miércoles, 3 de abril de 2013

Sin confianza no se puede vivir

Dice el mecánico que eso va a ser de la transmisión, que tiene holgura en la rueda derecha… Bueno, pues será. Me puede decir lo que quiera pero no me importa demasiado porque le tengo confianza. Y eso es muy bueno, tranquiliza. Y también es bueno confiar en el fontanero, y en el médico y en el dentista; pero sobre todos, deberíamos tener confianza en nuestros políticos, esos personajes que elegíamos con nuestros votos.

“Sin confianza no se puede vivir”, lo escribía mi abuelo —en teniente López— que murió en el 37, en la batalla de Brunete. Él no confiaba en la República y se alzó en armas contra ella. Yo hoy no confío en que este sistema devuelva el poder a la gente… —hablo de este sistema como una democracia falsa; que mantiene la forma pero que está sometida al poder financiero—.

Por eso sería estupendo volver a tener confianza en mis políticos, porque sin confianza no se puede reconstruir el país. En este sentido, no se me va de la cabeza lo que decía hace dos días un contertulio de la radio local, decía, con mesura y buena intención, que habría que dar tiempo al gobierno, que era prematuro condenar su política y que habría que esperar a que acabe la legislatura para ver qué consigue… Si esta opinión se generaliza es que tenemos una democracia fallida desde la raíz.

¿Por qué digo esto?

 

Lo digo porque los partidos reciben votos para que ejecuten el programa de gobierno que han explicado: El que presentan públicamente antes de las elecciones. Los diez millones de personas que votaron al Partido Popular en 2010 —quieran ellos o no— están apoyando ESE programa electoral de gobierno, y no otro. No votamos a dictadores para que ejecuten programas ocultos o gobiernen a golpe de decretos… Si Zapatero o Rajoy traicionan la voluntad popular (como lo han hecho) y no pueden ejecutar sus programas de gobierno por las presiones externas —o por situaciones sobrevenidas— DEBEN DIMITIR y proponer nuevas elecciones con programas que se ajusten a los nuevos planteamientos, sin mentiras para captar votos ingenuos. Y nosotros decidiremos, no ellos, porque no son quiénes para tomarse la voluntad de la gente a la ligera. Si Partido Popular y Partido Socialista gobiernan a espaldas de los votos que recibieron no tienen suelo en el que apoyarse y convierten la democracia en una parodia criminal.

Pues eso, que no se me va de la cabeza la opinión de aquel contertulio. Si en este tiempo no hemos conseguido formar ciudadanos críticos, difícil va a ser construir una democracia real.


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