martes, 10 de junio de 2014

Lo insostenible según Acosta

Mi amigo Jesusito Acosta era el mismísimo diablo cuando corríamos por las calles del barrio. Ahora, ya con 65 años, a veces —pocas veces, la verdad— se pone filósofo y dice cosas serias, como si tuviera seso. Hace unos días, cuando se enteró que el club náutico de la Casería se está llenando de lodos, me puso dos ejemplos para explicar el significado de 'insostenibilidad' (le cuesta decir la palabra, pero el concepto parece que lo tiene pillado) Dijo que por razones obvias no se puede escupir hacia arriba ni mear contra el viento. Luego le dio una profunda calada al Ducados, tosió un poco y —como para aclarar conceptos— añadió que tirar dinero al retrete no es que sea insostenible, es que es de gilipollas. Y, para colmo, si lo que se tira al retrete es dinero público, además de gilipollas eres político. Y sacudió la ceniza con rudeza, como el que espanta el mal fario. Jesusito es así.
La draga extrajo lodos para construir los pantalanes. Poco a poco las mareas colman el socavón.
Esto último lo dice a cuenta de los 1,6 millones de euros públicos gastados en un club náutico privado sabiendo que las mareas van a colmatar las instalaciones en dos o tres temporadas. Pena le dan los socios del club que atracan allí sus barquitos, pero ya se sabe, no conviene mear contra el viento.

Casi cuarenta de mayo de 2014 y la brisa de poniente sigue siendo impertinente en el seno interior de la Bahía de Cádiz, junto al Club Náutico de la Casería de Osio. Es un sitio muy bello, plácido y lo han construido con gusto. Siguiendo la orilla en dirección a Punta Cantera, sobre los muros de una vieja batería de cañones de cuando Napoleón, tenemos El Bartolo, que es un güichi reconvertido en restaurante de mucho sabor. Y un poco más allá hubo un lugar con muchísima historia llamado Casería de Infante… que es a lo que voy.

A mitad del siglo XVIII, cuando se intentaba poner en funcionamiento un lazareto definitivo para la Bahía de Cádiz —encargado de vigilar las mercancías y personas sospechosas de transportar o padecer fiebre amarilla— una de las posibilidades que se barajaron fue la Casería de Infante. De hecho había estado funcionando provisionalmente en ese lugar desde 1723, y seguiría siendo lazareto de forma intermitente hasta entrado el siglo XIX. Ese edificio estuvo ubicado precisamente a escasos 300 metros del actual Club Náutico de la Casería de Osio… que ahora, poco después de la finalización de las obras se está colmatando de lodos, y en breve quedará cegado el canal que comunica los pantalanes con el canal principal de la Carraca. Un asunto, por cierto, muy propio de la dinámica de mareas y sedimentos que ocurren en el interior de la bahía desde que la bahía es bahía. Se ve que doctores tiene la Iglesia… y en estos menesteres tampoco.

Efectivamente, en 1763 se barajaron seis posibles emplazamientos para instalar un Lazareto definitivo en el contorno de la Bahía de Cádiz. Los seis fueron informados con sus ventajas e inconvenientes por el ingeniero militar Juan Marín Zermeño, de la guarnición de la capital. En su opinión, el mejor emplazamiento era el situado en la Casería de Infante. Sin embargo lo descartó porque era indispensable disponer de un punto de atraque permanente (no sólo en las pleamares) que permitiera desembarcar y alijar las mercancías de los buques en los almacenes de tierra. Y eso era imposible «…porque necesita un canal sumamente largo, y por consiguiente costoso para comunicarse con el principal [canal de la Carraca], en que anclan navíos del comercio, y con bien fundadas sospechas de que no pueda subsistir, atendiendo a que en las mareas altas y bajas, cogiéndole atravesado le llenaran de arena como prácticamente se verifica en otros caños o esteros que guardan la misma dirección...»

Es decir, la colmatación por lodos en el saco interno de la Bahía de Cádiz ya era visible y previsible hace casi trescientos años. Y, además, esa evidencia desaconsejó que la Hacienda Real gastara un solo real en la construcción de un lazareto definitivo porque el atraque sería inviable. Y si a esto sumamos que en el año 2011 ya se gastaron 734.086 euros de dinero público en el dragado de la vasija para los pantalanes y del canal de entrada al club privado porque no tenían calado suficiente… y hoy, en 2014, vuelve a estar lleno de lodos. Entonces, ¿cómo es posible que las dos o tres o cuatro administraciones del Estado español, implicadas en la construcción de ese puerto deportivo, no pusieran un mínimo de cordura encima de la mesa?

Jesusito Acosta tendría que haber explicado en esa mesa de sabios su concepto de insostenibilidad: No se puede mear contra el viento, tíos… ¡No se puede!




No hay comentarios: