sábado, 8 de mayo de 2010

El tocón integrado


En otras ocasiones nos ha sorprendido comprobar cómo la vida se abre camino… y veíamos las raíces rompiendo el asfalto como si el asfalto fuera mantequilla. Hoy vemos cómo un hombre —que se recrea en el discurso de un dios menor— permite a la vida continuar su camino.

Tienen los chiclaneros fama de hombres rudos y descuidados con la naturaleza (seguramente inmerecida)… pero este debe ser una excepción: ha respetado el viejo tocón. Le ha permitido formar parte del muro, y ahora es un muro vivo y distinto. Es un muro que atrae las miradas, que provoca una sonrisa sorprendida y genera un comentario agradable… ¿Has visto eso, niña?

Diría servidor que merece un rinconcito en alguna feria de ARte COntemporaneo y un guiño o una palmada en el hombro dada por algún político al uso… Sí, señor, buena idea. Hombres como usted hacen singular nuestro pueblo… que lo mismo este chiclanero es sensible aún a estos gestos del poder local. ¿Quién sabe?

Sí… este chiclanero curioso nos ha regalado un momento extraño. Me gusta pensar que hombres que dedican parte de su tiempo y su imaginación en componer estas cosas son hombres pacíficos, comprometidos con la naturaleza e incapaces de ser amorales...

…a veces hace falta muy poco para regalar esperanza, ¿verdad?


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