lunes, 7 de marzo de 2011

Otra muestra del relativismo moral de la jerarquía católica


Nos lo enseñaron y estaba en el ambiente: no se podía escupir porque escupir era propio de judíos. Llamar a alguien judío era insultarle, porque eran los que habían escupido y traicionado a Jesús, y provocado su muerte. No me lo han contado, ni lo he leído en libros de historia, lo he vivido. Aquel niño lo recuerda perfectamente.
Y para potenciar esa idea (dejando al margen lo que nos decían en catequesis y ejercicios espirituales al uso) estaba toda la iconografía del momento. Desde las ilustraciones de laEnciclopedia Álvarez hasta las pelis en technicolor, que mostraban a los judíos como personajes cobardes, traicioneros y de mirada huidiza.
Luego conocí a niños judíos (en Ceuta se dice hebreos, que sonaba mejor, como a comerciantes de éxito) y resultaron ser niños normales y estupendamente mimetizados en la sociedad ceutí… [Sin embargo a los moros —dicho esto con todo respeto, aunque hoy sea políticamente incorrecto— se les distinguía mejor porque mantenían sus señas de identidad (estéticas, culturales y sociales) y porque la realidad es que era extremadamente difícil para ellos integrarse, si es que lo hubieran intentado…]
En octubre de 2008, el Papa Ratzinger habló de la palabra estable de Dios y aseguró, metido el hombre a comentar la crisis, que:
Pero hoy nos enteramos que no era cierto. Que, en realidad, la palabra de Dios es inestable porque ahora resulta que los judíos no fueron responsables de la muerte de Jesús… (el propio Ratzinger —vía Vaticano II— hace una relectura del Evangelio de Mateo y lo deja escrito en su libro)
O sea, ahora va a resultar —centrándonos en la responsabilidad de la jerarquía católica en la persecución al pueblo judío en suelo patrio—, por ejemplo, que los Reyes Católicos se quedan sin algunos de los argumentos que usaron para obligar a los judíos a convertirse a la fe católica, y para expulsar más tarde a los conversos judaizantes. O, a la luz de la nueva visión de los hechos, ¿qué dirían hoy los respetables sacerdotes Ferrán Martínez, Alonso de Hojeda o fray Tomás de Torquemada de sus actos y prédicas? ¿No es esto relativizar la moral y convertir lo malo en bueno y viceversa?
Y uno se pregunta entonces: ¿Dónde está el relativismo moral que tanto desdeña la Conferencia Episcopal de Rouco Varela? ¿En la sociedad laica o en la propia jerarquía católica? Creo que debería preguntarle al jefe Ratzinger, porque, en mi modesto parecer, su tinglado es el mayor ejemplo de relativismo moral que ha existido en la historia… ¿cómo, si no, ha sobrevivido? Pues precisamente así, relativizando las verdades y las mentiras; redefiniendo los enemigos y las alianzas políticas según el momento y según la conveniencia; santificando cruzadas y demonizando a otros cristianos, etc., etc., etc. Posiblemente, no existe en la historia de los hombres una organización más camaleónica —entiéndase, con una moral más cambiante— y dañina que la propia jerarquía católica.
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Addenda: Precisamente esta noticia (Dos alumnas se quedan sin el título de ESO por el rechazo a Ciudadanía) nos recuerda que ellos ven la paja en el ojo ajeno y no perciben la viga en el propio…
Post Scriptum: He tenido cuidado en no referirme —ni citar expresamente— a la Iglesia católica, en la inteligencia de distinguir entre la buena gente de base y la jerarquía principesca que la dirige.
En la imagen: la Iglesia Mayor de San Fernando.

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