miércoles, 2 de abril de 2014

Los monseñores católicos de mi patria

Llamemos catolicistas a los clérigos católicos y a sus adláteres seglares que utilizan la religión como ideología. La utilizan para influir decisivamente en políticas que conduzcan hacia una sociedad en sincronía con sus dogmas religiosos y que amalgame a todos los ciudadanos, sean crédulos o incrédulos, bajo una obligada y única cobertura moral. Y una vez inspirada y legislada, la obediencia a la ley genera inevitablemente un impulso pedagógico que afianza la creencia y la costumbre. Y se cierra así un círculo del que cada vez es más difícil salir. Es decir, llegamos a creer que es indiscutible lo que simplemente es un producto religioso, propio de un momento histórico.


"Quisiera decir una palabra a aquellas personas que hoy, llevados por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana..." / Monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares.
Todas las ideologías hacen lo mismo, en eso los catolicistas no se diferencian de ninguna familia ideológica. El problema añadido es el dogmatismo de sus propuestas y la convicción de que están inspiradas en una revelación divina que es incuestionable. Esas propuestas, por tanto, no pueden estar equivocadas, ni están sujetas al albur de mayorías o minorías. En estas cuestiones no hay democracia que valga. Es palabra de Dios… y en estos casos se alaba la palabra, no se vota.
Y cuando los católicistas utilizan los templos, las sotanas y toda la simbología de su pretendida ascendencia moral sobre los mortales —que es lo que han hecho desde los tiempos de Constantino—, juegan con la ventaja de siglos de oscurantismo y superstición. Juegan con las cartas marcadas. Son tramposos… porque desde la más tierna infancia, en la familia, en la escuela pública y en la confesional, tratan de encorsetar el raciocinio del niño bajo la ínfula de creencias irracionales. Es decir, sin una educación que desarrolle la visión crítica de la realidad, el ciudadano adoctrinado de aquella manera, seguirá aceptando la ascendencia moral de la sotana y del púlpito... Y hacer política desde ahí no es jugar limpio.
"Conviene indicar que el feminismo ideológico no es más que un paso en el proceso de deconstrucción de la persona..." / Monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares.
Por eso me parece que religión y democracia no son compatibles por definición. La religión exige al ciudadano una obediencia a dogmas irracionales. En democracia la obediencia se consensua, se regula y sobre todo, se controla.



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