jueves, 20 de noviembre de 2008

CRISIS: La niña y la burbuja

Dicen los que saben de estas cosas que se avecinan tiempos duros. Tiempos de penurias, de apretarse el cinturón. Dicen que habrá que cuidar muy mucho cómo gastamos los pocos ingresos que nos quedarán, y que la vida de despilfarros se ha terminado... ¿Qué quedará entonces?
...a veces se va la luz, pero tenemos velas para esos ratos de oscuridad. Estamos acostumbrados y, de alguna manera, parece que todo se vuelve íntimo y nos acercamos más los unos a los otros. A los niños les entusiasma estar a oscuras y aprovecho la ocasión para contarles cuentos de miedo, y se me arriman mucho... en el fondo me gusta, lo reconozco.
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Llevo peor cuando se va el agua sin aviso. De todos modos somos afortunados porque siempre queda un hilito en el grifo que sirve para que los vecinos de más arriba puedan llenar sus cubos... no nos queda más remedio que ayudarnos los unos a los otros: hoy por ti, mañana por mí. En momentos como estos es cuando descubrimos lo mejor de nosotros. Es verdad...

Y apenas circulan coches. Por eso los niños ocupan la calle casi todo el tiempo, porque no hay peligro. Para ellos la calle es un inmenso espacio abierto y me encanta verlos jugar sin ser conscientes de nada... ellos no entienden la dificultad que tenemos para llegar a fin de mes; apenas son conscientes del esfuerzo de su padre, que sale por la mañana y vuelve muy cansado, y triste. ¿Y para qué deben saberlo? Mejor que no sepan nada, y que jueguen en la calle. Tal vez más adelante mejoren las cosas... Eso esperamos todos, que mejoren.

1963. En Villajovita, un pequeño barrio de Ceuta

Sí… hubo un tiempo en el que la vida era una burbuja de colores que mecía la brisa.



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