lunes, 17 de noviembre de 2008

Laicismo pendiente

Viernes, 14 de noviembre de 2008

Desde hace casi treinta años disfrutamos en España de una Constitución aconfesional...(Sí, sí, y servidor se acostó ayer con Kim Bassinger)


Al fondo, el Panteón de Marinos Ilustres. En primer plano, la Escuela de Suboficiales de la Armada Española, ambos son edificios del siglo XVIII. San Fernando – Cádiz. Imagen extraída del Blog “Fotos de mi Isla”, de Ángel López González

...y tales circunstancias no impidieron que ese viernes me encontrara ante una parada militar en la Escuela de Suboficiales de la Armada, en San Fernando (Cádiz-España) Las tropas, formadas y engalanadas en la explanada, escuchaban las felicitaciones del jefe militar de alta graduación. Fue un discurso corto y serio, y digno de un país moderno, con fuerzas armadas actualizadas y democráticas. Me gustó casi todo lo que dijo, porque las palabras que oí no se parecían en nada a una arenga de antaño. Presidía el acto, en la puerta del Panteón de Marinos Ilustres, sobre la escalinata, una cruz de madera de dos metros y medio de altura sobre pedestal. Y entre los jefes militares que presidían el acto, bien visible, en primera fila, destacaba la figura oscura del sacerdote castrense. Era un cura de sotana negra ribeteada de rojo, con cien botones pequeños repartidos uniformemente entre el alzacuellos y el dobladillo inferior de la prenda. Sí, era un cura de sotana negra, reliquia de un tiempo en el que la iglesia católica era parte fundamental y sostén de un régimen que no permitía ninguna otra confesión religiosa. ¿Qué puñetas hacía ese hombre ahí, en un Estado aconfesional?

(Vale, ya se que es una pregunta retórica, por supuesto. Sabemos qué hacía ahí ese hombre)

Llegué con el acto comenzado y no alcancé a oír si los hombres y mujeres rezaron alguna oración al uso. Juraría (eso sí) que cantaron la Salve Marinera... (Salve, estrella de los mares...) porque el jefe militar de alta graduación invocó en algún momento de su intervención a la Virgen del Carmen, patrona de la Marina y la virgen más marinera de todas las posibles vírgenes, que son muchas.

Los hombres y mujeres, militares profesionales, que formaban en ese patio de armas, eran españoles. Por el momento son muy pocos los extranjeros que llegan a suboficiales, si es que pueden llegar a serlo, que no lo se. Por tanto, la inmensa mayoría están bautizados sin su consentimiento, como cualquier español —esto no sería así en lugares como Ceuta y Melilla, donde la proporción de españoles de religión islámica es mayor—. Igualmente, como muestra que son de la generalidad española, una gran mayoría de ellos solo son católicos testimoniales, es decir, no practican la religión y/o son indiferentes al hecho religioso, incluso los habrá ateos, agnósticos y/o apóstatas.

Desconozco el origen de esta imagen. Lo siento

Por otro lado, estoy convencido de que la Marina Española no les ha pedido declarar —en ningún momento de su instrucción— sus creencias religiosas o ideológicas, porque eso es contrario a la Constitución y porque este asunto lo hemos asumido perfectamente los españoles, de todo signo, sexo y condición —ca uno es ca uno, diría mi suegro—. Y esto es un asunto que todos tenemos por muy valioso.

Pero los hombres y mujeres de esa parada militar no tuvieron opción. Nadie les preguntó qué religión profesaban; todos sus superiores militares respetaron aparentemente sus creencias más íntimas. Pero llegado el momento, les ordenaron firmes delante de una cruz y un sacerdote católico... símbolos que deberían ser una opción privada y nunca pública. Y podríamos asegurar que lo dicho para ese viernes, en la Isla de León, podría decirse para cualquier Sábado Legionario de Ceuta, o para cualquier acto castrense de cualquier acuartelamiento de España.

Esto es una enorme contradicción, y para muchos, una situación violenta que los ciudadanos seguimos aceptando con discreción. Y los ciudadanos militares tienen que acatar por obligación, porque así viene escrito en las ordenanzas. Es verdad que la Constitución ampara la privacidad de nuestras creencias, pero las caducas costumbres de la sociedad y los vicios adquiridos parecen tener una enorme inercia en contra, no se detienen, incluso se aceleran según quien gobierne el país.

¿Hasta cuando vamos a tener que soportar símbolos religiosos en lugares públicos, fuera de su ámbito propio?

¿Hasta cuando los reyes, el presidente del gobierno, ministros, delegados del gobierno, presidentes autonómicos, alcaldes, concejales, jefes militares y demás representantes civiles y militares de las administraciones del Estado van a estar presidiendo o asistiendo a actos religiosos en España?

¿Hasta cuando España, este Estado Aconfesional, va a mantener unos acuerdos preconstitucionales con un estado teocrático como es el Vaticano. Acuerdos propios de la dictadura. Acuerdos que rechinan y NO caben ni con calzador en nuestro sistema de leyes?

¡Hasta cuando!

Lo voy a decir otra vez: Por favor, quédense las religiones en los templos; la vida pública es para cosas serias



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