viernes, 13 de marzo de 2009

En Berlín, bajo los tilos…


En Berlín, bajo los tilos (Under den Linden), construyeron un pequeño templo griego: la Neue Wache. En 1969 inhumaron aquí, sobre tierra traída de campos de batalla y de campos de concentración, los restos de un soldado anónimo, y los de un preso de un campo de exterminio. Ambos muertos durante la Segunda Guerra Mundial.


Paredes lisas, ausencia de adornos. En lo alto, una claraboya deja entrar un chorro de luz que ilumina la única cosa que encierra el pequeño templo: la madre con su hijo muerto.

Recuerdo el efecto que me produjo la escultura de bronce y la luz cenital. A veces —hartos de crueldades televisadas en relieve—cualquier detalle aparentemente insignificante nos provoca una emoción inesperada… Allí estuve un buen rato sin moverme, fascinado por la fuerza de las formas, por lo simple y lo simbólico de la imagen, por la luz, por el dolor de una madre que sobrevive a su hijo...

…hoy he recordado ese momento.

Sí, hoy he recordado a la madre que abraza a su hijo muerto porque las células del cordón umbilical de Javier han salvado la vida de su hermano Andrés… Es un asunto que ya lo hablamos hace unos meses, cuando nació lo que esa gente llamaba el niño medicamento, ese experimento perverso que atenta contra los planes de Dios...

¡Serán tontos, pordiosbendito! ¡Serán tontos!



La imagen es una escultura de Kate Kollwitz y Harald Haacke

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