lunes, 26 de enero de 2009

La pavana y la palmera

En Ceuta llaman pavanas a las gaviotas; y las había a cientos sobre el muelle de Pescadores, frente al Paseo de las Palmeras. Esas palmeras dabanpalmichas que eran dulces. No llegaban a ser dátiles pero se acercaban. Las pavanas reían mientras sobrevolaban el olor a garrapiñadas calentitas...

Hoy se han vuelto a unir las dos imágenes de mi niñez: una palmera y una pavana frente a un fuerte vendaval, en la Isla de León (Bahía de Cádiz) Dos formas de afrontar la misma adversidad: con flexibilidad y con táctica.

El tío Marcial, en plan Confucio, me lo explicó cuando me casé con su sobrina... mira, hijo mío, tendrás que ser como un junco en mitad de la corriente. A lo mejor porque conocía a su sobrina mejor que servidor. Es decir, habría de ser lo suficientemente flexible como para volver al mismo sitio cuando pasara la fuerza del torrente. Lo que no dijo es que ella debería hacer lo mismo...

La palmera y la pavana de ayer hicieron lo propio... no se oponen al vendaval, lo dejan pasar, cada una con sus armas. Y así, una permanece en su lugar, la otra viaja a su través...

Los hombres deberíamos aprender de estas cosas, ¿verdad?


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