domingo, 15 de julio de 2007

Crónicas de unas vacaciones caseras: Enrique de la Isla

Casi nunca las cosas salen como uno desea. Por ejemplo, uno hace planes para pasar el verano como dios manda (es decir con viejos amigos, en un entorno distinto y con enormes expectativas de buenos momentos) pero luego aparecen mis albañiles, mis pintores y, sobre todos ellos, mi dentista... me cogen por la solapa y sacuden para hacerme entrar en la realidad: ¡Quillo, pissha! ¿Y de lo mío, qué? Argumento de lo más contundente.

Azín que hemos trocado aquellas vacaciones idílicas por unas tradicionales vacaciones caseras. O sea, que quieres una cosa y te sale otra. Jhon Lennon lo dejó dicho muy oportunamente; decía que la vida es eso que te pasa mientras tu tienes otros planes...

Sábado, 14 de julio de 2007: En casa Quique y Marga

FALTA FOTO

Buen día de vacaciones con nuestros compadres Quique y Marga. Tienen una casa en el campo, perdida en los predios de Chiclana, con su piscina y todo. Hoy estaban su hija Fedra y Alberto. Fedra está a punto de parir. Y su otro hijo, Guille, nació en mi coche, camino del hospital... algún día contaré como fue la cosa, que no tiene desperdicio. Por eso somos compadres, normal. Además, en esa casa siempre hay un estupendo surtido de chacinas leonesas... por eso es buena cosa hacer visitas.

Mi compadre Quique abandonó la Armada Española después de 20 años. Estaba sordo de un oído... Dicen que en el entorno de la Bahía de Cádiz, por aquello de las reconversiones industriales y la necesidad de aligerar las cosas, hay una enorme cantidad de sordos mentirosos; ¡pero en este caso era verdad! Y a pesar de su único oído bueno aprendió a tocar la guitarra española. Flamenco, por supuesto. Y consiguió hacerse con una auténtica valeriana, o sea una preciosa guitarra fabricada por el maestro don Valeriano Bernal, comprada directamente en Algodonales... Y es tal la osadía de mi compadre que hasta imparte clases a unos cuantos alumnos: Enrique de la Isla le dicen en el mundillo...

Pues eso, que después de haber sido un disciplinado militar durante 20 años, una vez libre de ataduras, se transformó en otro individuo: de doctor Jeckill a Mr. Hyde. Arrinconó el uniforme y toda etiqueta en eso del vestir; se dejó crecer el pelo hasta formar una coleta; se colocó un pendiente en la oreja izquierda (su oreja buena) y cuando le dijo a Marga que se iba a hacer un tatuaje en a-saber-qué-parte-de-su-cuerpo, Marga le dijo que como apareciera con un tatuaje no entraba en su casa...

Por supuesto, Quique no se hizo el tatuaje porque la Armada le había dejado grabado a fuego que donde hay patrón no manda marinero... y en este caso estaba muy clarito quien iba a ser el patrón pal resto de su vida. Pos eso.



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