lunes, 30 de abril de 2007

Sobre el vuelo de Hawking


Hace pocos días Stephen Hawking disfrutó de unos minutos de ingravidez. Le están preparando para un pequeño viaje espacial para dentro de dos años, cuando tenga sesenta y siete. (AQUÍ la noticia) Este físico británico lleva cuarenta años en silla de ruedas porque sufre esclerosis lateral amiotrófica, y apenas puede mover algunos músculos de la cara. Sólo con el movimiento de esos músculos, y la ayuda de un ordenador, se comunica... ¡y vaya lo que llega a comunicar! El hombre, físicamente parece un pelele indefenso (incluso hubo rumores de que su segunda mujer le maltrataba)... pero tiene una mente prodigiosa, con una lucidez que le ha permitido estudiar numerosos asuntos. Entre los más llamativos destaca la física de los agujeros negros, descritos como partículas del tamaño de un protón, pero con la masa de mil millones de toneladas métricas... fascinantes los agujeros negros porque en su entorno ocurren cosas que solo se explican con las leyes de la relatividad... ¡bienaventurados los que las comprenden porque no es cosa para un homo sapiens venido a menos!

Stephen Hawking y una manzana. En este caso jamás habría llegado a descubrir la Ley de la Gravitación Universal


A veces, en las conversaciones amistosas sobre la fe religiosa, mis amigos creyentes definen la fe como lo que no se entiende ni se comprende, pero que existe inevitablemente y hay que aceptar. En estos casos siempre me viene a la imaginación Stephen Hawking porque jamás llegaré a entender lo que él ha desarrollado en la física. Me siento incapaz de comprender lo que este hombre ha comprendido, simplemente porque me faltan neuronas. Y, sin embargo, aunque yo no pueda comprender lo que él dice, lo acepto como cierto... ¡exactamente como mis amigos creyentes definen su fe! Y así me lo dicen para explicarme a mí que yo no puedo ser tan incrédulo... Esto es una constante: ¡muchos se empeñan en demostrarme que yo no soy tan ateo como les digo!

Pero la notable diferencia estriba en que yo no tengo fe en lo que dice Hawking. No tengo fe en él, no señor. Lo que tengo es confianza en lo que él y otros hombres han llegado a comprender usando la observación, la intuición y las herramientas matemáticas... elementos que la fe no necesita para nada. Puesto que, aunque yo no les alcance, otros hombres mejor dotamos pueden llegar a comprenderles sin necesidad de hacer actos de fe, simplemente usando las mismas herramientas de la razón.

Por cierto, Hawking ocupa desde 1974 la cátedra lucasiana, la que ocupó Isaac Newton desde 1669 hasta 1696. Newton fue tal vez el mayor genio que haya parido mujer en la historia de la humanidad... hombre religioso que comprendió innumerables asuntos de la química, óptica, física y matemáticas. Y mientras Newton elucubraba sobre las series infinitas, desarrollaba el cálculo diferencial e integral, mientras nos ofrecía la Ley de la Gravitación Universal... aquí, en España, las tesis doctorales en las universidades españolas discutían sobre la cantidad de ángeles que podían ubicarse en al punta de un alfiler.

¡Después nos quejamos de la falta de neuronas!



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