domingo, 2 de diciembre de 2012

El saxofonista de las manos heladas


Oí el sonido de terciopelo desde tres calles antes. Lo inundaba todo... y allí, junto al puente romano, me apalanqué un buen rato a disfrutar del concierto callejero.


Sopla un vientecillo muy frío sobre el Arco Romano de Córdoba, entre el Guadalquivir que baja impetuoso, y la Mezquita. Es un lugar desangelado. La gente atraviesa el arco sin arrimarse al saxofonista, por el otro extremo, como si tuvieran la misma carga eléctrica... No sé, parece que a muchos les molesta reconocer la presencia del hombre y de la música. Pasan presurosos como si no la oyeran y, sobre todo, ignorando al hombre.

Y me temo que no se dan cuenta, pero el músico no pide nada, está ofreciendo un regalo...



1 comentario:

Manuel Marcos dijo...

Hola, Miguel Ángel. Soy el saxofonista de las manos heladas. Parece que voy entrando en calor. Es verdad que la gente no escucha aquí, pero tengo ya muy buenas experiencias y horas de rodaje con público que aprecia la música. Gracias por tus palabras.