miércoles, 14 de diciembre de 2011

Violeta - Episodio 2/3


Sí… Violeta, larga melena negra, ondulada; ojos verdes, irresistibles, y rasgos amplios. Con una belleza tan singular que atrae al más templado y nos despierta un deseo intratable. No sé, hay algo animal en esta mujer, tan libre, tan rabiosamente independiente, con tantos recovecos oscuros en su vida que cuando medio entras (porque te deja un resquicio) te ves perdido en mitad de un laberinto y acechado por un enemigo que no identificas…

Murió el filántropo y le dejó una herencia más que notable… Una excedencia instantánea dejó a los trogloditas del cuartel sin la joven de la minifalda que se sentada sin recato delante de la máquina de escribir.


Y Violeta, con su herencia bajo el brazo, la vivió enterita, a destajo, transformándola en un ejerció desesperado de libertad. Se la bebió a sorbos y a borbotones. Se la fumó en Madrid, París, Roma, Londres y se la merendó en la cama con quien quiso y cuando le apeteció…

El suave deje republicano del tío-abuelo la llevó a contubernios comunistas; a escuchar a personajes adelantados a su tiempo; a caminar al lado de contestatarios; componer con cantautores malditos; elucubrar argumentos en la cama de novelistas proscritos por el régimen; a estar entre contertulios de tertulias donde germinaban las nuevas ideas y los nuevos caminos para recorrer después de Franco… Y Violeta, esa espléndida mujer, deseada siempre, bebía de todos ellos pero mantenía su feroz independencia.

Y, ¡lo que son las cosas!, el cantautor acabó cantando en grandes salas, y el novelista publicó sus novelas en las mejores editoriales y las repartió por medio mundo; y los contertulios se hicieron políticos de chaqueta y corbata. Y todos ellos tuvieron hijos que mandaron a colegios de pago…

...y entonces la herencia del tío-abuelo filántropo se agota con la última hoja de un otoño.

Y Violeta, esa espléndida mujer, madura ya, deseada siempre, la que levitó sobre la vida de todos ellos, tal vez comenzara a comprobar que su brutal independencia dejaba aflorar una punzada de soledad.

(Continuará…)

No hay comentarios: