martes, 23 de octubre de 2007

El argentino invisible

Al pobre chaval le tocó estar cerca de los dos. De la chica ecuatoriana de diecisiete años y del macarra descerebrado, unineurado y despreciable que la atacó y vejó en el metro por ser inmigrante. Desprecio con toda mi alma a este individuo; y me solidarizo con la chica, y me gustaría demostrarle mi cariño y decirle que en España no somos como el unineuradoque la atacó, que somos mejores que eso… y me apeno del otro chico, del pibe argentino que miró para otro lado. El pobre chico que quiso ser invisible…

El descerebrado Sergi Xavier M. M pateando a la chica ecuatoriana

¡Qué fácil es opinar y juzgar desde la comodidad de un teclado! Pero ¿qué habríamos hecho en su lugar los valientes de salón virtual como servidor? Pues, aunque parezca increíble y una fanfarronada, no creo que hubiera mirado para otro lado. Reconozco que a veces no he sido capaz de recriminar abiertamente a algunos gamberretes que molestaban por la calle. Reconozco también que servidor de ustedes no se ha peleado con nadie en su puñetera vida, ni a puñetazos ni a patadas; ni siquiera en mi barrio me peleé violentamente con ningún niño… pero no creo que hubiera podido mirar para otro lado mientras el descerebrado pegaba a la chica. Tal vez porque a los que tenemos esta edad nos enseñaron a ser un poco quijotes.

Reconozco que si el pibe hubiera intervenido se arriesgaba a una paliza en ese mismo momento (si no algo peor); y si además es usuario habitual de esa línea de metro, entonces lo tendría crudo para seguir con su vida normal porque la banda de descerebrados se la haría imposible. Así que a lo mejor el chaval actuó inteligentemente… ¡si es que lo importante es preservar la propia integridad física! —reconozco también que cada vez que sale de noche mi hijo pequeño le digo que sea inteligente, justamente para que si se encuentra en situaciones como esta, huya como un cobarde— Pero ¿es eso lo correcto?

No. No lo creo. Seguramente la pasividad nos hace cómplices de las injusticias que ocurren a nuestro alrededor. Si miramos para otro lado cada vez que podemos intervenir en las pequeñas cosas que nos rodean jamás cambiaremos el pequeño mundo que nos rodea. De eso se quejaba mi bruja preferida hace unos días; se apenaba porque no podía “hacer nada o casi nada para tener el mundo que quiero para mis hijos y para mí”. Pero seguramente sí podemos hacer cosas; cada uno a su nivel. No sé quien inventó el lema 'pensar globalmente y actuar localmente' para mejorar las condiciones ambientales del planeta, pero podríamos y deberíamos ampliar el uso de este lema a nuestra pequeña vida diaria… porque la buena gente somos más y tenemos mejores razones.

¿Qué? ¿Qué no?

¡Casualidades de la vida! Justamente cuando estoy validando el post me encuentro con esta noticia:

Un centenar de pasajeros de un tren se amotinan contra un revisor por su "actitud racista" en Girona
El empleado sólo le pidió el billete a un usuario negro



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