viernes, 15 de noviembre de 2013

Las flores huelen a torrijas de canela

En el Barrero las flores huelen a torrijas de canela. En el parque infantil, mientras las madres vigilan, conviven perros y niños, y no pasa nada. El sol cae como cada tarde, y una pareja recibe los últimos rayos tumbados en el césped. Ella es rubia y hace poco caso al chico. El perrillo se come las sobras de una merienda. En la mesa de al lado las madres hablan del trabajo y de lo bien que se portó la encargada con Chari, y que Chari tenía que haberse callado y dejar estar lo que estaba hecho. El muro trasero del observatorio está lleno de grafitis, pero de los que ensucian y hacen feo. Entonces es cuando el sol se filtra a través de las ramas de una acacia y llega hasta el banco, pero apenas calienta. Debe ser que estamos a mitad de Noviembre.

No parece que pase nada en el Barrero...
…pero esto debe ser un oasis en mitad de lo real. En el mundo pasan millones de cosas malas en este momento. Es cierto que esto es un valle de lágrimas, y también es cierto que no tenemos otro mundo para vivirlo. Uno llega a pensar en lo dichosos que son los ilusos que creen en mundos de luces y colores, pero yo no puedo, ni creo que debamos abandonarnos a las promesas de los iluminados de turno.
Maldita sea el día que vi a los soldados israelíes partir el brazo de un palestino con un adoquín hasta dejarlo descoyuntado… he estado escuchando los alaridos del palestino durante años. Y hace un mes vi y oí a unos salvajes quemar vivos a otros hombres… los apalearon salvajemente hasta meterlos en una zanja, la cubrieron de ramas secas y entonces prendieron fuego. Cada noche revivo la quietud del hombre ardiendo, sin fuerzas ni para gritar… y mientras se queman vivos, el gentío asiste al hecho como si fuera un espectáculo, el cámara se ríe bobalicón de los gritos de la mujer y un salvaje la vuelve a apalear hasta que cae en las llamas. ¡Tal crueldad es posible! Lo es. Eso, y cosas como esas, pasan muchas veces cada día… en cada conflicto armado y en cada lugar oscuro, cuando cualquier hombre sin moral se cree a resguardo de miradas.
Maldita sea el día que vi ese linchamiento. Hemos globalizado hasta la crueldad y la hemos banalizado, y se difunde en las redes sociales como algo normal…
…después de esto, los que especulan con el precio de los alimentos básicos y provocan hambrunas y sed en regiones enteras del planeta aparecen apacibles, como monjitas de la caridad.


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