martes, 23 de diciembre de 2014

Sinceramente, no sé si reír o llorar

El sistema neoliberal que gobierna el planeta nos ha llevado a contradicciones perversas y ridículas. Son cosas que se ven paseando por cualquier calle del opulento occidente, en cualquier de Navidad…

…y eso me ha llevado a comprender finalmente cómo se defienden las cebras. Lo he visto con mis propios ojos. Si la manada de cebras está bien agrupada el león sólo percibe una mancha de rayas sin forma, y es incapaz de identificar un ejemplar aislado para atacarlo. Eso mismo me ha pasado esta mañana. Mi compi me ha pedido que buscara un rompecabezas para la pequeña Vega en una Gran Superficie… y sólo he visto una mancha rosácea que ocupaba toda la estantería. Me resultaba dificilísimo aislar un juguete en esa masa abigarrada de color rosa… igual que un león frente a una manada de cebras.

 

Y, además, a la pequeña Vega le importa un carajo si le regalo un rompecabezas o le saco un viejo cuento de su padre como si fuera nuevo. Hoy me parece una tontería comprar un rompecabezas por el simple hecho de todo el mundo compra cosas, las que sean... en una vorágine de consumo irreflexivo. No sé, me parece que cada año que pasa me voy pareciendo más a Ebenezer Scrooge, el avaro y miserable personaje de Dickens... que hasta se me está poniendo el mismo gesto de acritud vital. ¡Por Dios!

Esa estantería rosa llena de cosas amorfas me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de mimar al árbol si queremos tener un bosque… a recordar que el individuo es el meollo de todo constructo social, y que si nos centramos en el espejismo de lo global entonces desdibujamos al individuo y lo reducimos a un excedente prescindible. Es justamente lo que hace el poder financiero neoliberal que gobierna sobre las democracias formales: convertir a las personas en peones desechables, en excluidos, en sobrantes.

¡Lo que son las cosas! Esa enorme estantería irresoluta me ha demostrado otra vez lo ridículo y absurdo del comportamiento que nos obligan a adoptar. Fabricamos cosas inútiles y gastamos en ello materias primas irremplazables. Destruimos una energía que se agota y en el proceso calentamos el planeta hasta superar su nivel de regeneración. Luego las distribuimos por todo el mundo para que las compremos y a continuación las tiremos a la basura. Y hacemos eso en una espiral que se acelera porque si se detiene nos vamos directamente a la mierda. ¡De eso nos han convencido los poderosos! Nos han adoctrinado para que pensemos que fuera de este absurdo no existe alternativa. Y, para colmo, en el proceso se enriquecen unos pocos y quedan excluidos de la tarta la inmensidad de individuos que participan en la producción, distribución y venta.

Sí, el asunto es que fabricamos montañas de cosas inútiles que sólo apreciamos los primeros cinco minutos… Estamos completamente locos si no cambiamos esta economía suicida por otra sostenible y justa.

Y en esas reflexiones estaba cuando me entero que los comerciantes de mi pueblo nos han invitado a hacernos “…un selfie mientras consumimos o compramos en los negocios del centro de la ciudad”. Y el que tenga suerte ganará una cena para dos personas. ¡Dios mío! Si los dioses existieran no podrían pasar estas cosas.

Sinceramente, no sé si reír o llorar. Entiendo que los comerciantes de mi pueblo quieran activar las ventas frente a los grandes centros comerciales. Están obligados a hacer estas cosas para sobrevivir. Y se entiende si pensamos con esta lógica perversa. Pero esa comprensión y solidaridad no quita que sea crítico con un consumo irresponsable. Este es un sistema económico tan demencial y tan autodestructivo que pasamos por alto que hacerse una foto mientras se consume no es un valor que merezca recompensas… al contrario, es más bien una muestra de estulticia.

…porque si no compramos y tiramos, y repetimos el proceso de forma ilimitada, se nos viene abajo el tinglado. Hay que consumir cualquier cosa, no importa si es inútil o efímero. Compramos, regalamos y cuando nos damos la vuelta, se guardan en el cajón de cosas inútiles para tirarlas cuando se nos olvida el origen. Compramos sin ilusión para hacer regalos que no ilusionan.


Lo sé, lo sé... Ni el señor Scrooge escribiría con tanta acritud.

 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Lo bello en un muro de cementerio

En el cementerio de los ingleses, Isla de León. 
Un atardecer de otoño.

Los cimientos del viejo cementerio están construidos a escasos centímetros del mar. De hecho, cuando la marea está alta, el agua lame todos los días una de las esquinas del viejo cementerio, precisamente la que se ha desplomado por completo. Son cimientos siempre húmedos, encharcados de agua salada.

Y sobre esos cimientos del camposanto crecen, sin ningún tipo de aislamiento, los muros que rodean el solar. No existen impedimentos para que el agua del subsuelo ascienda por capilaridad a través del muro perimetral hasta una línea que suele ser paralela al suelo. Línea que es el límite máximo de evaporación de la humedad ascendente… y para formar esa línea se establece una competencia feroz entre la presión hidráulica de la capilaridad, el diámetro de los poros, la fuerza de la gravedad, a tensión superficial del agua, la saturación de la disolución, la densidad y viscosidad del líquido que asciende, y no sé cuantos parámetros más con el resultado de una línea máxima de evaporación paralela al suelo del viejo cementerio. ¡Qué pena no saber con claridad las cosas que suceden!

Cementerio de los ingleses, Isla de León.
Bellas formas aleatorias en la degradación del mortero de cal

¿Quién dijo que no hay belleza en la química, si es químico todo mecanismo de percepción de la belleza?

Esa agua que asciende por capilaridad a través de la argamasa de cal y arena —también a través del mampuesto—, provoca lentos pero constantes procesos químicos. Se disuelven las sales solubles provocando micro oquedades. Se hidrolizan otras (en el mortero, el carbonato de calcio insoluble se rompe y transforma en bicarbonato, soluble, que es arrastrado) Y, finalmente, cuando se evapora en una línea paralela al suelo, ocurre la precipitación de todas las sales disueltas, que provocan a su vez eflorescencias externas y, si cristalizan en el interior del material, producen un efecto cizalla que rompe el mortero y la piedra.

El proceso químico provoca una degradación progresiva de los materiales más susceptibles de ello, de forma no uniforme, y produce formas aleatorias en la superficie del viejo enlucido. Formas que a veces nos sorprenden por su belleza, aunque estén en las paredes de un viejo cementerio.

Aunque no sea su propósito, los grafiteros ayudan a realzar
la belleza de las formas aleatorias del mortero

Y así es como, poco a poco, el mortero pierde su carácter aglomerante, la arena se desmorona y, ayudado por la lluvia y el viento, se cae en enlucido exterior descarnando la piedra. Al mismo tiempo que la argamasa pierde sus propiedades mecánicas, la roca ostionera o el ladrillo van dejando de estar trabados y la conclusión del proceso es evidente: la parte inferior de los muros del cementerio se desmoronan, y progresan a partir de un pequeño agujero en el mismo…

…pero mientras caen tenemos una sorpresa visual en sus paredes. En los muros del viejo cementerio no aparecen retorcidos fantasmas, son bellas formas aleatorias, consecuencia de leyes físicas y químicas, producto de la naturaleza para disfrute del que pueda y sepa verlo... mientras duren.


martes, 2 de diciembre de 2014

San Fernando, reserva espiritual de Occidente

El ayuntamiento de mi pueblo, San Fernando, que -nos guste o no-representa a todos sus ciudadanos, crédulos e incrédulos, ha vuelto a hacer el ridículo participando en espectáculos confesionales propios de una España que era Bastión del Cristianismo y Reserva Espiritual de Occidente... Aquí la noticia

Probablemente los dioses no existen y la creencia en tales sólo sea una entelequia surgida del propio hombre. Probablemente la necesidad de creer sea un trasunto que encaja perfectamente en los avatares evolutivos de las especies homo, y por eso todas las culturas de todas las épocas hayan creado panteones y universos mágicos para resolver las preguntas antropológicas. Y, adheridas a las respuestas, siempre afloran castas sacerdotales que las gestionan a su antojo.

Las creencias en entidades de otra dimensión no es cosa de razonamientos. En esto no cabe método científico ni empirismos para llegar al conocimiento. Aquí se cree en dioses porque nos han alimentado con tales cuentos desde la más tierna infancia… y para muchos (tal vez una inmensa mayoría) eso es suficiente para que se asuman tales cuentos como realidades incuestionables…

...bueno, cada uno cree en lo que le dejan, en lo que puede o en lo que le conviene. Es una opción personal (aunque no siempre lo es si no se alcanzan las herramientas culturales para escapar) Pero que los políticos de mi pueblo, con los atributos propios de alcalde y concejales, y actuando como tales, impongan con su ejemplo tales creencias a todos los representados, como si fuera algo razonable y lógico, además de una patochada, es un abuso de confianza. La confesionalidad del Estado y de todas sus instituciones esta abolida en la constitución del 78... A título personal cada uno puede hacer lo que plazca, pero el alcalde y los concejales que me representan tienen que estar por encima de estas tonterías por mucha tradición que exista detrás.

Habría que empezar a ser serios.

En la imagen: Momento en el que el regidor prende las Llaves de la Ciudad del fajín del Patrón. Tomada de Diario de Cádiz

lunes, 1 de diciembre de 2014

Momentos hospitalarios

En la habitación de atrás malvive un señor muy mayor y diabético. Le han cortado las dos piernas y, además, debe tener demencia senil. Está sólo. Dicen en los pasillos (porque al final aquí todo se sabe) que su mujer vive también sola por el Tesorillo, que tiene que coger tres autobuses para visitar a su marido, y que no le llega con la mierda de pensión que le ha quedado. Por eso está sólo todo el día.

El pobre hombre se queja, se lamenta y acaba dando alaridos cuando se le pasa el efecto de los analgésicos. Sobrecoge oírlo. Lleva así una semana. Al principio era dramático y todos estábamos impresionados. Hoy sus gritos y lamentos forman parte del entorno hospitalario.

Nuestra nueva vecina de habitación es una señora de ochenta años, vivaracha y muy arrugada. No fuma, "vapea" constantemente desde una especie de cilindro con boquilla. Dice que tiene muchos nietos y los tiene repartidos por Inglaterra y Gibraltar, estudiando unos y trabajando otros. Cuidan a la señora su hermana mayor, de ochenta y dos, que viste vaqueros y pañuelo palestino al cuello, y su nieta preferida, que estudia gestión de empresas en Madrid, y dentro de tres días se marcha a New York con una amiga. 


La nieta es guapísima, alta y rubia, y además simpática. Mi hermana le ha propuesto matrimonio en nombre de su hijo, mi sobrino, y la chica se ha reído. Viste jersey holgado, rojo, y mallas negras muy ajustadas. Tiene bonito tipo la rubia, y mejores formas ocultas…

…pero no sé. El diabético sin piernas ha recomenzado sus gritos de auxilio y la abuela se acaba de tomar un frasquito de esos para evacuar las tripas, y se caga cada diez minutos dejando turbios efluvios por la habitación… y así como que no encuentro yo la manera de dedicarle a la rubia un pensamiento erótico…

...o eso, o que se me está pasando la cosa erótica a un segundo plano.

No sé yo. No sé…

martes, 25 de noviembre de 2014

El tuerto imbécil

Ochenta y siete pasos hay de un extremo al otro del pasillo. A ambos lados las puertas abiertas ofrecen al paseante el interior de veinte habitaciones de hospital. Las habitan pacientes de la sanidad pública recién operados de algo. Cada uno enchufado a un gotero de medicamentos... Y siempre sedientos de analgésicos, no porque escaseen sino porque uno siempre quiere más, por eso se oyen a veces suaves lamentos. Los pocos enfermeros/as (criminales recortes los han convertido en rara avis) no paran de ir y venir. Y conforme pasan los días, a fuer de cruzarte en el pasillo, te haces amigo de otros pacientes que lo recorren arrastrando pies, goteros y drenajes sanguinolentos. ¿Cómo va la cosa, amigo? Aquí, poquito a poco...


Al fondo del pasillo, los fumadores incontrolados han abierto la puerta de emergencia y conformado un fumadero clandestino en el descansillo exterior, al aire libre. Allí coinciden los fumadores y los que acabamos aburridos de contemplar las cuatro paredes... Iba a decir las cuatro paredes blancas, como decía Serrat, pero ya no son blancas, son azulinas y crema. Los hospitales ya no son lo que eran en cuanto a estética y atenciones. 

Desde el fumadero clandestino, en el segundo piso de las escaleras de incendios, vemos la zona ajardinada. En el suelo, cada diez metros, hay pintada una señal de prohibido fumar, pero nadie hace caso y aquello está regado de colillas y fumadores. A mi me hace gracia esta especie de rebeldía intrascendente. Una joven pelirroja fuma justamente encima de una señal... Merecía una foto, pero no llevó el móvil encima. El sol de otoño le llega desde atrás y parece que tiene un halo dorado en la cabeza. Habría sido una foto sugerente. Hay una taxista rubia de bote en la parada. Tiene el pelo como Teófila Martínez, la alcaldesa de Cádiz. Cuando servidor era pequeño no existían alcaldesas, ni mujeres taxistas, eran asuntos de marimachos... Se decía así. Y recuerdo entonces a África la macho, un personaje muy querido y popular en la Ceuta de mi niñez.

Un paciente con apósito en el ojo derecho (si fuera negro parecería un pirata) ha salido al fumadero del segundo piso, le acompaña su cuñado, un hombre de arrugas muy pronunciadas. El cuñado le cuenta que cuando se marche va a echar un palangre con no-sé-cuantos anzuelos, que hace muy buena mar hoy. Y que los va a encarnar uno por uno... los anzuelos, dice. Y el paciente, entré calada y calada, le aconseja que se lleve un puñado de guantes de goma, de esos que usan las enfermeras, para la cosa de encarnar anzuelos, que están ahí, sin vigilancia, en el control de enfermería. Total, nadie se va a dar cuenta. Mi Compi y servidor nos miramos aguantando las ganas de decirle al tuerto lo imbécil que es. 

Y, no sé... Parece que fuéramos un país sin conciencia de lo común. Generalmente no entendemos el respeto y el mimo que todos debemos a lo que es común, a lo público, a lo de todos. ¡Cómo no vamos a tener corrupción si muchos la llevamos circunscrita en nuestra propia incultura, y la ejercemos a nuestro nivel, aunque sea un nivel ínfimo e inapreciable! Cómo vamos a cambiar algo sí nos callamos cuando tenemos ocasión de afear estos comportamientos... De esa forma, dejándolas estar, difícilmente contribuimos a cambiar las cosas.

viernes, 14 de noviembre de 2014

No recuerdo de qué iba esto


Ya no recuerdo de qué iba esto. Tal vez era una solución ácida con rojo de metilo… no sé. Cada día que pasa los asuntos que fueron cotidianos en mi vida resultan más lejanos. Me daba por fotografiar estas cosas entre análisis y análisis… los tubos, las sombras, las formas propias de un laboratorio.

El árbol que plantamos en 2002 está hecho todo un hombrecito. Era un sauce llorón y hoy las ramas llegan hasta el suelo. Ya solo le faltaría un arroyo cantarín discurriendo por abajo, pero eso no va a pasar. Jesús y Mary se fotografiaron junto a él para mostrarme su porte actual, y me provocó una punzada de nostalgia. Treinta y tres años en ese laboratorio y ahora me sentiría un extraño si entro por la puerta. Supongo que eso forma parte de la vida… pasar.

Es cierto: pasamos por la vida, seguramente, dejando retazos de lo que somos y absorbiendo retazos de los demás. La vida es un intercambio de momentos, hablas, te hablan, oyes, te oyen, rozas, te rozan, amas, te aman. Y así vas pasando hasta que se acaba el camino. No sé… seguramente es más fácil estar muerto que vivir. Lo doloroso es el proceso de ir muriendo porque implica la peor despedida.

No somos héroes. Nos puede la resignación.

martes, 11 de noviembre de 2014

Les dije que deberían ser como un junco en mitad de la corriente

Me lo enseñó una persona muy interesante, de esas que merece la pena conocer, a los pocos días de casarme. Me triplicaba la edad, pero hubo siempre una corriente de simpatía y complicidad entre él y servidor. Recuerdo su mano en mi hombro, sonrisa socarrona y gesto sobrado: hijo, tienes que ser como un junco en mitad de la corriente… y no dijo nada más, no hizo falta. Después de eso, más que recordar sus palabras, he rememorado muchas veces su gesto y su mirada cuando las dijo…

…y eso traté de hacer el otro día en la boda de Manolo y Ángela, continuar la historia, sembrar la misma idea y recordar con todo cariño al tío Marcial, ese hombre ejemplar:

«Hace muchos años, en una situación similar a la vuestra —es decir, recién casados— un hombre bastante sabio me dijo una cosa que nunca he olvidado. Me dijo: DEBERÍAS SER COMO UN JUNCO EN MITAD DE LA CORRIENTE. Que si no me equivoco es una frase de Confucio, y no necesita muchas explicaciones. Los sabios tienen esas cosas, que se explican muy bien. Ya sabéis, la frase hace referencia a las cosas que suelen pasar en la convivencia entre dos personas, a la necesidad de adaptación, habla de la importancia de ser flexibles y evitar posturas rígidas que provoquen rupturas… de aprender a confrontar civilizadamente para elegir qué batallas hay que pelear y cuáles no. Habla de superar los malos momentos, de aprender de ellos y de salir enriquecidos de la experiencia… de todo eso habla, y de no olvidar las propias convicciones, al fin y al cabo el junco vuelve a su sitio y la corriente continua su curso. Esta es la explicación políticamente correcta.»

En este punto expliqué que cuando digo ‘junco’ también hay que entender ‘junca’. Que la cosa iba en ambas direcciones.

«...pero hay otra explicación que me dejó cavilando. Me la explicó un amigo, un poco sinvergüenza, me dijo que eso del junco y la corriente lo llevaba haciendo él desde que se casó. Que él siempre escuchaba pacientemente las palabras de su mujer, y luego hacía lo que le venía en gana...»

En realidad, lo que este amigo un tanto canalla me dijo era que ‘soportaba estoicamente las broncas de su mujer’… pero lo suavicé porque no era el momento de introducir malos rollos en el sistema…

«Claro, desde entonces existe una duda razonable: ¿Qué nos quiso enseñar el hombre sabio? ¿Una reflexión sobre tolerancia y respeto o una simple receta para sobrevivir?

No sé… tal vez fuera precisamente esto lo que el hombre sabio quería plantearnos: que no hay una sola explicación, que no hay absolutos y que siempre hay otro punto de vista tan válido como el primero. Y, mirad, la experiencia nos enseña —lo voy a decir aunque me tachéis de sexista— que la mujer siempre-siempre tiene otro punto de vista. Un punto de vista generalmente más intuitivo, más lógico y mejor. Un punto de vista que siempre conviene tener presente.

Así que, no sé… por la cuenta que os trae, más vale que os escuchéis mutuamente, que apliquéis empatía en cualquier relación, que seáis como un junco en mitad de la corriente... pero todo eso, todo eso, envuelto y adobado de muchísimo  cariño. De esa forma tendréis una buena oportunidad»

Y entonces les di un abrazo fuerte.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Un asa de plástico en la basura

Una persona que escuche Hey Jude no puede mala gente. Llevaba los pinganillos sobre los hombros, a toda pastilla, por eso me llegaron los compases de McCartney al pasar... ese se va a quedar sordo antes de los cuarenta, sentenció mi compi. Y si tiene razón -que la suele tener-, al chico le deben quedar unos veinte años de audición sana.

Cargaba un paquete de seis botellas de agua, a litro y medio cada una, son un mínimo de nueve kilos... sujetos por un asa de plástico que se rompió. Las botellas rodaron por el suelo otoñal y el chico se quedó sorprendido con el asa de plástico en la mano...

Ese día soplaba levante en la Isla de León, y cuando eso ocurre, las calles se llenan como por ensalmo de plásticos arremolinados en cualquier sitio. No sé cómo ocurre, pero es rolar a levante y, donde antes había una relativa pulcritud, de inmediato se colma de basura. Y como, además, es noviembre, las hojas secas llenaban las aceras de la vieja ciudad.


Y si es cierto que el dinero llama al dinero, la basura también llama a la basura... Podemos poner empeño en no ensuciar un lugar limpio, pero no merece la pena esforzarse cuando nos rodea el desorden y la suciedad. La acera estaba hecha un estercolero. Volaban bolsas de plástico, hojas secas, papeles de periódico desestructurados, servilletas de la cafetería. ¿Qué más da añadir un asa de plástico a tal maraña?

Me quedé mirando al chico de los pinganillos por el hombro. Desde la relativa distancia, oí a McCartney comenzar el éxtasis final de Hey Jude... ¿Qué hará el chico con el asa de plástico? Le di un codazo a mi compi y le dije: lo va a tirar al suelo, lo va a tirar...

El chico se colocó los pinganillos en las orejas, se metió el asa de plástico en el bolsillo y recogió las botellas…

Na-naaa, na-na-na-na-NAAA… Hey Jude.

Ya digo, una persona que escuche esto no puede ser mala gente. ¡Aún hay esperanza!

martes, 4 de noviembre de 2014

El problema de morir inglés en la consagrada España

Ando estos días buscando datos para componer la historia de un viejo cementerio que hay en la Casería de Osio, San Fernando. Es un camposanto militar que tuvo distintas denominaciones, de los franceses, de los ingleses o de los soldados… Y, es verdad, si uno quiere escribir sobre algún asunto no queda más remedio que documentarse en archivos, bibliotecas y leer docenas de libros y artículos relacionados. Y en ese proceso se aprenden muchas cosas…

Cementerio de los ingleses: Puerta desde un boquete en el muro trasero. 2014
Imagen de Alejandro DP

 …no era sencillo ser enterrado dignamente en España si eras inglés. No. La confesionalidad extrema y la intransigencia religiosa en este país nuestro han sido, hasta ayer mismo, propias de dementes declarados. Por poner un ejemplo, valgan las palabras de cardenal Segura, un auténtico teócrata, en una de sus cartas pastorales de 1952. En ella decía que “…el hereje no tiene derecho a la protección jurídica en caso de un conflicto con un católico”. Si esto se decía abiertamente mediado el siglo XX, los usos y costumbres anteriores, relacionados con los enterramientos de herejes exceptuando el paréntesis de la II República, son escalofriantes.

El cuerpo que contuviera un alma herética no podía ser enterrado bajo ningún concepto en el terreno sagrado de las iglesias, ni en los cementerios anexos a las parroquias. En el concepto ampliamente aceptado, España era terreno bendecido por la iglesia católica, apostólica y romana, y no estaba bien visto contaminar el suelo patrio con el cadáver de cualquier hereje. En el mejor de los casos, los no católicos, se enterraban directamente en tierra, sin boato, discretamente y en lugar no identificado.

Algo peor le ocurrió Mr. Hole, secretario de Lord Digby, jefe de la embajada británica que envió Jacobo I en 1622. Desembarcaron en Santander pero Mr. Hole tuvo la desgracia de morir inmediatamente. Sin embargo, aunque hoy nos resulte sorprendente, las autoridades negaron cualquier posibilidad de ser enterrado en suelo español. Y para solventar el escollo, no hubo más remedio que meter el cadáver en una caja de madera y lanzarlo al Cantábrico, es lo que habría ocurrido si Mr. Hole hubiera fallecido en alta mar. Pero no acaba aquí el problema, porque los pescadores creían firmemente que el cadáver de un hereje flotando en sus aguas ahuyentaría la pesca irremediablemente. Recogieron la caja del mar y depositaron el cadáver de Mr. Hole en un descampado, a cielo abierto, para que alimañas y aves carroñeras hicieran desaparecer físicamente el problema.

Este no es el único caso que se conoce, hay otros similares, por ello, en 1676, en el marco del llamado “Tratado para la conservación, y renovación de Paz, y amistad entre las Coronas de España, y la Gran Bretaña. 1676” se incluye un artículo que garantiza una digna sepultura para los británicos muertos en suelo español...


Pero no se cumplió tal compromiso. Los británicos y, en general, todos los no católicos, tuvieron negada una sepultura digna en suelo español hasta bien entrado el siglo XIX, cuando finalmente, en 1833, Fernando VII acepta que los herejes sean enterrados en parcelas propias, amuralladas, sin boato, sin liturgias y con total discreción.

Resulta escalofriante lo que relata en 1831 Willian Park, cónsul británico en Málaga, fruto de sus propias observaciones. El cadáver era semienterrado en plena noche, en la orilla del mar, en posición vertical y con la cabeza al descubierto, fuera de la arena. De esa forma ningún cristiano sepultaba técnicamente el  cadáver de un hereje en suelo español, y quedaban a salvo de cometer actos impropios. La cabeza del cadáver quedaba expuesta a que la devoraran los perros, o los peces cuando la marea lo arrastrara mar adentro. Y esta práctica —que se aplicaba a la colonia de extranjeros de Málaga— se mantuvo hasta que el mismo cónsul consiguió que las autoridades locales consintieran la cesión de una parcela para formar el primer cementerio inglés de España.

Y en vista de estos hechos, tenemos que plantearnos muchas preguntas respecto al Cementerio de la Casería de Osio. Si nació en 1809 para dar sepultura a los prisioneros franceses —generalmente católicos— tuvo que ser inevitablemente consagrado por las autoridades eclesiásticas. ¿Pudo entonces un cementerio consagrado católico acoger combatientes ingleses?

Fuentes:
El Cementerio británico de Madrid / Separata de Anales del Instituto de Estudios Madrileños – Tomo XXXIX / Madrid 1999
LEGISLACIÓN FUNERARIA Y CEMENTERIAL ESPAÑOLA: UNA VISIÓN ESPACIAL / Mikel Nistal - Instituto Geográfico Vasco. San Sebastián

miércoles, 22 de octubre de 2014

El cementerio de los Ingleses


No sabría explicar por qué, pero uno se embelesa entrando en las ruinas de una casa. Me gusta vigilar cómo, año tras año, se van ensanchando las grietas en los viejos muros, observar las techumbres caídas y comprobar que hasta las vigas más recias acaban vencidas por la carcoma y el tiempo. Y me gusta rebuscar en el suelo, entre el amasijo de tejas y cascotes, indicios de la gente que las habitó. Una vez, en las ruinas de una casa, por la sierra del Caurel, en Lugo, encontré una vieja hoz… y desde entonces rebusco inútilmente algo así en cada casa abandonada. 

Entrar a husmear en estas ruinas también sirve para comprobar que los hombres somos unos vándalos, y que tenemos una tendencia perversa al desorden en cuanto cualquier situación ya ha comenzado a desordenarse (busque el lector el llamado Síndrome de las Ventanas Rotas, que es un curioso ejemplo de cómo nos enfrentamos al desorden)

Siempre imagino que otros hombres, en otro momento, las construyeron; piedra sobre piedra, arrejuntadas con cal y arena, y les dieron uso. Seguro que hubo gente que allí nació y murió; gente que disfrutó de un atardecer apacible en la puerta… Todo lugar viejo tiene viejas historias guardadas, y me gustaría conocerlas, o imaginarlas, pero casi nunca es posible.

Hay en San Fernando, a orillas de la Bahía de Cádiz, muy cerca de la llamada Casería de Osio, un viejo cementerio completamente abandonado. No tiene cruces, ni tumbas, ni mausoleos, ni lápidas. Nadie diría que fue un cementerio. Sólo queda una puerta, restos de un altar y parte de los muros perimetrales que se van deshaciendo a pasos agigantados. Decir que las viejas piedras de un cementerio están ligadas a la muerte no es decir gran cosa… pero en este caso, creo que sí, que sus muertos tienen una historia que debería ser recordada.

Cuentan los que saben de estas cosas que el Cementerio de los Ingleses se construyó en 1809, en el contexto de la Guerra de la Independencia contra Napoleón, para enterrar a los franceses (sí, a los franceses) que murieron o sobrevivieron a la batalla de la Poza de Santa Isabel:

El 2 de Mayo de 1808 los madrileños se sublevan contra el poder francés y son masacrados sin piedad. El ejército galo deja de ser una fuerza aliada… ahora es el enemigo a batir.
«Mientras tanto la escuadra francesa que sobrevivió a Trafalgar, mandada por el vicealmirante Rosilly, seguía atrapada en Cádiz. Estaba formaba por los navíos Héroe, Neptune, Venceteur, Plutón y Algeciras, y la fragata Cornelia y se encontró en una situación insostenible porque los acontecimientos del 2 de Mayo y el asesinato del gobernador de Cádiz, General Solano, tenido por afrancesado, la habían convertido, de la noche a la mañana, en una fuerza enemiga sin posibilidad de escape. Por un lado, la flota inglesa bloqueaba la salida a mar abierto, y por otro la creciente hostilidad española, a pesar de los intentos negociadores del nuevo gobernador, General Morlá, obligaron a Rosilly a refugiarse, el 30 de mayo, en el único punto donde las baterías que se montaban en la costa no pudieran alcanzarle: la llamada poza de Santa Isabel. “Acoderándose de manera que en un momento dado, pudiera batir con facilidad el Arsenal y los polvorines de Fadricas”. Su única salvación era resistir y esperar a ser rescatado por las tropas del general francés Dupont, que avanza hacia Bailen, o embocar el caño de la Carraca y atacar el Arsenal.»
La Heredad de Fadrique, 2003. Pág. 190
Pero Dupont no llegó a tiempo. Las baterías españolas, diseminadas por toda la línea de costa, junto con los navíos y lanchas sutiles españoles, consiguieron la rendición y captura de la flota francesa con 3.676 hombres… Y un mes más tarde, tras la derrota en Bailen, llegaron a la bahía 17.350 nuevos prisioneros franceses. Una vez llenos los penales de que se disponía en Cádiz, ¿qué hacer con esa cantidad de hombres? Fueron hacinados en los llamados sepulcros flotantes; pontones-prisión (viejos navíos desarbolados) fondeados en mitad de la bahía. Es una vergonzante historia que recupera Lourdes Márquez Carmona en su libro RECORDANDO UN OLVIDO: Pontones Prisiones en la Bahía de Cádiz. 1808-1810 INVESTIGACIÓN - Editorial Punto Rojo…

…faltos de agua, comida y atención sanitaria, la mortandad en los pontones fue enorme, y la necesidad de habilitar un nuevo cementerio, evidente.


Lo cercó con un muro el ingeniero militar Antonio Prat, destinado en el Arsenal de la Carraca. Usó los materiales propios de la zona, piedra ostionera. Y cuando en febrero de 1810 la Grande Armée puso cerco a San Fernando y Cádiz, los ingleses se convirtieron en aliados, y lucharon a nuestro lado contra el francés…

La fantasía popular y las leyendas urbanas de la ciudad dicen que los soldados y oficiales ingleses muertos durante el asedio del general Dupont, entre 1810 y 1812, fueron enterrados en este cementerio militar, que desde entonces se nombra cementerio de los ingleses. Hay quien aún recuerda haber visto lápidas con nombres extranjeros por el suelo… Dicen que ya no quedan restos ni de franceses ni de ingleses, que se los llevaron en las primeras décadas del siglo XX. 

Y también dicen los que conocen otros tiempos que junto a los muros del cementerio fueron asesinados hombres que no se sumaron a la sublevación fascista contra la II República Española… que son muertos que merecen justicia y el recuerdo de todos nosotros.

Y mientras eso pasa, cada año caen las piedras de los viejos muros del cementerio… las que fueron testigos mudos de los crímenes.

martes, 14 de octubre de 2014

12 de Octubre: Día de la raza

Ha llovido mucho está noche y la plaza del Rey sigue mojada a esta hora. Sin embargo, a pesar de los chaparrones, las cubas del servicio de limpieza están baldeando la plaza… No lo entiendo. Tampoco entiendo que los aspersores estén regando el césped del Barrero a pesar de estar todo encharcado. No es malo que este tipo de cosas se ajusten a un protocolo. Pero se ve que siguen un protocolo sin alma, y que son incapaces de sobreponer una voluntad racional sobre los automatismos. Racionalizar el gasto debería consistir MÁS en cuidar  estos detalles y MENOS en recortar salarios y servicios públicos.

— ¿Raciona-qué?
— Déjalo, Arturito. Otro día te lo explico…


El sin techo sigue sentado en su banco de granito, a pocos metros del 44 y frente al culo del caballo que monta el militar bilaureado. El general de bronce es hijo predilecto de San Fernando e insigne receptor de los sobornos de Churchill para que influyera sobre don Francisco y no entráramos en la 2ª Guerra Mundial. Pero no creo que al sin techo le preocupen los antecedentes del general Varela. Lleva sus dos maletas y su mochila forradas con plásticos del Mercadona; eso sí le preocupa. Hoy viste de otoño, con una cazadora de cuero, un pantalón de corte militar y una gorra azul marino. Sigue bebiendo de su litrona a pequeños buches y fumando un tabaco de papel color chocolate. Deja pasar el tiempo mirando al frente, al edificio de Correos. Cada vez que le veo así no dejo de preguntarme qué cosa esperamos de la vida cada uno de nosotros…

La lluvia de esta noche ha empapado los pendones de la ciudad. Pendían del viejo y ruinoso ayuntamiento, un soberbio edificio del XVIII que no hay forma de restaurar. Ahí estaban las banderolas de paño granate que me recuerdan los colores de Semana Santa… prácticamente lo único capaz de movilizar a la gente en este pueblo. Sirvieron para engalanar los actos del 12 de Octubre, Día Nacional de España. Tal día como ese, por lo visto, Colón descubrió el Nuevo Mundo…
…y los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja. 

Eduardo Galeano. Los hijos de los días. 

Desde luego fuimos un regalito para los nativos de aquellas tierras. Recuerdo que durante mi niñez, cada 12 de Octubre era el Día de la Raza. Franco recuperó tal denominación en 1940. Si Hitler tenía su raza aria, nosotros teníamos la nuestra propia: una raza hispánica forjada de la fusión de pueblos y culturas de ambos lados del Atlántico. No íbamos a ser menos que los nazis… Al final hubo que cambiar el nombre de la fiesta por obvias razones, y desde 1958 se llamó Día de la Hispanidad, una jornada con desfiles e himnos militares que extraían lágrimas y sollozos patrios. Hoy me parece que pasa sin pena ni gloria como Día Nacional de España… apenas sirve para ver a las infantas, tan rubias y tan monas ellas, y a la legión capitaneada por una cabra. Muy propio todo.

España es un país extraño. Yo diría que inconcluso, en construcción y/o deconstrucción… Nuestro himno no tiene letra, ni posibilidad de consensuarla. Personalmente, cualquier letra que inventaran me iba a parecer una sublime horterada, por no decir una imbecilidad para consumo de simples. Ni tenemos un día nacional indiscutible… haber encontrado un continente para la cristiandad y la rapiña no creo que sea un mérito objetivo, y rememorar la tropelía aún peor. Y, para colmo, ni siquiera tenemos cerrada ni concluida la convivencia entre los pueblos peninsulares… porque, la verdad, tampoco era cierto que fuéramos una Unidad de Destino en lo Universal. ¡Menuda tropa somos!

Pero seguramente no es tener un país inconcluso lo que preocupa a la gente, ni que el himno no tenga una letra decente, ni que el día nacional sea un invento metido con calzador… lo que la gente quiere es ser feliz y eso pasa, inevitablemente, por ser gobernados por gente de confianza, gente que trabaje para construir un Estado que ampare con justicia a toda la gente.

jueves, 9 de octubre de 2014

El viajero solitario: Medina Sidonia


A veces olvidamos que ahí afuera hay un mundo abierto por todos lados y, a pesar de tal maravilla, nos empeñamos en vivir encerrados entre cuatro paredes que aprisionan la vida. Por eso tengo que salir de casa, para confirmar que existe un espacio abierto y libre de miserias humanas, que no sabe de ébolas, ni de ineptos, ni de políticos corruptos. Hoy he vivido el atardecer camino de Medina Sidonia. Ha sido una estupenda tarde de otoño, luminosa, de sol cálido y brisa fresca. He circunvalado Chiclana y pasado cerca del ‘Velódromo de los Niños Salvajes’, allí donde me las apañaba para aplacar a los niños más intratables e indómitos que he conocido en mi vida… algún día contaré esa historia. Y he pasado por la puerta del Cementerio Mancomunado. Un sitio apacible, sin duda, y tentaciones he tenido de entrar para dejar pasar el tiempo entre sus cipreses.

Recuerdo que hace quince años todas las tarde hacia ese camino escoltando el entrenamiento de un grupo de ciclistas. Entonces era una carretera pequeña y solitaria, sin arcén y flanqueada de arboles. Ya no es así. La nueva carretera ha dejado aislado un poblado llamado El Berrueco… donde los adultos esperábamos al pequeño pelotón tomando café en una venta. Hoy, la venta está abandonada y tapiada, y todo aquello parece un poblado fantasma. Los jóvenes ciclistas llegaban a Medina subiendo por la cuesta de la Venta del Carbón, o por el otro lado, por la Venta de la Viuda, una cuesta que los chavales llamaban ‘La Pared’. Miedo me daba verles bajar esa pendiente en una bici tan frágil… Y viéndoles comprendí que el último ciclista del pelotón es un auténtico superhombre.

Hoy he pasado por el lugar donde Álvaro metió la rueda delantera en una grieta del asfalto y se cayó de la bici. Y por el lugar donde don Eduardo, entre los eucaliptos y las chumberas, reclamó un día a las perdices. Y reproducía el sonido tan fielmente que se le acercaron dos hembras. Luego está la Venta del Carbón, donde hace años, uno de los camareros le tiró los tejos a mi cuñado Paco… El no se acuerda, pero yo sí.

La plaza de Medina Sidonia es rectangular. Una luz diáfana, extraordinaria, ilumina los edificios blancos que la flanquean. En uno de los extremos, el ayuntamiento. Neoclásico, seguramente de finales del XVIII. Y en el otro extremo, varias terrazas repletas de clientes que disfrutan de los últimos momentos de sol. La plaza está atestada de niños. El griterío es ensordecedor… se ve que se lo pasan bien. Desde el azucarillo del café, Einstein reflexiona: “Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación, porque tu conciencia es lo que eres y es tu problema. Tu reputación es lo que otros piensan de ti, y lo que piensen los demás es problema de ellos”. No sé, cada día aparecen más frases atribuidas al bueno de Alberto, y a este paso habrá un dicho suyo para cada aspecto de la vida… como en la Biblia o El Corán. Y eso no puede ser bueno.

Una abuela da la merienda a su nieta… ambas van en silla de ruedas, una porque es pequeña, la otra porque es mayor. Un grupo de turistas nacionales —parecen jubilados, más por la forma de vestir que por la edad—, siguen a una joven que enarbola una banderita roja. No me gusta la condescendencia con que los trata…

En las mesas de la terraza no se perciben malas caras. Todo gira en torno a risas y confidencias. Cuatro mujeres, de unos cuarenta años, guapas, profesionales —tal vez docentes—, ocupan una mesa. Una de ellas está recibiendo quimioterapia y cubre su cabeza con un pañuelo. Es la que más ríe, y cuando lo hace se le achinan los ojos. Me gusta mirarla a hurtadillas. Me recuerda a mi compi. Se las ve con unas ganas enormes de vivir el momento.

La nieta no tiene dos años todavía, es rubia y tiene encima de la cabeza tres pelos pillados con un lazo rosa. Cuando termina la merienda llega su madre y se lleva a las dos a través de la plaza, a la abuela y a la nieta, cada una en su silla de ruedas, una porque es pequeña, la otra porque es mayor.

Una de las cuarentonas me mira de vez en cuando. Me gusta que lo haga, pero desde mis sesenta y dos las veo como inalcanzables objetivos sexuales. La que me mira de vez en cuando enciende un cigarrillo, y la que se ríe de su quimioterapia le pega un tortazo en la mano, seguramente escarmentada. ¡Leñe, que tires eso! Le increpa. No llevan faldas. Todas visten pantalones...

…es verdad, ahí afuera hay un mundo amplio, habitado por hombres y mujeres libres, que viven su día a día al margen de las miserables manipulaciones humanas. Gente normal, no contaminada, que se relaciona en la plaza de los pueblos, allí donde no llegan periódicos, radios ni televisiones.

Sí, se nos olvida que hay un mundo más amable.


sábado, 4 de octubre de 2014

La normalidad criminal

En enero de 2013, el ministro japonés de finanzas —uno de los empresarios más ricos del Japón, por cierto— dijo a los ancianos de su país que se dieran prisa en morir. ¿Qué lógica utilizó para decir semejante cosa? Una lógica mediante la cual el Estado no debe gastar tanto dinero en la atención sanitaria de carcamales que ya no sirven para incrementar la riqueza del país. Es la lógica de la ortodoxia paleoliberal que gobierna el planeta globalizado: el máximo beneficio privado.

Poco después, un informe del FMI alertaba del enorme gasto que supone para los gobiernos el pago de las pensiones y, en consecuencia, el peligro que implica para la estabilidad financiera de los países. Es decir, en esta lógica demencial, que los jubilados vivan más de lo que se espera de ellos, es un desastre para las finanzas. ¡Qué se habrán creído esta panda de carcamales! ¡Que les vamos a tener que pagar sus pensiones y sus gastos médicos hasta que se mueran!

Pero no hay que irse muy lejos, en Cádiz, la Tacita de Plata, se edita un periódico gratuito que se llama Viva Cádiz, que cuando comenta los presupuestos españoles para 2015 dice que habrá poco dinero para políticas sociales. ¿Pero por qué hay poco dinero para políticas sociales? Pues porque hay que pagar demasiadas pensiones... Viene a decir que si hubiera menos pensionistas tendríamos una mejor atención social. Señalar a los pensionista como culpables de una decisión política es, simplemente, una burda manipulación periodística y, además, implica un comportamiento cómplice con la nueva 'normalidad criminal'.

Son pequeñas ideas que van cayendo un día, aquí y allá, que se repiten una y otra vez hasta que entran a formar parte del ideario básico de la gente. Las pensiones son una carga para las cuentas del Estado, y eso es malo para la creación de empleo... Son ideas que acaban formando parte del 'sentido común' al que le gusta remitirse nuestro presidente para justificar precisamente los ataques a una sociedad solidaria. Y así van conformando una nueva normalidad social, eliminando humanidad, descartando empatía y excluyendo la ética de toda decisión política... Y sin humanidad, sin empatía y sin ética no tenemos elementos para discernir los comportamientos criminales que impone la casta que nos gobierna. 

Y, por último, hace unos días la presidenta del Círculo de Empresarios de España lanzó otra de las ideas criminales que van conformando poco a poco la normalidad en esta mierda de sistema paleoliberal que nos ha impuesto la despótica minoría financiera:

“…lo único que os digo es que prefiero (contratar) una mujer de más de 45 o de menos de 25, porque como se quede embarazada, nos encontramos con el problema”

(Ver vídeo: > http://circulodeempresarios.org/sites/default/files/estaticos/intervencion-sra_monica_de_oriol_-_3min.mp4)

‘Lo normal’, según esta señora, es considerar problema a una mujer que queda encinta mientras trabaja, porque se reducen beneficios y porque baja la productividad de la empresa, ese sacrosanto ente que ha sustituido a la persona como eje del pensamiento. ‘Lo normal’ para estas mentalidades mercantilizadas es condenar a las mujeres al ostracismo laboral porque sean potencialmente fértiles y, por tanto, potencialmente problemáticas. Y seguro estoy que infinidad de empresarios piensan lo mismo porque esto ya forma parte del nuevo ‘sentido común’…

Este nuevo concepto de la normalidad ha extirpado de cuajo la ética que nos permitía pensar en las personas como sujetos de atención. Antes, en el viejo mundo, los entes económicos estaban al servicio de las personas… ya no. El sistema paleoliberal de valores nos ha privado de la empatía necesaria para humanizar las relaciones entre personas en un contexto laboral. Ha convertido a las personas en cosas prescindibles porque solo importa el máximo beneficio privado. Es la única ley… y bajo ese paraguas la señora Oriol dice que una mujer embarazada es un problema para la empresa y, por extensión, cualquier persona susceptible de padecer enfermedad que mengüe la productividad. Puro 'sentido común'. Y se recortan derechos laborales, y se bajan salarios, y se extinguen prestaciones, y se menguan atenciones sociales, y se merman la educación y la sanidad públicas, etc., etc., etc. Puro 'sentido común'.


Esta es la nueva normalidad criminal. Este es el sentido común de los políticos neoliberales, que encaja perfectamente NO CON EL BIENESTAR DE LAS PERSONAS, sino con los intereses egoístas de una minoría financiera que maneja todos los hilos del poder político.