miércoles, 12 de agosto de 2009

En la cola del DNI (1ª Parte)

Niñ@s de Villajovita esperando pacientemente

Si los ciudadanos se organizan entre ellos para guardar una cola, es que viven en un país civilizado. Seguro.

Yo recuerdo que al salir del instituto de Ceuta —hace ya cuarenta años o más— corríamos a la parada del autobús, junto a los jardines del Ángulo, en las Puertas del Campo. Y jamás se guardaba orden. Cuando llegaba el autobús, todos a una, nos apelotonábamos delante de la puerta a ver quien empujaba más. No existía orden ni concierto, aquello era unsálvese quien pueda para que el más avispado o el más fuerte consiguiera entrar… Y en las carnicerías, pescaderías y pequeñas tiendas de barrio había que estar con cuatro ojos para evitar que se te colaran las parroquianas. Y podías tener la seguridad de que siempre existía la lista de turno que solapadamente intentaba colarse delante del chiquillo… esto era aún más evidente y esperable en las colas que se formaban para sacar las entradas del Apolo, del Cervantes o para la matiné del cine África. ¡Siempre aparecían los que intentaban colarse! Existía toda una picaresca para hacerlo en las colas del cine (quecabroncetes éramos, jolines)… y, encima, tal cosa se llevaba con orgullo.

Pero desde que pusieron una raya en el suelo de los bancos (Espere AQUÍ su turno), a metro y medio del mostrador (ya ni siquiera son ventanillas) parece que nos hemos civilizado. Incluso parece que en las colas guardamos cierta distancia vital y todo, y cuando llegamos a un sitio pedimos la vez: ¿Quién es el último?... pues detrás de usted voy yo. Y así ya no hay pegas… nos hemos civilizado. Sí…

Hoy he pasado más de dos horas en la cola del DNI de San Fernando, y lo he pasado muy bien… porque en Cádiz y su bahía se pasa muy bien en las colas largas. Hay mucha tradición. Mañana o pasado os lo cuento.



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