domingo, 1 de junio de 2014

Podemos recordar

Por razones de edad y de ignorancia no me enteré del Mayo francés, pero sí viví con intensidad la muerte de Franco y la metamorfosis del Régimen en una democracia que muchos encontramos encantadora en ese momento. Negar ahora esa sensación sería falsear las cosas. En 1977 fue un orgasmo emocional votar a una izquierda posible y transformadora. En ese momento teníamos al compañero Felipe, al viejo profesor Tierno Galván y al camarada Santiago. Y votamos con una inmensa alegría. Luego, confiados, nos echamos una larga siesta…

…hasta que la crisis nos despertó a bofetadas en mitad de una pesadilla neoliberal. Nos habían cambiado el mundo de manera sibilina y concienzuda. En este mal sueño —dura realidad—, votar se había convertido en un ejercicio tedioso y triste. La política era un asunto opaco y ajeno al ciudadano, y la democracia apenas era un gesto cada cuatro años. Sólo eso… De golpe, los políticos no eran nuestros compañeros de viaje, el ministro tal parecía el palanganero del mayoral y el Presidente del gobierno hacía de mamporrero del señor Marqués. Para llorar…

Por eso, cuando todo parecía perdido, en mayo de 2011, resultó fascinante la explosión de aire fresco que supuso el 15M. Fue extraordinario asomarse a las plazas para ver a la gente despierta y hablando de reconquistar la democracia otra vez. Ya sé que es algo insignificante, pero todavía me place recordar que estuve, y pude colaborar en el Manifiesto de la Asamblea de San Fernando, y que mis palabras escritas se amalgamaron con otras muchas sensibilidades sociales y políticas, y fuimos capaces de consensuar unas ideas comunes y, quiero pensar, universales.

Nada surge por generación espontánea. Todo es consecuencia de un hecho previo, de un peldaño anterior. En este sentido, los movimientos sociales y políticos son también consecuencia de situaciones previas, y cuando surgen se pueden convertir en olas históricas incontenibles. Sin crisis no habría 15M, y sin 15M no se puede explicar la nueva concienciación política de la gente, ni los movimientos sociales contra la involución educativa y sanitaria, ni la lucha contra los desahucios, contra el caciquismo de los alcaldes o contra la impunidad de los banqueros… Y, por supuesto, creo que sin el 15M tampoco se puede explicar el éxito electoral de Podemos en las elección al parlamento europeo 2014. Cierto que no es la única encarnación política de la contestación ciudadana contra la pesadilla neoliberal, que existen otros partidos y plataformas que emanan del 15M, pero Podemos ha sido la que ha aglutinado el voto que se inicia en las plazas de muchas ciudades españolas.

Es posible que tengan un programa utópico, un programa que es irrealizable en este mundo, pero ¡qué puñetas! Yo detesto este mundo por injusto y cruel, quiero escapar de la pesadilla neoliberal y crear otro mundo donde sea posible realizar cualquier programa utópico. Muchos estamos hartos de posibilismos y opciones practicas, para eso ya tenemos la puta realidad de mierda que nos rodea y nos imponen estos “compañeros de traje oscuro y fina corbata, luchadores de lujoso coche y hermosa casa…”


De nuevo se percibe en la gente ilusiones y ganas de cambiar la realidad, como ocurrió en otro tiempo. Uno muy lejano…

…recuerdo que la universidad era un hervidero de militancia desde mucho antes de que existiera normalidad democrática en España. La universidad, y supongo que la fábrica, la escuela, el campo, el sindicato, era un vivero de futuros dirigentes políticos. Recuerdo la vitalidad y el empuje de muchos compañeros que se forjaron en esos tiempos. A algunos he visto progresar en la política… Y luego los he visto perder vitalidad, y acomodarse, y olvidar para qué estaban ahí. Luego, cuando la generación forjada en la dictadura se echó a un lado, vinieron las nuevas generaciones y las juventudes, profesionales de la política, forjados todos ellos al servicio del partido desde la tierna adolescencia… Y fue entonces cuando olvidaron que tenían que estar al servicio de la gente, no del partido, ni de sus consignas, ni de sus idearios, ni de sus intereses.

Por eso, por la experiencia vivida y aunque peque de ingenuo, deseo de corazón que ahora sea distinto, que los nuevos políticos que van a surgir no olviden que sirven a la gente, y —lo más difícil— que nunca olvidemos otra vez que la democracia es nuestra.

PULSA AQUÍ para escuchar un tema del cantautor ceutí Carlos Bernal. “El Diputado” ilustra mejor que cien imágenes los párrafos anteriores. Letra y música de Carlos Bernal. No tiene desperdicio.



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