miércoles, 28 de marzo de 2012

Huelga General o Encomendarse a la Virgen de Regla

...y, bueno, si la Huelga General no soluciona las cosas —que no las va a solucionar— y seguimos sometidos a la dictadura de los mercados, siempre podemos rezar a la Virgen de Regla, la de Chipiona, de la que era muy devota Rocío Jurado, ‘la Más Grande’.
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Lo mismo que aquella frase tan célebre -'siempre nos quedará París'- es un estupendo brindis a la esperanza, podríamos pensar que encomendarnos a la Virgen de Regla es una solución para que La Señora nos salve de los financieros malvados. Podría ser, ¿por qué no? Cosas más complejas ha conseguido la fe, ¿no?
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Por lo que se ve, es una virgen muy milagrera porque allí, en la sacristía de su santuario, camino del camarín de la virgen, los fieles le dejan los exvotos en señal de agradecimiento por las súplicas atendidas. Hay muletas colgadas de la pared, pies y manos de plata o lata, gorros de guardia civil y de policía municipal, notitas de agradecimiento enmarcadas, fotos de los seres queridos y salvados por la virgen, pulseras, pendientes… mil objetos en un abigarrado aquelarre exhibicionista.
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No sé, si me encomiendo a Ella y le pido trabajo para mis hijos, y salen adelante, ¿debería pinchar en esa pared su primer contrato aunque sea un contrato basura? ¿Se enfadará si no lo hago? No sé...
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Hoy estoy lleno de hiel... ¿se nota?
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Esto no es normal. Será frecuente, y ocurre en multitud de santuarios católicos, pero normal no es. Cada uno puede y debe pensar lo que quiera, la verdad, pero eso no quita que la estupidez humana sea ilimitada y, encima, se justifique y se ampare… ¿Esto no produce vergüenza ajena?

lunes, 26 de marzo de 2012

En respuesta a Lola — #29M — #HuelgaGeneral

Querida Lola:

El 29 de Marzo seré uno de los que pierdan voluntariamente un día de sueldo. En conciencia, es lo menos que puedo hacer por mis hijos y por todos los que son como ellos. Muchos, desempleados, a pesar de pertenecer a esa generación que imaginamos como la mejor preparada en la historia de España. Sí, la mejor preparada, pero ello no es óbice para que —con mucha probabilidad— entren en la inanición intelectual, profesional y personal por culpa de la codicia de un sistema político-económico que nos han impuesto por encima de nuestra voluntad. No estoy hablando de partidos políticos, me refiero al codicioso dogma neoliberal y a la sumisión / claudicación de una sociedad adormecida que lo acepta sin rechistar.


Lo menos que puedo hacer por ellos es perder un día de sueldo y vocearlo… en la esperanza de que se sumen pequeñas voluntades para subvertir la dictadura económica que nos gobierna.

Porque para los que nos ‘representan’ —en esta farsa de apariencia democrática— lo importante es obedecer las reglas impuestas por la dictadura financiera, es decir, reducir el Estado a la mínima expresión y menguar derechos de la gente con tal de mantener la situación de los privilegiados. Y por eso tienen la sensibilidad social de una mantis religiosa, Lola. Por eso no pueden ‘ver’ el problema que planteas: el desamparo de una madre. Que está desempleada. Que atiende en cuerpo y alma a su hijo, sujeto a una silla de ruedas. Es un hijo que sólo te tiene a ti, que jamás se va a independizar y que su felicidad depende de tu sonrisa… aunque malditas las ganas que tienes de sonreír. Por eso, Lola, tenemos que estar de acuerdo: habrá que hacer cualquier cosa menos permanecer quieta y callada.


lunes, 19 de marzo de 2012

Las gaviotas dominantes se comieron el pez

Es Casa La Titi, o El Bartolo, un bar-chiringuito bastante cutre —y tal vez por eso tan encantador—. Colocado encima de una antigua batería de cañones que apuntaban a los franceses (no es la primera vez que hablamos de él en este blog). Ahora el lugar es un Bien de Interés Cultural vinculado a Legado Patrimonial de los Lugares de las Cortes y la Constitución de 1812 en San Fernando, Cádiz y la Bahía. ¿Quién lo diría? Hoy hace justamente 200 años que aquellos hombres proclamaron “La Pepa”, y Cádiz está que bulle de políticos de todas las cataduras celebrando el aniversario…·


Hace un Sol tibio de último día de invierno, y una leve brisa trae el aroma de orilla en retirada. Dos gaviotas se disputan un pez muerto. Las demás chillan o ríen, no sé… me acabo de dar cuenta de que no sé cómo se llama el sonido de las gaviotas, pero es ese que suena cada vez que en una peli de la tele sale una pareja paseando por la orilla.

Yo creo que las pavanas que no pillan pez están un poco frustradas (en Ceuta a las gaviotas las llamamos pavanas) Y cuando las dominantes se desentienden del cadáver, las demás se arriman… pero es entonces cuando a la más antipática se le ocurre que el pez es suyo y las vuelve a echar. Debe ser porque la naturaleza es así de dura.

En la mesa próxima, dos chicas la mar de monas se amartelan… ¡qué pena, oye! Los tíos siempre tendemos a pensar eso. Seguro que es por el ramalazo machista que todavía nos corroe por dentro. Hace un tiempo pasaban estas mismas cosas, que dos chicas solas estuvieran en la gloria, pero no nos dábamos cuenta de nada…

A pocos metros, un niño juega en la orilla y cada vez se moja más. La madre le ha quitado la ropa y lleva la colita al aire. Un gato grandote y mansurrón se acerca por entre las mesas y se arrima a mis pantorrillas. El puñetero gato conoce perfectamente la técnica… y acaba ahíto de cabezas de boquerones fritos, que es lo que se suele comer en El Bartolo / Casa La Títi. Pero es muy sibarita el gato, me desprecia el trocito de calamar que le ofrezco… debe ser porque cuando está a boquerones, está a boquerones.

…poco a poco la cerveza se va calentando. Y escucho a los amigos cada vez más lejos. Parece que al final las pavanas dominantes han comido lo suficiente y dejan que las demás acaben con el pez; luego se marchan a otra orilla…

lunes, 12 de marzo de 2012

Crónica de un infarto en la Sanidad Pública Andaluza

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El acompañante ha vivido diez días en un hospital público de Andalucía. Acompaña a un familiar cercano, grave, convaleciente de un infarto detectado en urgencias y tratado durante tres días en la UCI. Luego vino la rutina vigilada en una habitación de hospital compartida con otra paciente. Es una habitación luminosa, con teléfono, limpia, moderna, con camas impecables y complejas. Todos los días la limpian unas señoras amables, con una palabra de ánimo… las enfermeras también tienen una palabra de cariño y cercanía (a unas se les nota más que a otras que es un cariñó profesional, pero se agradece igualmente) No paran de entrar y salir para atender el protocolo de cada enfermo. Los hay muy exigentes, que protestan por casi todo, y los hay discretos. La planta tiene las dieciséis habitaciones ocupadas.
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El acompañante ya sabe que hay noventa y seis pasos desde la escalera de incendios hasta la puerta de secretaría. Que hay un ascensor clausurado, una habitación que no se usa y alguien siempre se deja la luz encendida (el acompañante está harto de apagarla) Que hay doce cuadros de paisajes idílicos en las paredes del pasillo. Que en la 607 se reúnen demasiados visitantes, y vocean cada vez más alto, pero es la excepción. Que nadie fuma, ni en los descansillos de la escalera. Que la comida es excelente y los enfermos —si la patología lo permite— pueden elegir la comida del día siguiente entre varios platos posibles. Ha aprendido la rutina hospitalaria. No hace falta usar el reloj. En diez días hay tiempo para todo. El acompañante también ha conocido a las tres compañeras de habitación de su familiar… han sido tres mujeres mayores, sencillas, de las que no podrían pagarse una sanidad privada porque la privada es un negocio que necesita ser rentable y eso, al final, es incompatible con el servicio público. Son tres historias largas, densas, para escribir un libro. Son tres mujeres muy distintas. Nadie diría que atesoran tanta fuerza sin ellas saberlo… ¿Por qué no van a merecer la mejor sanidad posible?
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El acompañante se siente orgulloso de haber conquistado una Sanidad Pública como esa, digna y capaz de atender a personas normales, las que se ven en calles y plazas. No es perfecta, ya se sabe, pero es una enorme conquista social que nos dignifica a todos. Sí… el acompañante acaba entendiendo que hay algo muy obsceno cuando alguien exige dinero para curar a un enfermo; que hacer negocio con el malestar de la gente es éticamente deplorable. Ya sabemos que el poderoso puede pagarse la mejor clínica privada porque cree que es ahí donde se aplica la mejor sanidad, lo que tenemos que meternos en la cabeza de una jodida vez es que cualquiera de nosotros merece y tiene derecho a la misma mejor sanidad que el poderoso… porque para eso tenemos un Estado, para que ampare al ciudadano de la calle y nos devuelva nuestra aportación a la sociedad en forma de sanidad, educación y servicios sociales dignos y mejores.
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Por eso al acompañante le asquea que el rey de España desprecie la Sanidad Pública de su país —¿se podría esperar otra cosa?— y trate sus reales enfermedades en clínicas para ricos. Y quien dice 'rey', dice 'político' de uno u otro sesgo que aparenta defender lo público, pero manda a sus hijos a clínicas y colegios privados. Debe ser porque se piensan privilegiados y merecedores de lo mejor, y no se fían ni de la sanidad ni de la educación públicas que tenemos los demás españoles. El acompañante no soporta esa ínfula de los que se sienten privilegiados y piensa que es una obscenidad que los políticos -que deberían amparar a los ciudadanos- defiendan que lo primero es controlar el déficit.
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Piensa el acompañante que quien apueste decidida y realmente CONTRA las medidas que recortan lo público tendrá su voto el 25 de Marzo en Andalucía… el problema es que los políticos en campaña suelen parecer oligofrénicos que nos tratan como a imbéciles. Piensa que por más votos que reciban los partidos, no se va a sentir representado. Ni por asomo…
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¿Cuántos seremos los No Representados?