domingo, 24 de marzo de 2013

El tiempo le quita aristas al recuerdo


El tiempo le quita aristas al recuerdo y nos lo deja amable. A todos nos pasa. Pero a veces no puedo ni quiero entender la nostalgia de algunos…
Ceuta. En la fachada de la catedral colocaron una enorme cruz de piedra y un Águila Imperial. Conmemoraba sólo a los Caídos por Dios y por España. No eran todos los muertos que produjo la guerra. El monumento sólo recordaba a los de un bando. Así ocurría en todos los pueblos de España aunque sus cunetas estuviesen llenas de cadáveres maniatados y asesinados sin juicio. Los vencedores de las guerras civiles gestionan así sus victorias. Nosotros no fuimos menos.
He visto la foto en facebook. Conozco muy bien el lugar porque he estado allí a finales de los años 60, vestido con camisa azul y boina roja, firme el ademán, escuchando las diatribas de algún preboste fascista… Pero no recuerdo esto con amabilidad sino con un enorme desasosiego.
Es verdad. Será lo que sea, pero esta foto es parte de la historia. Pero es una historia triste. Dice mi paisano que nuestra guerra fue una guerra entre hermanos, que todos perdieron y que nadie ganó. Y tiene razón. Pero yo hablo de la posguerra. La Cruz de los Caídos es la imagen de una posguerra plagada de maestros tragando aceite de ricino y aceite de coche. Lo que me horroriza es que se sienta nostalgia de ese tiempo profundamente injusto, ciego y vengativo. Un tiempo que no debería volver.



viernes, 22 de marzo de 2013

Un pueblo inculto es un pueblo dócil

Le entra un rayo por la antena de televisión, se le cae encima el techo y la pared del salón y, cuando le entrevistan los de la tele, dice el pobre hombre que no está muerto gracias a la Virgen de No Sé Qué, que ha sido un milagro de su virgencita…

Ya sé que es un hombre sencillo y que no es culpable de lo que piensa. Pero me indigna que los hombres sencillos se abandonen a la estupidez sin rubor. Me indigna que lo veamos normal y que nadie alce la voz contra las causas que producen ciudadanos con tan pocas luces.

En fin, si no se quiere tener en cuenta que los rayos caen aquí o allá por una cuestión de acumulación de cargas eléctricas, y si se insiste en buscar explicaciones en el submundo, yo diría que en el rayo que casi lo mata hay una voluntad expresa de hacerle una putada al hombre, no un milagro de su virgencita de su alma, ¡por Dios! Algún clérigo de su religión debería decirle (a este hombre y a los millones como él) que no haga el ridículo, que las manifestaciones de la religiosidad popular deberían ser ejemplares, pero no esto.

Pues no sé, si queremos ser un país serio, y evitar que nuestros conciudadanos salgan en la tele diciendo esta sarta de estupideces (esta y mil como esta todos los días), deberíamos seguir invirtiendo en una educación desvinculada radicalmente de las visiones religiosas-mágicas de la realidad…

…a no ser que se quiera precisamente esto, un pueblo inculto, acrítico y sin elementos para pensar racionalmente y por sí mismo. Porque a un pueblo así, formado con sujetos como el del rayo, se le domestica con facilidad.

Y en el camino estamos. Malas puñaladas les den a los culpables, ¡Coño!


martes, 19 de marzo de 2013

Cartas al viento

Mi amigo Pepe va a presentar un libro que habla de dos homosexuales que viven separados por el Estrecho de Gibraltar (“Cartas al Viento”, de Joaquina Cañadas)… y he recordado a algunos de los que vivieron en nuestro barrio, entre nosotros. De Fulanito, de Menganito, de aquel otro… Eran gente cercana, parte del barrio y de su vida cotidiana. Pero los que nacimos en mitad del siglo XX también hemos visto cosas que hoy serían inaceptables: una homofobia instalada a flor de piel. Simplemente, nos tocó vivir ese tiempo. Nadie elige el tiempo que le toca vivir, no se puede. Nadie nos ha enseñado qué pasaba con los ‘maricones de mierda’ —permítanme pronunciar las palabras que se usaban en ciertos círculos de entonces— cuando entraban en un calabozo. No lo hemos leído en libros de historia, para nosotros era la vida real y pasó hace apenas unos minutos…


También le he comentado a Pepe que cuando echo la vista atrás —a veces para recordar, otras para observar el camino que ya hemos andado— suelo buscar culpables. Y no sé si esa es la mejor forma de evocar los recuerdos. No estoy seguro porque por mucho responsable que busque, nada va a cambiar.
Pero el hecho es ese, que la evocación me lleva al reproche. Y busco culpables de la educación que recibimos, que era una educación gris, sesgada y frustrante. Busco a los culpables de la historia oficial que nos impusieron, porque era una soberbia mentira. Me suelo preguntar quienes fueron los responsables de esa España negra a fuer de sotanas que nos castró la alegría.
Pero, seguramente no hay un sólo responsable para que ese tiempo fuera como lo vivimos. Como tampoco se nos puede reprochar nuestra sumisión porque no teníamos elementos para contestar nada… Por eso también recuerdo el esfuerzo que todos los de esta generación tuvimos que hacer para escapar —con nuestros propios medios— de ese mundo inventado… Pero no todos, no nos engañemos. Porque muchos siguen bien instalados en el mismo sistema de creencias. Estos son los que siguen sin ver muertos en las cunetas, maldiciendo al ‘maricón’ de la tele y comulgando domingos y fiestas de guardar.
A veces me pregunto —sin mucha convicción, la verdad— qué España tendríamos hoy si esa generación, la que nació a mitad del XX, hubiéramos crecido en libertad, pudiendo elegir un pensamiento u otro.
Pues eso, que espero que mi amigo Pepe, cuando presente el libro de Joaquina Cañadas, recuerde el tiempo que nos tocó vivir, recuerde el camino que hemos atravesado y que, tal y como están las cosas, nunca deberíamos desandar… Él lo sabe muy bien, no hace falta que nadie le diga nada.

sábado, 16 de marzo de 2013

Crónicas de jubilación:en el banco de madera, bajo los eucaliptos

Hoy me aprisionan las paredes. No me gusta que ocurra, pero a veces pasa. Por eso escapo, y hago bien porque es verdad, existe otro mundo ahí afuera…


Hay una bandada de flamencos en el saco del río Arillo, que es un lago somero entre el océano Atlántico y el interior de la bahía de Cádiz. Al fondo, cerca de la otra orilla, hay elegantes cigüeñas buscando cangrejos; y tres patos ceremoniosos desfilan muy serios. Vuelan gaviotas, y por las orillas pasean cigüeñuelas y correlimos. Creo que cerca de las dunas hay un cormorán solitario, pero no estoy seguro. He ocupado el banco de madera, bajo los eucaliptos, y dejo pasar el tiempo…
Aquí todo es abierto. No hay paredes que cierren el espacio. Llega la algarabía de las aves lacustres. El graznido de flamencos y gaviotas, el crotoreo de las cigüeñas, el cacareo de los patos, el silbido de no sé cual ave. Llega también el rumor de las olas desde detrás de la cadena de dunas. Deben romper sobre los búnkeres de Torre Gorda. Es un rumor que a veces se olvida, pero lo envuelve todo. Si de pronto cesara quedaríamos desarropados.
Si los hombres nos portáramos bien este paisaje seguiría aquí cuando me haya ido… pero lo dudo. Solamente si el nivel del mar subiera un poco atravesaría la cadena de dunas e inundaría esta laguna. Todo lo que se ve sería entonces mar abierto… Y habríamos perdido este hermoso paisaje.


No sé. Hoy he acompañado a un veterano empresario a visitar otro bello paisaje y donde yo veía hermosas praderas de plantas halófilas, que la marea inunda cada doce horas, él veía un rentable negocio de almejas para dar de comer a muchísimas familias… Y le he mirado sorprendido hasta que he comprendido. El asunto es que él también estaba disfrutando de otro hermoso paisaje… Y ambos son interpretaciones diametralmente opuestas de la misma realidad.
Seguramente la sostenibilidad -ese concepto que parece justificar cualquier atrocidad- consiste en superponer las dos visiones de la misma realidad para que ambos -el veterano empresario y servidor- la encontremos honestamente bella…


miércoles, 13 de marzo de 2013

¡Habemus Papam!

Una alfombra sin ácaros que la separa del suelo frío. Un par de juguetes esparcidos a su alcance. El bienestar después del baño al atardecer. La crema que suaviza la piel joven. La sonrisa de su padre. La explosión de júbilo cuando su madre llega más tarde…
¿Qué importa que haya Papa? Lo interesante es el juego de luces y sombras de la pantalla. Lo importante es presentir a su padre ahí detrás, trasteando las hojas de su Tesis. Lo que espera es ver a su madre desgranar noticias en esa pantalla. ¡De momento es feliz con las cosas realmente importantes!
Ya habrá tiempo de enseñarle la realidad de otros millones de niños, y la causa…


miércoles, 6 de marzo de 2013

Los héroes de esta pelea

Mi norabuena a la Plataforma Ciudadana que ha peleado y ha hecho visible y molesta la situación del Hospital de San Carlos, en la ciudad de San Fernando. Ellos son los héroes de esta pelea.
El mundo cambia. Siempre está cambiando. Cambian los paisajes físicos y humanos. Nacen imperios que parecen sólidos y eternos, pero acaban desmoronándose… y de los escombros surgen nuevas sociedades y culturas. Pareciera que los hombres siempre andamos detrás de una sociedad utópica y estable. Pero eso, lo estable, no existe. Y lo utópico aún menos, sólo es un camino.

Creo que el problema es que ahora la utopía no está detrás del horizonte, de hecho creo que caminamos hacía una sociedad de pesadilla. En algún momento hemos equivocado el rumbo para llegar a esta obscenidad de mundo. La política de este país (España) es una enorme obscenidad, y la de Europa, y la de América del Norte y la de Rusia, India y China… Y es una obscenidad porque en este sistema coexiste una riqueza ubérrima y una miseria inmoral, y la tendencia es insistir en ese camino. Nuestros políticos nos dicen que tal cosa es propia del sistema, que no hay otro, y lo justifican, lo comprenden y lo aceptan como coherente.
Pero este sistema no es coherente ni humano, y mucho menos el único posible.

Es verdad que todo cambia, y nos encontramos en mitad de una catarsis que nos está deshumanizando. Creo que deberíamos volver atrás –el horizonte al que vamos no es el camino- y retomar el rumbo en no sé cuál encrucijada histórica. Porque hemos perdido la senda de la utopía, la senda de la solidaridad que nos humanizaba.
Pues eso, mi norabuena a la Plataforma Ciudadana que ha peleado y ha hecho visible y molesta la situación del Hospital de San Carlos, en la ciudad de San Fernando. Ellos son los héroes de esta pelea. No me gustan los políticos que no creen en lo público, y que por eso entienden y justifican el desmantelamiento del Estado privatizando la sanidad, la educación, la justicia y lo que se tercie, pero se apuntan a lo que sea oportuno cuando lo ven oportuno. No, no me gustan los políticos que se ponen medallas, que se colocan delante de la pancarta y salen en la foto. Me gusta más la gente de la calle que se compromete con su pueblo y su país.
Sí… parece que nada es estable. Ni los imperios ni los hospitales… pero es honesto pelear por lo que uno quiere para sí y sus hijos.
El primer enlace nos lleva a un vídeo de José Luís Coronilla
Las imágenes muestran el cambio en el Parque Nacional de Cabañeros