jueves, 12 de mayo de 2011

Artistas de la Isla en el museo Carmen Thyssen de Málaga

A mi amiga le llamaron la atención en tres ocasiones. Tantas, como veces renunciara Pedro al Maestro antes de que cantara el gallo.
La primera fue porque puso un pie por detrás del cordón de seguridad (pero sólo fue un momento, para no caerme) Luego porque las tres se reían demasiado fuerte… que no sabía una que reír estaba mal visto, ¡pordió!
Y la última fue cuando señalaba una pintura costumbrista del XIX con el folleto; así, con la mano extendida. Los pies detrás del cordón de seguridad, como debe ser, a un metro de la pared, pero el folleto (¡madre mía, el folleto!) —enrollado como hacen con el periódico los corredores en San Fermín— peligrosamente cerca de la tela, como cuando el malo de la película pasea la punta del bisturí por delante del ojo de la chica rubia maniatada… Así de peligroso. Y mientras la punta del folleto giraba delante de la pintura costumbrista del XIX, las otras dos Artistas de la Isla escuchaban embelesadas las explicaderas de mi amiga… veis este gitano de aquí, este que se guarda la faca en la faja roja; pues este gitano se ha liado con la hermana de la bailaora, que es su prometida (la bailaora, digo) desde jovencitos; porque sus padres los prometieron cuando tenían siete y cinco añitos, y ahora va el tío y se lía con la hermana… y por eso la bailaora le está mirando que lo va a matar con la mirada. ¡Mira, mira cómo lo mira! Y este que está sentado delante de la garrafa de vino es el hermano de la bailaora… y lo va a matar, porque es que lo va a matar. Se está viendo venir…
…entonces fue cuando aparece una guardia de seguridad con apariencia de azafata y dice… sepárese un poco, señora. Ya sé que no está tocando la tela, pero desde la cámara parece que está usted tocando la tela...
Digo yo que eso va a ser que en el Thyssen de Málaga han colocado cámaras de seguridad un poco tontas… y azafatas también.
P.D. De todos modos, que no se queje mi amiga porque en el museo cercano, el deRevello de Toro, me pidieron amablemente el paraguas… ¡no fuera a ser que me liara a paraguazos con los cuadros! Tenía que haber echado mano al bolsillo mientras les preguntaba amablemente: ¿Me quedo entonces con la navaja?

Y es que me jode profundamente que sospechen de mi amiga y de servidor. Ya está.

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