jueves, 7 de abril de 2011

¡Pedazo de alcornoque!

De Sevilla a La Vera
Seguramente viajamos para percibir contrastes (entre otros muchos motivos, supongo) Recuerdo que hace un tiempo, caminando por las montañas de Cantabria, para congraciarme con un lugareño, le dije a modo de saludo:
Bonitas montañas tienen ustedes por aquí—.
Pero el hombre puso cara de no estar de acuerdo. Se detuvo y miró las cuestas que yo le señalaba; luego me dijo directamente:
—¿Bonito esto? — Aquí hizo una pausa y negó con un gesto, luego se explicó —¿A usted le parece bonito esto? ¡Bonita, la Mancha, hombre de Dios! Que es todo llano-llano y se ve hasta el horizonte…
Dehesa de Mohedas / Norte de Cáceres
Sí... el contraste es lo que entra por los ojos y nos estimula. Yo creo que mi compi y servidor en lugar de viajar, paseamos comentando los pequeños contrastes que saltan a la vista...
...en Sevilla, el Puente del V Centenario siempre está colapsado de vehículos. Le pusieron ese nombre porque se inauguró en 1992 y hacía 500 años de lo de Colón, pero se nos olvida —o tal vez nos avergüenza recordar— que también hizo 500 años desde que Isabel y Fernando decretaron la expulsión de los judíos de sus reinos… dicen que no se debe juzgar los hechos históricos desde la perspectiva actual, pero mira, cada vez que paso por el Puente del V Centenario no puedo evitar avergonzarme de esos reyes tan mesiánicos, tan inquisidores, y más católicos que el propio Papa.
Al norte de Sevilla, por la Algaba —Al-ga-ba, los nombres de origen árabe me resultan sonoros y bellos— hay huertos de naranjas. En las cunetas van escaseando las mimosas de flores amarillas y aparecen las adelfas, pero a finales de marzo las adelfas no están en flor. Y las enormes extensiones de terrenos arados, de olivos, o de vides, que vimos entre Cádiz y Sevilla, conforme nos acercamos a Extremadura, se van transformando poco a poco en dehesas de encinas y alcornoques.
A veces afloran rocas de granito. Son rocas redondeadas y tapizadas de líquenes que harían las delicias de Obelix… le comento a mi compi que parecen pequeñas islas en un mar de hierba; que son las cumbres de inmensas montañas de granito que se hunden en las profundidades de la tierra. Ella me mira y luego pone los ojos en blanco con una mueca cómica de desesperación. Así que mejor dejo esa línea de reflexión...
Dehesa de Mohedas / Norte de Cáceres
Hasta el norte de Extremadura nos acompañan las dehesas de encinas y alcornoques. Le digo entonces que los maestros de antes llamaban pedazo de alcornoque a los niños que no estudiaban o que eran muy torpes, y que a servidor nunca se lo dijeron. Y ella dice que es un insulto injusto, que a ella le caen simpáticos los alcornoques…
— …porque, ¡vamos a ver! Las encinas dan madera y bellotas, pero es que los alcornoques, además de eso, dan corcho. ¡Jolines! ¿Qué tiene de malo ser alcornoque? ¡Dime!
—Lo que tú digas, cariño

De todos modos, como es una chica razonable —a veces— acaba aceptando que decirle a un niño ¡quillo, eres un pedazo de encina!, suena más a elogio que a insulto. ¡Lo que son las cosas!

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