domingo, 20 de noviembre de 2016

Historias en diferido: Gastronomía boliviana

Sobre las peripecias de Alex y Yoli, cooperantes en la Comunidad Inti Wara Yassi, selva amazónica de Cochabamba.


Han perdido peso. Los dos. Dicho de otra forma, están en los huesos. Nadie dijo que fuera fácil lo que emprendían. Mucho trabajo y duro, una comida muy diferente a la que acostumbran y, para colmo, poco variada. Acaba uno cansado de la misma dieta. Nos pasa a todos y en todos los lugares… yo recuerdo que en Milán, después de pasar una semana por Italia a base de pasta —o sea: hastiados de pasta— nos metimos en un Burger King a saborear una hamburguesa. ¡Ya sé que es una vulgaridad, pero lo hicimos!

 Yoli se sujeta los pantalones con un trozo de liana. Alex se repone de una salmonelosis
con un caldito de pollo.

Dicen que allí comen más verduras, legumbres y frutas que proteínas. La verdad es que tiene su encanto cambiar de dieta… les gusta, por lo visto, las ensaladas de fruta (tienen un mango justo en la puerta de su casita). Pero, seamos realistas, acaba uno echando de menos los ibéricos y las tortillitas de camarones. Vivir en Mérida o en San Fernando (Cádiz) proporciona esas querencias.

A Yoli ya no le sirven los cinturones… se ata los pantalones con una liana. Alex ha tenido varios brotes de gastroenteritis y una salmonelosis —fueraparte la picadura de la hormiga bala y el desgarro de la oreja— que lo han dejado chupao-chupao. Suerte que cuando los vecinos de la aldea Villa Tunari llevan a sus perros a la clínica de Parque Machía, suelen pagar con yuca… y eso que aportan a la dieta.

Yoli, entre Fer y Lani, con la yuca con que le han pagado una faena a un perro.

Dicen que cuando tienen el día libre emprenden la operación engorde (o eso dicen para tranquilizar al personal)… y es cuando aprovechan para comer hasta reventar.

Ensalada de frutas en el mercadito de Villa Tunari

A Yoli, más vegetariana cada día, le gusta el suribí, un pescado de agua dulce (especie de pez gato) muy común en los ríos de América Latina. Dice Alex que está delicioso y se prepara muy fácilmente… se corta en trozos como de cinco centímetros, se lava, se escurre y se sazona con pimienta, ajo picadito, sal y limón. Se deja reposar un ratito para que penetren los sabores. Se reboza en una mezcla de harinas de maíz y de trigo, y un poco de sal, y se fríe en abundante aceite caliente. Ya está…

Preparándose para dar cuenta de un suculento plato. A la derecha, el mango que crece en la puerta de su casita. Por fruta no será…

A Alex le va mejor la salchipapa, el silpancho o el pique macho… El silpancho tiene una historia curiosa. Hace cincuenta años vivía en Cochabamba un señor que vendía buena carne de buey en forma de enormes filetes. Se llamaba Pancho el hombre, y era muy conocido en la ciudad. Pero sobrevino una crisis y comenzó a escasear la carne, así que decidió vender filetes más pequeños, pero machacados con un mazo para extenderlos hasta el tamaño de los viejos filetes. En la lengua quechua, machacar se dice silpa, y la gente mandaba a los niños a por la silpa (el machacado) de Pancho, de ahí acabó llamándose silpancho a un plato de carne picada, salpimentada, con comino (yo le pondría especie moruna en su lugar) y pan rallado. Todo eso se mezcla bien (yo le añadiría un huevo), se hacen tortas finas con esa masa de carne y pan, del tamaño del plato, y se fríen en abundante aceite. Luego se colocan sobre una cama de patatas, primero cocidas y después fritas, sazonadas con sal y pimienta. Un par de huevos fritos completan la cosa…

Alex en plena operación engorde, con una hamburguesa común y un plato de salchipapas.

La salchipapa es un plato muy sencillo. Se fríen patatas. Se trocean y se fríen salchichas. Cuando están fritas se añaden al plato de las patatas, se espolvorea por encima queso rallado para que se funda con el calor. Y se añade salsa de tomate y mayonesa… Ya está.

Los del pique macho es otra cosa. Para esto hay que freír trozos de carne y salchichas en una sartén. Cuando están dorados se les añade vino tinto y soja, y se espesa con maicena desleída en vino tinto. Esa carne se añade a una cama de patatas fritas, y sobre todo ello, se añade una ensalada de cebolla roja, tomate y un pimiento jalapeño, sazonada con sal y aceite de oliva. Listo… lo que pasa es que por aquí no se ven jalapeños.


De todos modos… donde se ponga un tortillómetro de patatas y cebollas…

1 comentario:

lomusila dijo...

Bueno está,delgaditos y espatulas se les ve pero ya llegaran las remesas de los sabores de su tierra.Que sigan felices y absorviendo todo lo bueno que están viviendo.Besitos.