miércoles, 21 de enero de 2009

¿Qué tendrán que ver los dioses en esta batalla?


Admiro profundamente el arraigo de la democracia en los Estados Unidos. El directorBrubaker (Robert Redford, 1980) se lo decía a los presos de la cárcel privada que le contrató —allí hasta las cárceles son un negocio para alguien, y el dueño contrata al director que le da la gana, a su cuadro de gestores y a la seguridad—. Pues, como el centro aquel era un desastre, Brubaker, para que se organizaran entre ellos, les dijo a guardianes y presos: “Fácil. Un hombre, un voto”. Y se organizaron entre ellos la mar de bien, ¡oye! (Eso no lo hacen en Guantánamo, por cierto)

Las pelis americanas que vemos siempre nos muestran a unos americanos que organizan sus comunidades con maneras profundamente democráticas y directas —sobre todo en tiempos del Oeste, mientras en España andábamos asonada por aquí, golpe por allá, pronunciamiento por acullá—. Tendrán otros muchos defectos, pero en eso son admirables. La pena es que no sean capaces de sacudirse el yugo de las religiones (que, por lo visto, cada vez hay más, y más absurdas, en ese gran país)

En mayor o menor medida les pasa como a los regímenes islamistas, que no puede prescindir de los dioses en sus quehaceres diarios y, lo que es peor, a la hora de legislar. A nivel privado no tiene por qué ser nefasto, pero si esa tendencia aflora en lo público es un peligro real porque las convicciones religiosas son un asunto irracional y no convendría mezclar asuntos terrenales y mensurables con asuntos celestes que coexisten al mismo nivel que gnomos, elfos y trolls. Ayer, en la ceremonia de juramento de Obama como presidente, actuaron hasta dos pastores evangelistas, y todos los presentes bajaron los ojos en señal de sumisión. Y no sé cuantas veces el nuevo presidente cito a dios en su primer discurso… That God helps me, God saves America, That God saves to this country, God blesses America… etc.

La moral que guía nuestra conducta, y la conducta de gobernantes como Obama, no debería estar dictada por pastores evangélicos, popes ortodoxos, obispos católicos, ulemas chiítas o rabinos judíos… porque todos ellos piensan que su moral es la correcta. Debería estar guiada por un código moral válido para todos los hombres de la Tierra, un código hecho por hombres y superior a todas las iluminaciones… y, hoy por hoy, lo más parecido que tenemos a ese factor común es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Si cambiáramos coranes, talmudes y biblias por esos treinta artículos ¿qué humanidad tendríamos? Por lo pronto millones de hombres equivocados se quedarían sin excusas para matar…

De todos modos, no nos engañemos, la realidad es que los gobernantes se ajustan a las poses religiosas para no desvincularse de un pueblo llano que les vota y que sigue muy apegado a estas creencias… solamente eso, porque en realidad los gobernantes solo tienen una guía para decidir qué es lo correcto: la defensa a ultranza de sus intereses patrios por encima de cualquier otro (Directivas de Defensa Nacional, por ejemplo) Y, salvo honrosas excepciones, se pasan por el forro de las pelotas cualquier consideración moral que se desvíe del acopio de votos para las próximas elecciones… empezando por Obama.

Y ojalá me equivoque; ojalá el liderazgo de Obama se mantenga intacto y sirva para hacer de esto un mundo algo mejor. ¡Ojalá!


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