jueves, 1 de agosto de 2013

Estampas de la pesadilla neoliberal - 1

Hay un sin-techo a diez metros del café y churros. Pelo encanecido y piel tostada de asfalto y acera. Arrastra una maleta negra de ruedas… Son las 9 de la mañana y de vez en cuando bebe de una litrona de cerveza caliente. Delgado, pero no famélico… no creo que el hambre sea el problema. El problema es la exclusión: simplemente, no tiene sitio en este sistema de mierda que nos han impuesto con la complicidad de nuestra propia desidia.

Hemos vivido en una sociedad en la que el trabajo dotaba de dignidad al ciudadano. En el mundo de mi niñez se podía ser pobre y no perder la dignidad, “…pero mientras tenga estas dos manos no le faltara de comer a mis hijos”. Ya no es así. En la pesadilla neoliberal (léase capitalismo salvaje) tus dos brazos y tus ganas no son suficientes porque el sistema no genera riqueza con ellos.
Ahora, el propio dinero es lo que genera más dinero y más poder propiciando el trasvase de las rentas más bajas hacia los que ya son inmensamente ricos… y este es un proceso que más pronto que tarde tiene que reventar en mil pedazos. Y en ese proceso antinatural no puede sobrevivir la dignidad de nadie. En la economía especulativa en la que vivimos, la gente servimos para muy poco y tenemos aún menos poder.
Es un sistema autodestructivo. El trabajo precario –cuando lo hay- no dignifica al hombre, le esclaviza. El trabajo queda convertido en un simple parámetro al servicio del beneficio empresarial y, por tanto, las condiciones laborales de la gente –en aras de la productividad- se han depauperado hasta límites esclavizantes…
…y el esclavo acaba auto convencido de ser un paria que sobrevive a costa de amigos, padres, abuelos, ¡y hasta del Estado!
El sin techo que tengo ahí delante es un subproducto del sistema. Es lo que queda del proceso. Exprimido y excluido. Deambula, de un comedor social a otro, aislado en una burbuja que lo hace invisible. Ya es totalmente prescindible económicamente. Sólo genera gastos y problemas al sistema. Hay que darle de comer y, en su caso, hasta pagarle una cama de hospital… porque dejarle morir de inanición en una esquina sería demasiado evidente. ¡Pero todo llegará!
Y, para colmo, hay que mimetizarlo el día del Corpus, cuando autoridades y gente de bien pasean engalanados por la calle real…


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