jueves, 13 de febrero de 2014

Crónicas de un viajero del IMSERSO: Svetlana

Todos los del IMSERSO vamos a Valldemossa cuando viajamos a Mallorca. Es un bonito camino que atraviesa campos con olivos centenarios, plantaciones de naranjas y limones, y manchones con almendros en flor (esto último, ya se sabe, solo en enero y febrero, que es cuando nos llevan) También viajamos a Valldemossa para probar la coca de patata y las ensaimadas de cabello de ángel acompañadas de un chocolate a la taza. Los del IMSERSO somos así, que nos dejamos llevar por nuestros guías de MundoSenior.
En la plaza de Rubén Darío este viajero entra a pasear y mirar en el taller-galería de Alexander Sorikim, un pintor ruso, retratista con seis años de estudios en una prestigiosa academia de Moscú, que lleva 12 años en España. Y piensa el viajero jubilado que no debe ser un nuevo rico ruso, uno de esos mafiosos que se enriquecieron de la parcelación y venta a precio de saldo del Estado soviético. Más bien debe ser uno de los que se tuvieron que marchar para no morir de inanición tras la implosión de la URSS, en el periodo de conversión en una dictadura capitalista... De esos miles de extraordinarios artistas rusos (músicos de cámara, cantantes de ópera, pintores, bailarines, retratistas...) que vemos ejerciendo su arte por las calles de cualquier capital de la opulenta Europa. Alexander ha debido tener más suerte que muchos de sus conciudadanos y vive de su arte con bastante dignidad en Valldemossa, un coqueto pueblecito de Mallorca.
Su compañera es muy guapa y se llama Svetlana Sherbina. También es pintora, tiene a la venta acuarelas muy interesantes. Va enfundada en un anorak negro con cuello de piel, y unas botas que no desentonarían para nada en la taiga rusa... Es verdad que hace frío en el taller-galería de Alexander pero el viajero piensa que no es para tanto y que, para ser rusa, se pasa un poco.
Saludo al entrar y la chica se me queda mirando a hurtadillas. Lo noto. Luego se acerca y, con un acento muy marcado, me dice que al artista le gustaría hacerme un retrato, y que si no me importa posar para él, que solo serían unos quince minutos.
Bueno, le digo pensando que es una emboscada, pero no te aseguro que después lo compre, porque no están los tiempos... Pero no me deja terminar y aclara que el retrato no estará a la venta, que el artista está realizando una serie de rostros masculinos y femeninos para hacer sendas exposiciones. Bueno, vale, si es así, adelante.
Unos trazos más tarde, Alexander Sorokin, el artista que hace años se exilió de la nueva Rusia, tiene sobre el lienzo una interpretación de mi rostro y de mi alma que encuentro fascinante. Le pregunto que por qué me ha retratado, y dice que Svetlana ha visto fuerza en mi rostro, en la barba, en lo singular de los ojos. Una cara singular y viril, y que si ella lo dice...


...el resto de la jornada el viajero deambula por la isla con el ego por las nubes. Para ser un jubilado del IMSERSO no está nada mal que una chica tan guapa se haya fijado en uno…



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