lunes, 10 de agosto de 2009

Fotos furtivas: ¡Adiós, luego hablamos!


Si alguien nos infunde recelo —por su comportamiento o por su aspecto— lo más probable es que nos pongamos alerta y mantengamos una distancia prudencial para sentirnos seguros. Una distancia que nos asegure margen para escapar a la mínima. Esto lo tienen muy observado los etólogos y antropólogos… que para eso les pagan.

Esa distancia se reduce mucho cuando las relaciones sociales son profesionales o de amistad. Pero, como mamífero que somos, siempre establecemos a nuestro alrededor unmínimo espacio vital de seguridad. Y cualquiera que penetra dentro del espacio de otro sin ser invitado se arriesga a una reacción airada —o sea, uno no puede ir por ahí arrimándose a la gente, hay que mantener una cierta distancia—.

Marisa, la directora del cole de mis hijos, tenía un radio vital tan pequeño que se acercaba muchísimo cuando te hablaba (lo mismo es que era miope y no se ponía las gafas por coquetería), y a mi me hacía gracia observar cómo sus interlocutores se separaban con cierta brusquedad hasta recuperar su propia distancia de seguridad. Sí, me gustaba observar este comportamiento y preverlo, que hasta lo comentaba con quien estuviera…mira, Fulano, fíjate como Marisa se va a acercar a Mengano y ya verás como Mengano va a recular… ¡Y ocurría!


Por eso tocarse, permitir que otro te toque invadiendo tu propio espacio, es una señal de confianza total… es una demostración de cariño. Para muchos es una necesidad. Me gusta abrazar a los amigos y pellizcar la mejilla de las amigas, o apretarles el antebrazo; y dar una palmada en el hombro de los compañeros, o un pequeño puñetazo en la tripa. Y me gusta besar a los amigos de Villajovita, mi viejo barrio de Ceuta… son los únicos hombres a los que beso. Lo he pensado muchas veces, hombres como trinquetes que se besan como nenazas… debe ser que cuando nos vemos somos como los niños que éramos hace 40 años…

…y ahora los médicos, a cuenta de la Gripe A, nos amenazan con prohibir los besos, los abrazos e incluso darse la mano. Me va a costar hacerles caso, la verdad…



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