jueves, 19 de diciembre de 2013

Servicio deoncología

Hospital Público de Jerez de la Frontera / Sala de espera del servicio de oncología

Cada día hay más pacientes. Esta mañana ocupan todos los asientos y parte de las paredes. Una mujer lleva un gorrito de lana. Mediana edad y bien parecida. Yo diría que se dedica a la enseñanza. Lee un libro con la vista cansada. Le acompaña su hija de 18 años... Hay más gravedad en el semblante de la chica que en el de la madre. Se ve que la jovencita aún no ha asimilado que el cáncer se cura.
Hay cartelones informativos por las paredes, en varios idiomas y grafías. Explican los derechos y deberes de los pacientes del Servicio Andaluz de Salud. Y uno se siente orgulloso de la sanidad pública que hemos construido a trancas y barrancas en este país, y en muy poco tiempo. Una sanidad universal, para todos, que no pregunta la procedencia del que llega ni pregunta si puede pagar la atención sanitaria... Eso es otro asunto (no menos importante, pero otro asunto). Una sanidad imperfecta, pero trata de ofrecer las mismas oportunidades a los pacientes, vengan de donde vengan. Y creo que no hacemos suficiente hincapié en ese concepto: la conquista de una igualdad real de oportunidades para todos nuestros hijos. Ese concepto debería ser el motor, la idea central, de cualquier gobierno democrático. Cualquier otro intento sería desviarse hacia sociedades injustas.
Pero cada día que pasa nuestros gobernantes nos esquilman el derecho a una sanidad excelente. Nos dicen que los tratamientos de químio y radioterapia son caros, que gastamos demasiado en medicamentos y coaccionan a los médicos para que receten en función de un cupo o se arriesgan a perder no sé qué plus de productividad, etc. Y acabarán consiguiendo que la sanidad pública sea manifiestamente deficiente. Entonces nos convencerán de las bondades de la gestión privada de la sanidad y nos mostrarán la excelente medicina privada que podremos comprar en este país... El que la pueda comprar en cómodos plazos. Y habremos perdido uno de los mayores tesoros que teníamos. Esta es una de las indecencias que nos ofrecen los gobiernos de España.
Por eso me repugna ver a don Juan Carlos, el rey de todos los españoles, quieran o no, entrar sonriente en esas espléndidas clínicas privadas para recibir una atención médica privilegiada... En mi concepto de sociedad este es un comportamiento despreciable porque todos, hasta el más humilde español, tiene derecho a una medicina tan excelente como la que recibe el Borbón. Flaco favor le hace este hombre a la democracia. Me gustaría para mi país una sociedad construida entre iguales, en la que sobren vividores y privilegiados...
En la sala de espera de oncología el enemigo nos iguala a todos. El enemigo común hace estas cosas... Uno de los enemigos, el evidente, es el cáncer. No está mal como enemigo. Pero el otro enemigo se camufla de mala manera y es más dañino porque no da la cara: es el dogma neoliberal (esa idea repugnante que busca el máximo beneficio privado por encima de cualquier cosa o persona) que nos priva de la atención sanitaria que merece cualquier ciudadano por el simple hecho de existir. Ese es realmente el enemigo universal, que nos ataca sinuosamente dejándonos sin alternativas… ¡Ese es el enemigo a derrotar!
En la imagen: laguna final del río Arillo, que separa Cádiz y San Fernando


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