Me replicaba hace unos días mi amiga que el comunismo
ha fracasado allí donde se ha intentado. Y no le replique porque a lo mejor
tiene razón, y porque he aprendido que no sé convencer a nadie, ni siquiera
cuando lo intento. Pienso que en unos lugares no era comunismo lo que se
intentaba, sino vulgares dictaduras personales, y en otros no tuvo la menor
oportunidad a pesar de llegar democráticamente al poder. El capital siempre ha
vencido con malas artes en todos los intentos de equilibrar económicamente las
sociedades —porque de eso se trata, de regular y socializar parte del beneficio
privado—, aunque hayan sido intentonas democráticas. El capital siempre ha
vencido a los intentos socializantes. Lo ha hecho provocando guerras o golpes
de estado cruentos y también golpes económicos solapados y sutiles, que acaban
manipulando a su favor la voluntad colectiva de la gente pobre (estupendamente
hecho, la verdad, todo hay que decirlo). Y no hay nada más patético ver a la gente
desfavorecida apoyando políticos y políticas neoliberales… pero se da mucho. Es
tan patético como el siervo-lacayo negro de Django
desencadenado, ese que se creía tan blanco como el amo. Es muy poderoso el
poder financiero y no se deja vencer ni en las urnas ni en las trincheras.
Tienen el dinero, controlan el 99% de PIB mundial (y billones opacos en
paraísos fiscales) con lo que generan más y más beneficios y poder para ellos
mismos, sin contribuir ni con las migajas a la mejora social de nadie. Es lo
que mueve el mundo, ¿no? Si a eso le sumas que hay un precio para todo y para
cada uno… ya tienes la historia explicada y cerrada.
Il Quarto Stato. Volpedo.
Y hoy, ese poder financiero, que es un poder no
elegido, no democrático, se nos ha colado en las instituciones y nos gobierna a
través de lacayos que han abrazado la religión neoliberal, y que son
legitimados a través de votos basura en un remedo ridículo de democracia.
Reconozco que hay que quitarse el sombrero, por lo listos que han sido y por lo
gilipollas que somos. Y digo que es un voto basura —empezando por el mío— porque
la opinión que hay detrás de la inmensa mayoría de los votos es una opinión
generalmente gestada con mentiras programadas en horas de máxima audiencia, con
manipulación burda y descarada, con una incultura provocada y borde, con falsos
intereses y con miedo, sobre todo con miedo a perder la ilusión de tener pan y
circo.
No se puede votar libremente cuando las políticas
posibles ya están diseñadas en otro lado por criminales que prefieren el
equilibrio presupuestario a una sanidad pública y digna… y si la gente tiene
que morir, que muera: lo primero es lo primero, es decir, el beneficio de las
corporaciones. No son elecciones realmente libres cuando han convencido a la
mayoría que no existe ni una sólo alternativa económica al neoliberalismo… y
esas alternativas no pueden ser explicadas en igualdad de condiciones.
Entonces, votemos lo que votemos, las políticas están impuestas por intereses
que ponen el beneficio de las grandes corporaciones supranacionales muy por encima
de la gente. La felicidad de la gente y las políticas que la busquen no tienen
la menor oportunidad. ¿Para qué votar si la gente no importa y el único leitmotiv de este sistema es el máximo
beneficio privado? No se puede votar libremente si sabemos que cualquiera que
sea nuestro voto, el que salga elegido será un pobre lacayo local del poder
financiero.
¿A quién votamos entonces?
No sé… ¿Hay alguien, algún partido que señale a las
políticas neoliberales como la causa de la podredumbre política, económica,
social y moral de nuestro mundo? Pues a esos votaré, si es que hubiera tal
especie.
2 comentarios:
No se puede decir mejor...
Saludos
Gracias, profesor. Muy amable.
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