martes, 1 de diciembre de 2009

Los altruistas no tienen precio


Pasan demasiadas cosas en el mundo. Demasiadas y al mismo tiempo. Son cosas que desbordan al homo sapiens venido a menos… y ocurre entonces que las dejo pasar. Sí, me olvido de lo que acontece ahí afuera y recurro a las sombras que barren la mesa, y dejo que el mundo y sus cosas pasen como si no me importaran, como el que ve los toros desde la barrera… sin implicarse; sea lo que sea, no va conmigo… yo solo pasaba por aquí, esta no es mi guerra… que apenquen otros…

…por eso admiro profundamente a las personas que se implican personal y físicamente en cuestiones de solidaridad, sin recibir dinero a cambio y apenas un reconocimiento… estoy pensando en los tres secuestrados en Mauritania por la sucursal de Al Qaeda en el Magreb; o en un cuñao implicado en el banco de alimentos de Córdoba; o en varias viejas amigas (personales y virtuales) que trabajan numerosas horas en oeneges; incluso tengo conocidos políticos que han aceptado ponerse al pie de los caballos a sabiendas de que lo van a destrozar personal y profesionalmente… son gentes que no hablan de caridad, sino de derechos, y para eso ponen sus propias manos a la obra.

Sí, hay gente valiente y admirable, que regalan su tiempo y sus saberes, o se expone a peligros sin que nadie les obligue. La existencia de los altruistas es un regalo valiosísimo, y su ejemplo no tiene precio.

¿Qué sería del mundo sin su ejemplo?

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