martes, 17 de agosto de 2010

¿Dónde coño se esconden las palabras?


Son veintisiete letras (las he contado) y diez dígitos. Sólo con eso, los hombres construyen historias y las cuentan para otros; piensan miles de cosas y son capaces de transmitirlas. Y así van construyendo a lo largo del tiempo —y acrecentando de forma exponencial— conocimientos nuevos, sentimientos extraños expresados de forma mágica, o ideas únicas que revolucionan el mundo…

Dicen que no hay invento más asombroso que los hombres hayan hecho porque, además, esos escasos signos también sirven para contar las pequeñas cosas diarias… sirven para convertir en poesía la espuma de una ola que se deshace en la arena y, también, para convertir en palabras audibles amores y miedos… porque así se perciben mejor los primeros, o se disipan como humo los segundos. El hombre venido a menos busca eso: percibir mejor y disipar.

Y llevo días y días mirando los maravillosos signos, buscando apalabrar esos amores y esos miedos… pero aquí no se apalabra nada. ¡Precisamente ahora! ¿Dónde coño se han ido las palabras?


No hay comentarios: