miércoles, 28 de enero de 2009

Una tarde en las charcas de Camposoto

Sólo a cinco (5) minutos del centro de la ciudad (hablo de San Fernando-Cádiz, la antigua Isla de León) llegamos a esta maravilla natural. Es la franja costera que discurre entre San Fernando y Chiclana, paralela a la línea de playa. Por esa zona se desparrama un mosaico de charcas dulcícolas y marismas mareales que se llenan en pleamar y vacían en bajamar.
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Es un ecosistema precioso y cercano que se integra en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz. Plagado de aves marinas, especies migratorias y una flora muy singular, especialmente adaptada a un sustrato salino de inundación periódica.
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A veces se nos olvida a los isleños que somos afortunados por esta condición, y que pocos mortales pueden apreciar en vivo la elegancia de una garza real pescando en las lagunas, a escasos quince metros del camino... claro que esta riqueza natural no es mérito de nuestros gobernantes. En todo caso, lo que hacen todos los gobernantes, inevitable y paulatinamente, es actuar. Y lo que consigue cada actuación sobre la naturaleza, por muy buena intención que se le suponga, es limitar poco a poco este habitat...

...por eso conviene disfrutarlo mientras podamos.

A veces las charcas mareales se cierran al ciclo periódico de las mareas. Unas veces de forma natural, pero otras son provocadas por pequeñas intervenciones humanas con la insana intención de degradarlas definitivamente y así favorecer la actuación posterior sin que suponga atentar contra el ecosistema... En esos casos, cuando llueve lo suficiente, se colman de agua dulce y la colonizan otros inquilinos. Hoy teníamos a la vista patos, flamencos y algunas cigüeñas.
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Y para finalizar la tarde, el sol cae sobre el horizonte atlántico, detrás de las nubes, frente a la orilla y la cadena de dunas que dan paso a las marismas...
·¡Jolines! Tenemos un planeta precioso.

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