martes, 10 de julio de 2007

Mi gente sorprendente: Mis compadres

Buena velada la de la otra noche en Los Barrios —pequeña ciudad en la provincia de Cádiz, en el Campo de Gibraltar; puerta al Parque natural de los Alcornocales, el mayor bosque mediterráneo de la península Ibérica—. Buenos viejos amigos en torno a una buena mesa. Niños que han crecido y redescubres como estupendos compañeros de tertulia. Buena tortilla de patatas, casera y en su punto. Buen tinto de verano. Buena pipa para después de la cena. Buena y chispeante conversación…


Recordando viejos tiempos decía mi compadre Carlos que nos educaron con poco razonamiento y demasiado desarrollo de la memoria; y confesó a medias —porque en el fondo se avergüenza un poco— que él llegó a entender una cuestión muy básica sólo cuando empezó a explicarla a sus propios alumnos. Pero me parece que a muchos nos ha pasado lo mismo. Y Lucía nos contó que le pusieron un cero porque se atrancó mientras recitaba/cantaba la tabla de multiplicar del dos. Simplemente se le fue el ritmo de la cancioncilla y no supo seguir…

— ¡Jolines! ¡Si me hubieran dicho que había que ir sumando dos cada vez…!

Carlitos y Javi, los chicos-reencontrados-en-tíos-con-ideas asistían a este canto de la prehistoria lo mismo que nosotros cuando nos decían nuestros padres que recitáramos la Lista de los Reyes Godos… Si eso no se estudia, papá. Pos lo mismo…

Pero haber sido educados así no nos convierte en homo sapiens venido a menos, porque eso se compensa. Lo de venido a menos como complemento al homo sapiens no es ninguna broma. A veces he explicado que la falta la vesícula biliar me lleva a tal condición... pero la realidad es otra. La dramática realidad es que, frente a mis compadres, he perdido millones de neuronas. Lo sé desde que les oí hablar sin pausas y sin buscar las palabras que quieren decir, pero sobre todo desde ayer, que abrí una carpeta con apuntes de la carrera y encontré, entre otras cientos, esta cosa:

FALTA FOTO

Es parte de la deducción de la ecuación de Schrodinger. La verdad, el chino mandarín parece más legible. ¡No recuerdo absolutamente nada! Pero lo que me tiene mu preocupao y mu asombrao es que servidor entendía esta cosa y el razonamiento para llegar hasta ahí. Incluso recuerdo que usaba esta cosa para intentar ligar. Enseñaba a las niñas-yogures de primero de carrera (o a las de filosofía, o las que trabajaban en el Corte Inglés) esta fórmula y les decía:

— ¿Ves esta cosa? Fíjate bien — y dejaba que mirasen el chorizo físico-cuántico un momentito —. Pos ahí donde lo ves, esto es un electrón.

Como si esta afirmación fuese suficiente para que las niñas se me despatarraran en mitad de la plaza del Duque…

…claro, ahora comprendo por qué jamás me comí un rosco.


P.D. De todos modos, desde que olvidé la ecuación de Schrodinger las cosas me han ido pelín mejorcitas.



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