miércoles, 29 de febrero de 2012

Si cada ciudadano tuviera realmente un voto no gobernarían los miserables

Va a resultar que, efectivamente, el Gran Hermano orweliano sonreía. Que era verdad que debajo del mostacho se ocultaba una sonrisa comprensiva, paternal, fraternal. Que era cierto que el sistema sólo buscaba nuestro bien… que el Gran Hermano era nuestro padre y nos vigilaba para protegernos de nosotros mismos. ¿Qué coño nos habíamos creído? ¡Circulen, por favor!
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Visiones de progresía trasnochada, ¡hombre! Estábamos completamente equivocados. Lo que importa en realidad —ya nos lo tienen dicho— es reducir el déficit cueste lo que cueste... y si no tenemos pan en esta vida, no importa, la tendremos en la próxima. Y si reducimos a la inanición profesional e intelectual a una generación de españoles, no importa, volverán banderas victoriosas cuando tengan que volver. Y si hay que parcelar el Estado y venderlo, se parcela y se vende, ¿para qué cojones lo tenemos si no es para sacarle beneficios privados? ¿Qué pretendéis, que vendamos los yates?
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¡Madre mía! Somos unos desagradecidos, unos egoístas que solo pensamos en tener urgencias dignas, hospitales lujosos y educación gratuita para zoquetes que no dan palo al agua… ¿Cuándo vamos a comprender que la mejor forma de estímulo para trabajar es dejar de pagar subsidios de paro? ¡Verían entonces todos esos paniaguados cómo hay un trabajo detrás de cada esquina! Era cierto, joder, somos unos vagos acostumbrados a mamar de papá Estado… ¡Y eso tiene que cambiar, que para eso tenemos los votos!
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¡LOS VOTOS! Los votos…
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¡Cómo nos han estafado! Nos hemos tragado el anzuelo hasta el duodeno… y encima tenemos que dar las gracias por la carnada. ¡Si serán miserables!
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Entonces era fácil reconocer al enemigo. Tenía bigotito, uniforme y una mala leche determinante. Era reconocible… pero ahora votamos cada cuatro años y nos creemos que por eso gobierna el pueblo. ¡Menuda estupidez! La realidad es que vivimos en una democracia formal bajo una dictadura capitalista global. El capitalismo más codicioso e inhumano que hemos conocido en la historia. Nuestros gobiernos no amparan a los ciudadanos, se dedican a vigilar la salud de los poderes financieros, a servir y cuidar de los amos del mundo. No les importamos un bledo aunque se queden afónicos diciendo que si el paro, el paro, el paro… Mienten. Insultan a la inteligencia de la gente. Sólo dicen lo que queremos oír. Nunca antes en la historia del hombre ha existido tanta riqueza acumulada en tan pocas manos… La solución a la crisis es evidente.
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Para los que gobiernan en nuestro nombre, el dogma neoliberal es sagrado. El máximo beneficio privado es la única idea que mueve la voluntad, y esto es incompatible con la democracia real y con la felicidad de la gente.
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Si cada ciudadano tuviera realmente un voto no gobernarían los miserables.
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NO PODEMOS SEGUIR CALLADOS.
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En la imagen: La curvatura de la superficie, junto a la barra de vidrio, tampoco es real.

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