sábado, 6 de octubre de 2007

Mi gente sorprendente: Karla, Carlos y Miguel Ángel

Conocí a Miguel Ángel hace lo menos cuarenta años. Es uno de los Niñ@s Vi.Jo. que me acompañaron en la niñez y primera juventud en mi barrio de Villajovita, Ceuta, la España del Norte de África... y recuperados gracias a esta cosa de internet. Entonces apenas hablamos, pero asistíamos a los mismos hechos y fechorías. Ahora apenas hemos tenido ocasión de hacerlo, pero la sensación de cercanía mutua la presiento grande... a muchos de esos niños nos sigue sorprendiendo la cercanía recuperada al cabo de 40 años de vidas tan divergentes.

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Karla, Carlos y Miguel Ángel

Cuando murió Pinochet lamenté que se fuera de rositas. Me habría gustado verle entre rejas reales, incluso con un mono naranja de esos que el imperio ha puesto de moda en Guantánamo... a veces los homo sapiens venido a menos nos sentimos solidarios con causas lejanas en el espacio, y nos gusta confundir justicia con dulce venganza, lo siento. Y fue entonces cuando supimos que Miguel Ángel se casó con Karla, hija del chileno Carlos... y conocimos su historia. Por favor, no dejéis de leer AQUÍ la historia de Carlos, y cómo la jovencita Karla vigilaba desde la azotea de su casa para dar la voz de alarma si venían los soldados del dictador a detener a su padre, que resistía desde la clandestinidad...

...seguro que hay cientos de historias como la de Carlos... pero, desde que le conocí virtualmente, me llenó de admiración que después de todo lo vivido, de toda la sangre derramada en Chile, de toda la infamia de la dictadura, después del acoso que sufrió su mujer; después de las desapariciones, torturas y miserias. Después de todo lo que Pinochet hizo y propició... Carlos se conformaba con que se reconociera que apenas había sido un vulgar ladrón:

"...casi me gusta mas que se le recuerde como un ladrón que como un dictador".

¡Así sea, admirado Carlos! Os merecéis esta última victoria: sólo era un ladrón
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