miércoles, 5 de marzo de 2014

Sólo el siguiente paso

Se aprenden cosas cuando abandonas la monotonía y te lanzas a caminar con una mochila en la espalda, ya sea hacia a Santiago o hacia cualquier otro sitio. Recuerdo que mi compi y servidor dejamos el coche en un descampado de O Cebreiro, justo donde empieza Galicia. Cargamos las mochilas y comenzamos a separarnos del viejo Vectra. Es decir, a abandonamos la seguridad garantizada y lo previsible. Al principio fue curioso, parecía que unos tirantes elásticos nos retuvieran... Hasta qué se rompen y entonces comienzas a gozar de una sensación de libertad exquisita, a percibir mucho mejor el entorno, los olores y los sonidos. Y comprendes enseguida que casi todo es innecesario. Conforme pasan los días caminando, aprendes a vivir solamente con lo que llevas encima. Y eso es muy poco. Sobra la inmensa mayoría de las cosas que normalmente nos poseen y nos aprisionan. No hubo ninguna motivación espiritual en nuestro camino a Santiago, pero mi compi y yo aprendimos una pequeña lección que recordamos con frecuencia...


Te levantas muy temprano porque a las ocho ya tienes que abandonar el albergue de peregrinos. Son las reglas. Y allá vamos todos los caminantes, cada uno con su ritmo vital y con sus dolores acumulados camino de la siguiente meta. Recuerdo que siempre había cerca del albergue algún tugurio donde acopiar un buen desayuno... Con el tiempo el desayuno se me ha convertido en la mejor comida del día. Pero luego tenías por delante esa cantidad de kilómetros que al principio parecían inabordables. Los primeros días fueron francamente difíciles por culpa de la cantidad de músculos doloridos que afloran como por ensalmo... Es cuando parece imposible dar un solo paso más porque no puedes levantar las piernas. Y entonces aprendes que para llegar vivo al final de la jornada, incluso al final de la cuesta que tienes delante, solo tienes que dar un pasito. Sólo uno: el siguiente. Nada más que el siguiente... los demás serán otro asunto.
Se lo dije a mi amigo hace unos días. Hablábamos de la necesidad de recuperar la democracia para la gente y decíamos que si queremos hacerlo civilizadamente es indispensable introducirnos en el sistema, y para eso hay que votar a partidos que propongan una democracia directa. Es decir, una democracia real, que recupere para la gente el poder legislativo a través del voto directo, a través del flujo libre de la información. Sabemos lo difícil que resulta modificar el rumbo de las cosas en este mundo globalizado, donde el poder financiero ha secuestrado la democracia y la soberanía de las naciones. Y decíamos también que sirve de poco cambiar las cosas en España si el cambio no se produce también en nuestro entorno, en Europa. Decíamos que es necesario que el cambio sea global...
...es decir, la meta está lejísima. Me duelen todos los músculos que tengo, y llegar al final de la cuesta, con una mochila de 15 kilos, me resulta insufrible...
‘...sólo un paso, amigo: el siguiente. No pensemos más allá porque un hombre corriente como nosotros poco más puede hacer. Posiblemente sea buena idea votar a los partidos pequeños que propongan recuperar la democracia real. Los grandes partidos –ya lo vemos- sólo atienden a sus intereses y a los intereses de sus viejos afiliados. Los grandes partidos son viejos dinosaurios, torpes y cegatos, que comen demasiado, cagan más y lo dejan todo hecho un asco...’
Recuerdo que hace tres años mi compi y servidor tuvimos que recordar la enseñanza que aprendimos en el Camino de Santiago...
"...sólo un paso, cariño. Sólo el siguiente paso. No te preocupes del posterior, ni de lo lejos que está el final de la batalla. Ni de lo difícil que resulta vencer".
Y lo consiguió. No sólo consiguió llegar a Santiago, dolorida, pero entera, sino que consiguió, pasito a pasito, salir del peor de los trances que la vida nos prepara a veces...



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