una venda en los ojos y un tapón en la nariz. Pero los muertos siguieron en las cunetas y los poderes del franquismo —convertidos en demonios súcubos— se transformaron en demócratas de toda la vida. Víctimas y victimarios revueltos en la modélica España de la Transición. Como agua y aceite.

La ley del 77 no ha servido para olvidar y sí para enquistar la pena y para difuminar la podredumbre. Se hizo esta ley a traición, con la pistola apuntando a la nuca, bajo coacción, igual que la ejemplar Transición española que se estudia en todas las universidades del mundo... que se hizo con los cavernícolas vigilando cómo puñetas se hacían las cosas. Esos cavernícolas no eran más que los perros guardianes de los poderes que florecieron con el franquismo. Y así no pueden sanar las heridas. La disyuntiva fue intolerable: aquí lo olvidamos todo, o volvemos a las andadas. Y ese no podía ser el camino, porque por debajo de la piel de toro maduraba lentamente la podredumbre de cien mil hombres y mujeres asesinados por el fascismo patrio y enterrados de mala manera en cientos de fosas comunes... y mientras estos se convertían en polvo y olvido, los otros, los Caídos por Dios y por la Patria en esa Santa Cruzada de Liberación Nacional, se convirtieron en héroes y santos, y eran ejemplo para las nuevas generaciones. Pobrecitos míos (las nuevas generaciones, digo). Los asesinos convertidos en héroes. ¡Pero qué mierda de historia nos contaron, hombre de Dios!

No sale pus de las fosas comunes... la purulencia sale del brazo incorrupto de Santa Teresa y del manto de Nuestra Señora del Pilar. No es de los republicanos muertos de donde sale la podredumbre de España. Habrá cien razones y explicaciones para comprender lo que ha pasado, pero el grano que ha estallado este 10 de noviembre de 2019, dejándolo todo perdido, estaba latente en la derecha carpetovetónica de siempre; es decir, en los herederos ideológicos de los vencedores que hoy vuelven a resurgir. Estos sujetos nunca perdieron el placer de cantar cara al sol, ni caminar a buen ritmo por montañas nevadas, prietas las filas, recias y marciales. Tantas décadas creyendo que habíamos superado estas cosas a base de civilización, y aquí están otra vez, rojas y frescas las rosas de mi haz. ¡Que aburrimiento, joder! ¿Vamos a necesitar otros 40 años para superar de nuevo al fascismo del siglo XXI y reencontrar el camino de la civilización? Esta gente de brazo en alto, sin complejos, que habla en tonos elevados, que dicen que primero van los españoles, que hay que echar a los extraños; que los extraños son los maricones, los negros, los moros, los rumanos; que tenía que venir otro Franquito a poner orden y levantar muros… esta gente nos va a poner otra vez a rezar el rosario de la aurora, a vigilar qué cosa leemos y mandar a las mujeres a la cocina a criar hijos, mi mujer es mía y en mi casa mando yo, cojones... ¡Otra jodida vez vamos a tener que lidiar con esta mierda!

Sí... a las derechas españolas se les ha reventado un grano de pus en su propio culo. Y cuando digo derechas españolas me refiero a esos que ven españoles miren por donde miren, a los que gobiernan apoyados por la bazofia de Vox con tal de gobernar, a los que van sin complejos apropiándose de banderas para arropar con ellas a vírgenes y toreros; me refiero también a los que lloran cuando los soldaditos de verde hacen sus numeritos de circo con fusiles al aire, alzan cristos mientras cantan himnos necrófilos y usan a cabrones como guías; me refiero a los obtusos y cegatos que los jalean con el patético grito de ¡A por ellos, Oé! Era un forúnculo purulento que tenían en su trasero y ha reventado, y lo ha puesto todo perdido.

Ya sé lo que me van a decir algunos: Los votos son los votos, figura. ¿Tú no eras demócrata? Pues a mamarla, giliprogre, y a respetar los resultados… es verdad. Si 100.000 millones de moscas comen mierda no pueden estar equivocadas… sobre todo si tienes el cerebro de una mosca cojonera.

Que estalle el grano de pus fascista no es nuevo. El problema es que nos salpica a todos los españoles... y da asco, la verdad.