Sobre
las peripecias de Alex y Yoli, cooperantes en la Comunidad Inti Wara Yassi,
selva amazónica de Cochabamba.
Episodios anteriores: 1 – De Viru-Viru a Campo Machía / 2 - La imprudencia de Luisito / 3 –Yoli Potter / 4 – Cebo humano / 5 – Hércules, Cremosito y el carachupa / 6 – Río Paracti / 7 – El pequeño tamandúa no tuvo nombre / 8 – Una hija de puta llamada Paraponera Clavata
Episodios anteriores: 1 – De Viru-Viru a Campo Machía / 2 - La imprudencia de Luisito / 3 –Yoli Potter / 4 – Cebo humano / 5 – Hércules, Cremosito y el carachupa / 6 – Río Paracti / 7 – El pequeño tamandúa no tuvo nombre / 8 – Una hija de puta llamada Paraponera Clavata
…y
cuando levantan la mirada están rodeados de verde por todos lados y a todas las
horas del día. Y les llegan sonidos que no reconocen, y olores que no saben
describir pero les provocan sensaciones muy antiguas, tal vez propias de los
orígenes de la humanidad. A veces les caen gotas de lluvia torrencial y a veces
hace tanto calor y tanta humedad, que parece que estuvieran en la atmósfera de
Venus.
En las proximidades del Parque Machía…
Para
entender el mundo que nos rodea buscamos referencias entre lo que ya hemos
vivido. Los bosques de la Sierra de Cazorla
huelen a pino, a romero y a tomillo. Los de Galicia huelen a heno, boñigas de
vaca y a fresco. Es extraño, pero los bosques húmedos de Irlanda no
huelen.
¿A qué huele la selva, Alex?
Le pregunto. La selva huele a
libertad, dice.
Sí…
así se levantan cada mañana, rodeados de verde por todos lados. En la selva no
hay paredes que encierren el cuerpo o la mente. No tienen una pantalla de
televisión que limite el conocimiento o confunda el horizonte real con el
virtual. Tampoco escuchan voces que desgranen confusos discursos económicos o
políticos, ni basura intelectual que convierta en importante lo que es pura
mierda. Allí la trama Gürtel o Donald Trump son tonterías de otro
mundo, un mundo que se antoja absurdo y sin sentido. Y ni siquiera desea uno que al cerdo rubio le pique una Paraponera Clavata en el huevo derecho, a ver si así valora algo que esté a la izquierda. Ni siquiera eso…
Yoli en un creciente río Paracti,
afluente de un afluente de un afluente del Amazonas.
No
hay inútiles inventos sociológicos que desplacen lo que es realmente importante. Allí, en la
Amazonía boliviana, la selva y su cercanía les ancla a la tierra real, a lo más
inmediato… les acerca a lo atávico, les otorga la certeza de estar realmente
vivos y a redescubrir lo estrictamente necesario.
Una
serpiente de coral que escapa entre la hojarasca, el rastro de un yaguarundi (un pequeño puma de América
Latina) impreso en un charco, el sonido de extraños pájaros, las alarmas que
lanzan los monos araña en la copa de los árboles, las hormigas bala bajando por
los troncos… Y Alvarito —el mono
capuchino loco, imprevisible, a veces dócil, a veces agresivo— mordió la oreja de Alex y la dejó
colgando. Fer, el veterinario más
veterano del Parque Machía, se la cosió. Duele mucho el mordisco de un
capuchino que desgarra la oreja, y aún más los puntos de sutura cogidos al
paso. Y duelen las curas diarias de Yoli. Y son largas las noches de insomnio
que siguen. Y uno se pregunta: ¿Merece la pena abandonar tu familia, tu mundo
previsible y cómodo, aunque sea falso?
4 comentarios:
Perfecto
Perfecto
Un beso, suegri...
Muy bueno!
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