sábado, 18 de febrero de 2017

Historias en diferido: Hibridación

Sobre las peripecias de Alex y Yoli, cooperantes en la Comunidad Inti Wara Yassi, selva amazónica de Cochabamba.



El ataque comenzó a las 9 de la mañana. Alejandro había liberado a los monos capuchinos y se fue a desayunar con los compañeros. Corría el mes de febrero y esa mañana la temporada de lluvias daba un respiro. Era una delicia compartir ese rato sagrado con los amigos. No hay nada mejor que tener un enemigo reconocido para palpar la solidaridad de los tuyos. En este caso el trabajo duro, el calor, la lluvia y la escasez de medios son el enemigo perfecto para sentirse miembros de un mismo asunto: cuidar la fauna amenazada de un lugar… ninguno de los cooperantes de Parque Machía, en la Amazonía boliviana, podía imaginar que el verdadero enemigo estaba a punto de atravesar la floresta y atacar…

 

A Kaya le extrajo Yoli más de cuatrocientos aguijones de abejas asesinas.
No logró sobrevivir.

El experimento lo había iniciado el gobierno de Brasil en 1956. Lo dirigía Warwick E. Kerr, un biólogo brasileño considerado de los mejores genetistas y especialista de abejas en el mundo. Trajo de Tanzania sesenta y tres abejas reinas africanas con el propósito de hibridarlas con las domesticas y mejorar la producción de miel. Y lo hicieron. El equipo del doctor Kerr, mediante inseminación artificial, logró veintinueve ejemplares de reinas híbridas…

Dicen que fue un accidente. Al año siguiente, unos trabajadores abrieron la puerta equivocada y veintiséis reinas híbridas quedaron en libertad. Lentamente comenzaron a reproducirse formando colonias salvajes fuera de control. No pasaron muchos años hasta que en áreas rurales del norte de Brasil se observaron ataques muy agresivos de abejas incontroladas sobre animales e incluso hombres. Poco después, a principios de los años 60, ya estaba claro que las abejas híbridas formaban colonias salvajes y se expandían con un comportamiento extremadamente agresivo. No hay seguridad sobre quién fue el primer hombre muerto por sus picaduras, pero ocurrió en los años 90.

No hay gran diferencia morfológica entre las abejas domesticas y las híbridas africanizadas. Tampoco son más venenosas… lo que realmente las hace letales es el comportamiento defensivo. Todas, en masa, defienden ferozmente la colonia hasta un radio de novecientos metros de ella… y se sienten amenazadas al mínimo asomo. Atacan a los ojos y a las zonas oscuras y cuando eso ocurre desprenden una feromona con olor a banana que las vuelve tremendamente agresivas.

Recuerdo que al principio, cuando Alejandro y Yoli llegaron a Parque Machía, decía que los monos araña eran buena gente, pero que los capuchinos eran unos cabroncetes (habían mordido a Yoli en la frente). Para poder hacerse con ellos se dejó crecer la barba y, aún así, tuvo que sufrir el ataque de Alvarito que, en la disputa del liderazgo, le desgarró la oreja de lado a lado. Pero hoy, a una voz de Alejandro se acaban todas las peleas entre los capuchinos. No solo es el mono alfa, es también su protector…

…las primeras abejas asesinas llegaron, después del desayuno, desde la floresta. Fueron muy rápidas. Vieron cómo bajaba una nube oscura y comenzaban a atacar a los capuchinos, pero eran tantas que tuvieron que retroceder para cubrirse con ropa y capucha. Cuando Alejandro volvió ya habían envuelto por completo a Kaya. Pudo recoger a Mema y a los otros, pero incluso dentro de las jaulas los seguían aguijoneando. No es fácil explicar el vínculo que se forma entre el cuidador y sus animales. Debe ser una extraña empatía que aflora al margen de lo racional, un deber con tus propios valores que te hace olvidar el peligro que supone introducirte en medio de un enjambre de abejas asesinas para salvar a los que confían en ti… es algo que no tiene valor económico y, justamente por eso, una inmensidad de ciudadanos no lo entiende. En la vida no todo es rentabilidad económica… hay algo mucho más valioso: el respeto hacia ti mismo.

Todos, cooperantes y trabajadores de Parque Machía, moviéndose entre la nube de abejas, formaron hogueras con leña fresca para que la cortina de humo rodeara el contorno, y eso parece que detuvo el ataque poco a poco…

Cuando se marcharon las abejas, Yoli extrajo a Mema más de doscientos aguijones. Ella misma le señalaba dónde estaban clavados. Fue una de las más atacadas. Deformada y dolorida, esa noche, para vigilar su evolución, durmió en la habitación de Yoli y Alejandro. Mema sobrevivirá… y, a su manera, no creo que nunca olvide lo que estos humanos hicieron por ella.

Pero Kaya murió. Tenía más de cuatrocientos aguijones en su cuerpo. Demasiados para la pequeña capuchina. Me decía Alejandro:

— Estaba completamente cubierta de abejas. Tengo grabada su cara, mirándome, sin fuerzas ya, dejándose matar, sin luchar contra el enjambre…

…sí. En el mundo hay valores mucho más poderosos que las razones económicas.