jueves, 23 de agosto de 2007

Miedo al futuro


No hace mucho le preguntaban a Labordeta (el cantautor aragonés, caminante y parlamentario) qué era lo que más temía a estas alturas de su vida, y contestaba que temía al futuro. El hombre estaba seguro de que no dejábamos a nuestros hijos un mundo mejor… Le pasaba lo mismo a mi suegro, que no entendía lo que estaba pasando en su país; y mismamente, mi padre tenía miedo a un futuro sin Franco… un día me lo dijo muy preocupado porque veía que su hijo se metía en follones que le podían llevar a comisaría por subversivo. Parece claro que cuando dejamos de ser jóvenes y nos sobrepasa la ola percibimos los cambios como amenazas…

Ellos y nosotros, cada generación, en el fondo pretendemos lo mismo: el imperio de una ley aceptada por todos... pero eso sólo ocurre cuando emana del propio pueblo. Será una ley mejor o peor, pero si es democrática incluye cauces para su mejora. Aceptar el imperio de la ley es la garantía para permanecer en civilización. Por eso todos pretendemos que se respeten las leyes nacionales y las internacionales, es decir, las reglas del juego limpio… incluso los hombres han creado organismos supranacionales que velan para que los conflictos tengan vías de solución legales y pacíficas.

Pero hoy día, a comienzos del siglo XXI, hay varios mundos en el planeta que se consideran al margen de esta honestidad. Y dos de ellos nos hielan el corazón:

El mundo más irracional, es el poder islámico emergente en todo el planeta. Es el poder irracional que emana de una religión con vocación de dirigir la vida diaria de las naciones en donde está arraigada. Tal vez es la respuesta lógica del mundo musulmán ante la pobreza y la falta de expectativas de progreso material… que a su vez sea consecuencia de su castrante cultura religiosa. La irracionalidad y la búsqueda del martirio, es decir, el desprecio de esta vida y las esperanzas en una vida eterna mejor, les hace poderosos. Lo decía Abdul Rashid uno de los clérigos islámicos que dirigían la Mezquita Roja de Islamabad, Pakistan:
"Ganamos a los rusos (en Afganistán) y ganaremos a los norteamericanos. No hay prisa. ¿Sabe por qué EE UU no puede ganar a los musulmanes con toda su tecnología y su dinero? Porque para vencer hay que tener coraje y principios. Ellos tienen 140.000 soldados en Irak y dígame uno sólo que sea capaz de ponerse una bomba en el cuerpo e inmolarse por su patria estadounidense. ¡Ninguno! Nosotros tenemos miles de jóvenes dispuestos a morir. Somos más poderosos. Dios está de nuestro lado"
De esta gente no se puedo esperar mucho, pero del mundo más poderoso, el que ostenta la ínfula de defensor de nuestro modelo de vida, deberíamos esperar algo de humanidad… pero también nos hiela el corazón: los Estados Unidos de América. La más poderosa potencia militar, económica, tecnológica, egocéntrica y cateta del planeta. Y lo es con una diferencia abismal, y con voluntad de seguir siéndolo por encima de cualquier justicia…

Da pavor leer las cosas que se dicen en su dcumento sobre Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos ...entre otras cosas porque en el fondo sólo les queda por decir como colofón lo mismo que decían en la Inquisición: "Por que Dios así lo quiere", con lo cual el mundo más poderoso daría la mano al mundo más irracional... ¡y así nos va! Dicen, por ejemplo:

Defendemos a los Estados Unidos, al pueblo estadounidense y a nuestros intereses dentro y fuera del país mediante la destrucción de las amenazas antes de que lleguen a nuestro país.

Si bien Estados Unidos tratará constantemente de obtener apoyo de la comunidad internacional, no dudaremos en actuar solos, en caso necesario, para ejercer nuestro legítimo derecho a la defensa.

Para evitar actos hostiles de nuestros adversarios, Estados Unidos actuarán preventivamente.

Emprenderemos las acciones necesarias para asegurar que nuestros esfuerzos no se vean perjudicados por el potencial de investigaciones, pesquisas o enjuiciamiento por parte del Tribunal Penal Internacional, cuya jurisdicción, que no aceptamos, no se extiende a los norteamericanos. Aplicaremos a plenitud la Ley de Protección a los Miembros de las Fuerzas Armadas Norteamericanas.

Dicho en otras palabras, todo eso significa que estos supuestos civilizados defensores de eternos valores democráticos se arrogan el derecho para detener a cualquier ciudadano, en cualquier país del mundo, por el subjetivo delito de ser sospechoso; secuestrarlo, llevarlo a cárceles secretas de terceros países que se presten, para torturarlo y mantenerlo en cárceles sin ser acusados, sin juicio y sin condena; sin status de prisionero de guerra; y para justificar tales actos se inventan absurdos eufemismos como luchadores contra la libertad… Y para colmo se declaran por encima de la ley, de forma que se pasan el Tribunal Penal Internacional por el mismísimo forro de los cojones… Y ya lo están haciendo.

También, bajo el amparo de esta doctrina, al margen de la ONU y siguiendo intereses propios (el negocio de la guerra – destrucción – reconstrucción – reposición de armas – etc.), invaden Irak con mentiras —y con el apoyo de nuestro imbécil particular—, matan a cientos de miles de irakíes; asolan el país, lo dejan sin infraestructuras, sin servicios y sin seguridad; con miles de desplazados, con la población enfrentada y cientos de muertos diarios; construyen un gobierno títere que llaman democrático; crean el mayor disparate posible y al final tendrán que marcharse con las orejas gachas porque NO es posible la derrota de un pueblo que no tiene nada que perder… o peor aún (¡ojalá me equivoque!) sigan dando pasos hacia el vacío atacando Irán.

Y ante esto ¿qué les tocará vivir a nuestros hijos? ¿Es fundado nuestro temor?



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