martes, 3 de julio de 2007

El ejemplo de Lizartza

Mi admiración hacia los ediles del Partido Popular que han tomado posesión de sus cargos bajo la presión y las amenazas de los llamados abertzales en el pueblo vasco de Lizartza. Mi admiración porque, ahora que los terroristas de ETA han abandonado la tregua, se juegan literalmente la vida. Hay que ser valientes, y creer fervorosamente en sus propias convicciones para hacer lo que hacen. Me quito el sombrero ante ellos.


Pero algo falla en este asunto. El Partido Socialista de Euskadi (PSE) ni siquiera existe en Lizartza. Los de Acción Nacionalista Vasca (ANV), partido que debería recoger el votoabertzale y también el proetarra, no pudieron presentarse porque la Ley de Partidos y la decisión judicial decretaron que forman parte de unas listas electorales compuesta por personas que no renuncian al violencia y porque no aceptan el juego democrático. En consecuencia ANV pidió en Lizartza el voto nulo y consiguieron 186. Los del Partido Nacionalista Vasco (PNV) abandonaron ante la presión de los abertzales, y pidieron el voto en blanco; consiguieron 142. Finalmente, los del Partido Popular (PP), únicos que se presentaron en regla, a pesar de las amenazas y lasvejaciones, consiguieron 27 votos válidos.

Técnicamente esos 27 votos del PP sirven para gobernar Lizartza con mayoría unánime. Pero, lo miremos como lo miremos, eso es falso… Para este homo sapiens venido a menos la representación democrática en Lizartza está alterada en este pueblo de 600 habitantes por varios motivos:

1.- Por las amenazas de los terroristas que quieren imponer su voluntad a bombazos.
2.- Por la presión física de los que, sin ser etarras, los entienden y votan a los terroristas y a sus asimilados.
3.- Por el miedo físico y emocional de los demócratas a esta gentuza y a sus métodos de coacción.

Seguramente lo que pasa en Lizartza es un pequeño ejemplo de lo que pasa a mayor nivel en el País Vasco. Y así no se puede seguir eternamente. En Euskadi existe un problema político con su identidad nacional dentro del Estado Español que aún no está resuelto. Y ese problema político lo quieren arreglar a bombazos unos terroristas que son una ínfima parte del pueblo vasco… pero que son apoyados en las urnas por una notable masa que les entiende. Y para eliminar el terrorismo etarra caben por lo menos dos vías:

1.- O el Estado los aleja físicamente de las armas mediante el imperio de la ley y la justicia (lo que algunos llaman derrotar a ETA)
2.- O el estado los fagocita y asimila para el juego democrático cuando renuncien a la violencia para conseguir sus fines.

Demostrado está que una democracia no puede derrotarlos militarmente... entre otras cosas porque no solamente son los propios miembros de ETA, también sería necesario exterminar los sentimientos a una notable parte del propio pueblo vasco que genera y regenera terroristas cuando hace falta. Es decir, ETA no surge por generación espontánea, es parte integrante del propio pueblo vasco. Nos guste o no, ETA es la consecuencia de un sentimiento popular. Un sentimiento injustificable, pero sentimiento… y, por tanto, al margen de la razón.

Por eso creo que debemos tragarnos todos los sapos que sean menester y hablar para conseguir la extinción de ETA —y del sentimiento que la genera— con el único límite de la Constitución… porque lo de Lizartza será todo lo legal que queramos, pero los terroristas y las soluciones antiterroristas del Estado han conseguido que sea una auténtica farsa democrática… ¿A quien queremos engañar?



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