martes, 28 de junio de 2016

El frágil el equilibrio de la cordura

Siempre fue generosa y desprendida. Un tanto exótica, es verdad. A veces la dejabas hablar sin saber muy bien si creerte las cosas que contaba. Siempre la escuché porque creo que es lo que esperaba de mí. Es cierto que había viajado mucho, y que le encantaba contar sus experiencias espirituales en una tribu india de Nuevo México, creo que era... ella se lo tomaba muy en serio, aunque en el fondo sabías que aquello debía ser un montaje para turistas. Siempre fue así, un espíritu libre, que diseñaba su propio mundo, sin demasiadas ataduras con 'esta realidad' que convenimos en llamar normalidad. Un ser esencialmente singular, cariñoso, desprendido...

Hace pocos días ella me dijo que tenía poderes extrasensoriales, que percibía y veía cosas, y que los iba desarrollando poco a poco. Me dijo que cuando su madre y su tía dormían, ella se sentaba en la oscuridad a meditar y así iba comprendiendo las cosas que estaban pasando. Que a veces, alguien le rozaba la cara mientras dormía, que sus seres queridos muertos le hablaban y le aconsejaban, que veía ángeles blancos, preciosos y que con frecuencia, en la oscuridad de la casa, olía a flores…

Lo siento, desconozco el origen de esta imagen.

Me contó que Yaiza, una de las muchachas que cuidaban de su madre y de su tía había introducido en la casa una serpiente muerta y que por eso la casa estaba ahora llena de oscuridad y de maldad… y me retó a que descubriera quien era la presencia maligna que habían despertado en la casa… ¡Mi padre! ¡Es mi padre! Que no lo dejan irse y lo mantienen entre la vida y la muerte. Es un brujo que está preso en la casa…

Me contó que hacía una semana la presencia de su padre entró en su habitación fumando y que apagó el cigarrillo en su almohada, y que por más que la lavaba no se iba ese olor.

Ella vivía con las dos, con su madre y su tía, hermana de su difunto padre. Ambas nonagenarias. De la tía decía que se estaba convirtiendo en bruja… pero, mujer por qué dices eso, le pregunté. Porque sí, porque su cuerpo se está transformando; se está volviendo morada y la nariz se le está poniendo aguileña, como a las brujas; y los brazos y las manos le están creciendo, son muy largos, muy largos, y siempre está así, apretándose los pechos con las manos tan largas… Y me advirtió que estaba fotografiando la transformación para demostrar que ella no mentía.

Me dijo que hacía cuarenta y siete años la tía y su padre habían tenido una relación incestuosa entre los bidones de basura que había en su calle, y de la relación nació un ser mitad hombre y mitad mujer… y que ahora por fin sabía quién era ese ser, y que yo no lo podía ni imaginar. ¡Es Yaiza. La que cuida de la bruja esa, porque es su madre…!

No paraba de decirme que la pobre vieja era una bruja y que el otro día había vuelto a follar con su padre, que deambulaba entre la vida y la muerte por esa casa… y que esta vez se encerró en el cuarto de baño y con una cuchilla abortó encima de una palangana, y que luego ella misma se cosió la barriga. Y por eso siempre se sienta con las rodillas muy juntas y muy apretadas, y con esas manos tan largas tapándose los pechos…

Al día siguiente llegaron unos hombres vestidos de blanco. Recogieron con cariño y profesionalidad a las pobres ancianas y las llevaron al hospital. Creo que fue complicado, pero ella acabó entendiendo la situación y se dejó llevar dócilmente. Posiblemente el tratamiento le ayude a encontrar en una realidad más llevadera.

Es tan frágil el equilibrio de la cordura.


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