lunes, 24 de noviembre de 2008

El camino en soledad


Puesta de luna desde el laboratorio... el amanecer los encuentra trabajando.
Imagen dedicada a mi maestro TREZE


Al final todo se reduce a disfrutar de más momentos satisfactorios que aciagos. Sí, puede ser… creo que eso deber ser lo que llamamos una vida feliz, atesorar un buen botín de buenos momentos…

...para compartirlos. A ser posible para eso, para compartirlos.

Y servidor de ustedes, que ya ha pasado el ecuador de su vida, ha aprendido que los buenos momentos suelen ser los más simples. También se que un instante feliz es tan intenso como efímero —el tiempo y la percepción del presente tiene esas cosas—. Pero el recuerdo fresco del momento alegre nos acompaña siempre, y nos arropa formando un colchón que hace mullida la vida. Recuerdo haber comido un bocadillo de sobrasada sentado en el bordillo de una acera de Sevilla, con una chiquilla de ojos achinados que no quería, pero se comía la mitad del mío. Recuerdo algunas puestas de sol desde el Mirador de San Antonio, con el Estrecho de Gibraltar a la derecha y un amigo cantor a la izquierda. Recuerdo un largo camino, entre bosques fragantes de Galicia, siguiendo los pasos de una compañera de la vida. Y recuerdo duras cuestas en los Pirineos; y largos ratos románticos en Ponte Rialto; y largos abrazos de viejos amigos reencontrados; recuerdo el primer beso en la Marina, frente a calle Alfau... Sí, puedo recordar numerosos instantes buenos… pero nunca en soledad. Si no comparto cada buen momento deja de tener sentido y valor. La soledad me anula, casi me convierte en un zombi.

…pero mi hijo camina solo. Toma su mochila, su pequeña tienda y camina por sendas solitarias. Acampa cuando ya ha anochecido y prepara una sopa. Y, mientras va cayendo la oscuridad de la noche, a la luz de la linterna, escribe las cosas que ha visto y sentido durante la jornada. Luego, desde la puerta de la tienda, observa el amanecer tomando un sorbo de café. Y le envidio porque tendrá un montón de buenos momentos para recordar y porque me gustaría sentir su experiencia: dejar pasar el tiempo en silencio… pero me cuesta comprenderle.

El homo sapiens venido a menos necesita su tribu…




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