jueves, 12 de septiembre de 2013

La frontera de las espátulas

Esta mañana tuve que decidir si me levantaba a comprar una lavadora –que, por cierto, cada vez duran menos- o me iba a ver el “salto” de las espátulas hacía África para pasar el invierno.

Imagen de Javier Milla, tomada de http://www.limesplatalea.blogspot.com.es/
Y elegí la segunda opción, mucho más estimulante. A las nueve y media ya estaba en la Torre del Puerco (vieja torre almenara del siglo XVI, redonda, de realengo y de propósito militar) con Rocío y David, dos observadores voluntarios del Proyecto Limes Platalea, que estudian precisamente eso, el paso de las espátulas que han nacido en Europa hacia África. El asunto es que desde hace años se viene observando el paso de casi todas las aves migratorias —flamencos, cigüeñas y decenas de otras especies que servidor no sabría citar— por el corredor del Estrecho (Tarifa – Gibraltar), pero no se observan espátulas por ese corredor. La pregunta es inmediata: ¿por dónde pasan los 18.000 ejemplares que se suponen veranean en la península Ibérica?
Solamente el año pasado se tuvieron indicios de que el salto se produce por un estrecho corredor que va desde Torre Bermeja a Cabo de Roche. La Torre del Puerco está al final de la playa de la Barrosa, casi en la mitad de esa franja corredor. Por cierto, la Regencia española ofreció en 1811 a sir Thomas Graham, general de las tropas inglesas que lucharon junto a las españolas en la batalla de Chiclana, el Ducado del Cerro del Puerco, como pago a los servicios prestados por el inglés en la lucha contra Napoleón… pero el estirado inglés lo rechazó porque consideró indigno ser llamado con ese nombre. Él se lo perdió porque el lugar es idílico.
El observador en la ermita de Santa Ana, en lo más alto de Chiclana, que tiene a sus pies toda la bahía de Cádiz, nos avisaba: va para vosotros una bandada de 62 espátulas. Luego el observador en la Torre Bermeja, al inicio de la playa de la Barrosa, nos lo confirmaba. Y nosotros la comenzábamos a vislumbrar entre la Punta del Boquerón y el Castillo de Sancti Petri (un antiguo islote que ha sido templo fenicio dedicado a Melkart, luego lo fue al Hércules romano, y actualmente tiene la configuración de batería artillera del siglo XVIII – XIX, con su torre que también fue almenara)…
…apenas una línea blanca en la bruma del horizonte. Sólo Rocío y David, observadores avezados, la veían. Luego, ya más cerca, frente a la playa de la Barrosa, la bandada mantenía una lucha frenética por establecer el liderazgo, como un cardumen de peces sin orden aparente. Más tarde, a la altura de cabo Roche, cuando enfilaban África hacia el Cabo Espartel, ya habían establecido un orden y encaraban el salto organizadas. Ora se elevaban por encima de nuestro horizonte, ora bajaban hasta rozar físicamente el agua… Ensayos para encontrar la mínima energía necesaria para esa proeza que es atravesar el mar hasta el continente que espera en el sur. El entusiasmo de Rocío, la gravedad de David, las aves que inician un enorme viaje, que ensayan la mejor manera de sobrevivir a él… sinceramente, uno tiene la sensación de presenciar un espectáculo épico.
Bueno, ¿y eso para qué? Me han preguntado algunos amigos. ¿Qué coño importa que esos patos pasen por aquí o por Tarifa? —No son patos, joder… les digo— ¿Pa qué cohone gastarse un jodido euro en estas tonterías si lo que quiere la gente es trabajar…?
…mañana.
Mañana lo hablamos. Hoy voy a seguir, como dice Rocío, cerrando los ojos para ver volar los pájaros en mi cabeza.


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