miércoles, 13 de agosto de 2008

La señora de rojo y sandalias color fucsia

De vez en cuando volvemos a sentir misericordia. Son hombres y mujeres de Osetia del sur... o Georgia. ¿Qué más da? Gente normal, nuestros vecinos. Una bomba les ha caído cerca. Estaban en su modesta casa y al instante siguiente aparecen masacrados en la calle. Son gente inocente y pobre; no tienen acciones de ningún oleoducto petrolífero. Ninguno de ellos ha ofendido al aviador que soltó la bomba. Y el aviador no los conocía ni los odiaba. ¿Entonces?

Me da que esto va a ser cuestión de los que mandan... ¡lo que yo te diga! Que son unos tipos que por un oleoducto más o menos masacran vecinos como la señora de rojo... ¡madre mía, que peligro, una señora de rojo con sandalias color fucsia! Sí, son unos tipos que se creen esas historias de patrias falsas; adobadas con pizcas de falso orgullo racial; aprendidas con fondo de paradas militares y banderitas de colores; justificadas inventando enormes enemigos (como la señora de rojo y sandalias color fucsia); y apoyadas en estampitas de santos, vírgenes y oraciones.

Uno se hace mayor y aprende que la única patria del hombre es la del niño, es la calle del barrio que nos vio corretear...

...o eso o el planeta entero.

Las otras patrias, las intermedias, las que anidan en el corazón de los que ordenan estas masacres, y les sirve de excusa, ESAS PATRIAS SON UN MACABRO INVENTO Y LOS QUE ORDENAN MATAR EN SU NOMBRE, UNOS ASESINOS.



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