miércoles, 24 de marzo de 2010

La zorra en el gallinero

Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, quiere salir de la crisis económica. En eso se parece a casi todos los políticos, incluso a casi todos los españoles… —y digo casi porque siempre hay indeseables que se benefician de las crisis—. Lo que la diferencia de muchos son los métodos que le gustan para salir de ella y, lo que es peor, la insensibilidad que pone en el asunto. Por lo que se le ve hacer, Aguirre es una fervorosa neocon, partidaria de privatizar los sectores públicos para reducir el Estado a la mínima expresión. Es decir, es partidaria de vender los servicios que el Estado debe ofrecer, a empresas / corporaciones privadas… Y eso lo hacen solamente si el negocio / explotación del servicio público genera beneficios para las corporaciones privadas, que no son, evidentemente, ONG’s...

Con Aguirre, el Estado debe olvidarse de gestionar (por ejemplo) la educación y la sanidad porque esas tareas las ejercen mejor corporaciones privadas a cambio de beneficios económicos. Y piensa que esas políticas que reducen la presencia del Estado al mínimo, privatizan lo público y dejan que el libre mercado dicte sus reglas, son las que generarán riquezas, nos hará crecer económicamente y nos sacará de la crisis… —es su visión de las cosas (para servidor, homo sapiens venido a menos y anclado en el pasado, esos servicios deberían ser derechos y nadie debería comerciar con ellos)—

El problema de este pensamiento es que cuando eso ocurre ya no hay Estado que regule —un poquito por lo menos—, el mejor reparto de la riqueza. Es decir, el Estado ya no es garante de repartir la riqueza, mucha o poca, con un mínimo de humanidad. Para Aguirre lo que debiera gobernar la Comunidad de Madrid (como ya lo hace en el planeta globalizado) es la Ley del Mercado, la tesis de Milton Friedman.

O sea, Aguirre y Aznar (al igual que Pinochet, Videla, Suharto, Thatcher, Yeltsin, Bush, etc., etc., etc.) son unos auténticos friedmaníacos, valedores del libre comercio más salvaje, de la reducción del Estado que ya no debe interferir en las leyes del mercado, ni poner coto al enriquecimiento privado, ni intervenir en la redistribución de la riqueza.

Por eso a Esperanza Aguirre no le gusta que el Estado (en este caso, los sociatas) reparta subvenciones a los más débiles (parados de larga duración, enfermos con necesidad de asistencia, jornaleros que se quedan sin cosechas que recoger, ciudadanos que pierden su casa, jóvenes alquilados, damnificados por desastres naturales…) Por eso Esperancita ha insultado a los andaluces reduciéndonos a la categoría de animales de gallinero…

"Se han ido a Sevilla [los sociatas], han hecho un congreso y han hecho lo único que creen que debe hacer un Gobierno, que es utilizar el dinero de los contribuyentes para dar pitas, pitas, pitas (…) es una vergüenza que se haga esto en un momento en el que hay que apretarse el cinturón ". (Leer más)

Seguramente doña Esperanza es, por nacimiento y por camastro, de buena familia. De las que nunca han pasado la necesidad diaria de un jornalero andaluz o extremeño. Estoy seguro que Esperancita no tiene ni puta idea de lo que es apretarse el cinturón; seguro que nunca, ni ella, ni sus hermanos, ni sus hijos, ni sus padres han pasado la mínima necesidad física. Y estoy seguro que ni antes ni ahora, con crisis o sin crisis, van a saber lo que es apretarse el cinturón… ¿Cómo se atreve esta mujer a exigir que los más necesitados se sigan apretando el cinturón y a negarles un subsidio bajo el infame insulto del que reparte migajas a la voz de pitas, pitas, pitas?

¡Menos mal que la zorra, de momento, ­no ha entrado en el gallinero, sigue en Madrid!

(Con todos mis respetos para las zorras… por lo que tienen de listas)


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