jueves, 24 de enero de 2013

…y nosotros somos las gallinas

El ministro japonés de Finanzas dice que las personas mayores deben ‘darse prisa y morir’. Y lo dice porque si se mueren de una puta vez, el Estado no tendría que gastar tanto dinero en atenderles y las cuentas saldrían mejor paradas. Es decir, el ministro japonés cree que emplear recursos en atender a los mayores se ha convertido en algo prescindible… y las personas también. Algo parecido dijo algún mequetrefe aquí, en España, no hace mucho. Que lo diga un individuo es una anécdota, el problema es que esta idea es el corolario de la teología financiera que gobierna el mundo. Los valores que creíamos tener ya no valen para la gente que nos gobierna y por eso vamos de cabeza hacia una distopía de ciencia-ficción que no desmerece en nada las visiones de Orwell, Bradbury, Huxley o Nolan.



Pero no nos engañemos, la verdadera crisis de valores —de la que se habla constantemente como causa de nuestros males— no consiste en que los jóvenes no cedan el asiento a las ancianitas. La verdadera crisis de valores se basa más bien en que nos gobierna una élite financiera que ha convertido a los ciudadanos en cosas prescindibles; en objetos reemplazables al servicio de lo único que para ellos ­—la élite financiera— tiene importancia: el máximo beneficio privado; el verdadero dogma y único valor del capitalismo que corroe el mundo. Ese es el auténtico cáncer que ha trasmutado los valores que nos humanizaban en un ‘sálvese quien pueda’ individual.

Puede que la referencia expresa a que se mueran los viejos sea nueva y nos haga saltar del asiento… pero TODAS las medidas económicas y políticas que están tomando en nuestro nombre adolecen exactamente de la misma falta de valores. Repito, TODAS esas cosas que llaman ‘reformas económicas en profundidad que ponen las bases para la próxima recuperación’, sólo ahondan la desigualdad entre una minoría de privilegiados y la inmensa masa de ciudadanos que se quedan sin educación, sin sanidad y sin atención social. La teología financiera y sus acólitos asumen que la justicia sea sólo un reducto para ricos; asumen que el reparto de la riqueza solamente se haga a través de las reglas del mercado, es decir, sin racionalizar la codicia de los hombres ricos.

Sin reglas y con la absoluta libertad que la política les ha regalado, las élites financieras que gobiernan a los gobiernos elegidos ‘democráticamente’ imponen a todos un solo credo: el beneficio por encima de los hombres. Es el capitalismo de la peor ralea que hayamos conocido. Y cuando se deja a ese monstruo codicioso sin el control político ocurre lo normal. Ocurre lo que ocurre cuando soltamos a una zorra hambrienta en un gallinero…

…y nosotros somos las gallinas.



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