martes, 29 de abril de 2014

La palmera de los vientos

Hoy la palmera cimbrea hacia poniente. Suave. Normalmente la observo cuando subo la persiana por las mañanas. Lo hago sin miramientos porque me gusta que ella proteste desde la cama y se tape la cara con la sábana. Pero no le hago caso y le digo que ya es de día, que se pasa toda la noche durmiendo y que ya está bien. Es entonces, mientras ella me recuerda lo cruel que soy, cuando miro la palmera para ver hacia donde cimbrea. En el sur es importante saber de dónde sopla el viento porque eso condiciona el día. No es lo mismo un poniente que un levante. No es lo mismo.


Me gusta que sople brisa de poniente porque en verano es más fresca y en invierno trae lluvias... Pero eso no depende de uno. No depende de nadie...

...hace años que los vientos traen malos presagios. Nos van dejando remolinos de basura en las esquinas y se llevan retazos de dignidad. No es una brisa fresca bajo un sol cálido lo que nos llega. No, no es eso. Los vientos traen tanta tierra en suspensión que apenas puedes abrir los ojos, y si los abres, lo que vislumbras son pesadillas. Por eso los mantenemos cerrados la mayor parte del tiempo... Por eso, mientras tanto, los miserables se han llevado la igualdad de oportunidades para nuestros hijos y han desmantelado las bases de la convivencia que teníamos.

La palmera es una washingtonia alta y delgada, encastrada entre edificios, y está sana porque no le gusta al picudo rojo. Por ahí se va a escapar. Ahora que empieza el buen tiempo pasó muchos momentos mirándola entre lecturas, notas y tallas...

...y uno se pregunta si mirar cómo cimbrea una palmera es todo lo que puedo hacer.



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