viernes, 7 de diciembre de 2007

Las historias de A_Cooper: El último príncipe

Esta mañana encontré a Manolo en la farmacia. Mal asunto. Últimamente encuentro muchos amigos en la farmacia... los homo sapiens venido a menos es lo que tenemos, que empezamos a encontrar a los amigos en la cola de la farmacia. Y me temo que esto no va a mejorar...

Esta imagen NO es de A_Cooper, pero podría serlo perfectamente. [Sarah Bernhardt (1844-1923) Una mujer atractiva dentro y fuera del escenario. Era alta y muy delgada. Su cabello era de color rubio oscuro y sus ojos eran azul cobalto. Dicen que poseía una presencia hipnótica...]

Y un poco atribulado con este trasunto me senté en la terraza de la cafetería con mi compi de la vida. A la Bala -que así llaman a mi compi de la vida- le entra la vena filosófica después del café con tostadas y comentamos que las relaciones de pareja son muy puñeteras y que no hay recetas universales para asegurarse el éxito. Servidor le decía que una de las cosas básicas era mantener una parcelita privada e inviolable... [cosa rara: no preguntó que ocultaba servidor en mi parcelita. Esta niña está perdiendo reflejos] Comentamos también que las jóvenes parejas construyen una vida común prácticamente desde cero, y cuando se separan, cada uno se lleva un bagaje de vida enorme. ¿Cómo compartir eso con otra pareja? Y nos parecía que las nuevas relaciones deben establecerse solapando vivencias nuevas, pero dejando fuera enormes zonas de la vida anterior... y que puede ser un error intentar compartirla en un ejercicio de sinceridad inoportuna, de ahí la necesidad de mantener la parcelita privada e inviolable sin que eso signifique opacidad en la relación. Y entonces pensamos en los puretas del ron brugal, y pensamos en A_Cooper... sí, pensamos también en A_Cooper...

Comencé las Historias de A_Cooper con cierto aire de broma, extrayendo lo amable de su vida (siguieron dos artículos de la misma serie: Al-Halil y Celeste) Si entráis en esos enlaces sabréis que A_Cooper es una interesante mujer capaz de entrar en un garito gay y ligarse al camarero senegalés, el único hétero del lugar–conste que ha pasado-. Es una enigmática mujer que sin buscar nada de los hombres, los hombres se asoman a su vida por cada resquicio que abre... y rara es la vez que no la ronden de cinco a diez con los que podría, con un leve movimiento de cabeza, tenerlos en su lecho. Sí, muy curiosa mujer que sigue esperando al hombre de su vida, al príncipe azul que dibuje de una vez su camino para caminarlo juntos. Pero, tal vez, el problema de A_Cooper es que lo ha encontrado demasiadas veces...

Y lo que comenzó siendo una serie de relatos amables, escritos para provocar un leve pensamiento y una sonrisa... se me trunca en mueca porque hoy me cuenta otra vez que ha encontrado al hombre de su vida. Es el que la entiende y la escucha. Con el que comparte la punzada de soledad. Me dice que lleva años esperando un ser humano así. Me explica que no puede dejarle escapar... no en este momento.

Y la creo. La creo siempre que lo repite. Ya no recuerdo cuantas veces la he creído.¿Quienes somos los demás para no creerla?

Y aquí termina otra de Las Historias de A_Cooper. El leve pensamiento está conseguido, pero ¿y la sonrisa?

Con todo mi cariño y mi amor, ¡no sabía cómo decírtelo!


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